El previsible triunfo electoral y la presidencia de Lula Da Silva en Brasil tienen una importancia vital para América Latina el Caribe.
El futuro político y económico de América Latina y el Caribe de los próximos treinta años está centrado en la hora presente en las elecciones de Brasil, cuya población habilitada de ciento sesenta millones de electores definirá no solamente el destino del país más extenso territorialmente del continente, más poblado, con una economía ubicada entre las trece más importantes del mundo, una desigualdad social extrema y una cultura polifacética, sino las proyecciones de la integración emancipadora e independiente de los países de la región, ante desafíos de envergadura y trascendencia histórica marcadas por fuertes contradicciones geopolíticas y económicas y una lucha mundial multipolar entre las potencias.
Es así que, luego de sufrir la persecución y la cárcel impuesta por decisión política de la burguesía brasileña y de las oligarquías internas, ejecutada por el fiscal Sergio Moro, y después de haber denunciado el fracaso del gobierno de Jair Bolsonaro, que generó mayor desempleo, pobreza, marginalidad y una crisis social y económico-financiera de gran magnitud, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Lula Da Silva, se levanta con una fuerza incontenible para ganar las elecciones presidenciales a realizarse el próximo 2 de octubre y proyectarse para gobernar a la principal potencia latinoamericana.
Desde principios de siglo, fueron ocho años de gobierno de Lula Da Silva y cinco de Dilma Rousseff que transformaron la estructura política, económica y social de Brasil a través de un proyecto que logró sacar de la miseria, discriminación y marginalidad a más de cuarenta millones de brasileños, superando las grandes desigualdades sociales y regionales arrastradas desde las épocas colonial y oligárquica dirigidas por los intereses de los “coroneles” terratenientes, los esclavistas de negros e indios y las burguesías internas adheridas al capitalismo imperialista.
COMO EL AVE FENIX
El encarcelamiento de Lula durante un año y siete meses, con un juicio inventado por los poderes fácticos, fue precedido por el Golpe de Estado a Dilma en 2016 y por la arremetida de la estrategia de Estados Unidos y los aparatos políticos, mediáticos, judiciales y de violencia en contra de los países en América Latina y el Caribe que asumieron una posición nacionalista, liberadora, antiimperialista y de integración emancipadora.
Lula, junto a Hugo Chávez y Néstor Kirchner, impulsó durante los primeros quince años de este siglo, el proyecto de unidad regional más importante de la historia latinoamericana e hizo de Brasil un interlocutor en el campo internacional participando en la alianza de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS). Sin embargo, el obrero metalúrgico y expresidente brasileño reconoció, hace algunas semanas, que no había hecho lo suficiente al respecto y que ahora la unidad de América Latina y el Caribe era una prioridad.
Golpes de Estado en Honduras en 2009, Paraguay en 2012, Brasil en 2016 y luego en Bolivia en 2019, bloqueos, amenazas, cercos y presiones militares sobre Venezuela, Nicaragua y Cuba y conspiraciones neoliberales y conservadoras en Ecuador, El Salvador, Perú, Ecuador, Argentina y otros países del Caribe, fueron las señales mas claras de la nueva ola de intervención del imperialismo norteamericano en nuestra región ante el ascenso geopolítico, económico y comercial de China, India y Rusia a nivel mundial.
EL PROYECTO PENDIENTE
Era prioritario para Washington desmantelar los proyectos de unidad e integración bolivariana y sanmartiniana que avanzaban sostenidamente desde principios del siglo XXI con la formación del ALBA, UNASUR y CELAC y posesionaban a América Latina y el Caribe en una posición de jugador importante en las relaciones internacionales multilaterales y multipolares.
Esto se convertía en una afrenta para el poder imperial y oligárquico que ahora mismo no deja de conspirar y amenazar el resurgimiento de los liderazgos nacional-populares e impulsa directa o indirectamente atentados contra la vida de los líderes regionales como el caso reciente de Cristina Fernández y no se descartan actos similares contra Lula Da Silva, Gustavo Petro, Evo Morales, Xiomara Castro o Nicolas Maduro.
El previsible triunfo electoral y la presidencia de Lula Da Silva en Brasil tienen una importancia vital para América Latina el Caribe porque se abren horizontes de estrechar vínculos y avanzar con mayor energía y experiencia junto a los gobiernos de Andrés López Obrador en México, Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras, Luis Arce en Bolivia, Alberto Fernández en Argentina, Nicolas Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y Miguel Diaz Canel en Cuba para impulsar y consolidar la integración de la Patria Grande a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA.
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