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Trump, Maduro y las tensiones geopolíticas en el Caribe

Fuentes: Mate Amargo [Dibujo de Adán Iglesias Toledo]

La reedición de la diplomacia de las cañoneras por Washington en lo que considera su mare nostrum, activa estrategias y tácticas de guerra asimétrica de Venezuela como forma de disuasión firme y soberana

En la sociedad del espectáculo, imbuido de su rol de presidente imperial y desde la máxima tribuna de la Organización de las Naciones Unidas, el 23 de septiembre Donald Trump volvió a protagonizar otro episodio de sus realidades paralelas: insistió en vincular al mandatario venezolano Nicolás Maduro con presuntos delitos de narcotráfico sin ninguna prueba que sustente la acusación. Al mismo tiempo, aseguró que no tiene “otra opción” que eliminar a las supuestas organizaciones que ha designado como “terroristas”, mediante bombardeos en el Caribe.

Desde el Palacio de Miraflores, Maduro respondió que se trata de una narrativa grosera derrotada por su propia inmoralidad y falsedad, que amenaza con escalar hacia una guerra catastrófica en todo el continente, y dijo que el plan (de Trump) de atacar a Venezuela “es burdo y estúpido”, pensado por “imbéciles que viven en Miami, Madrid y más allá”. A la vez, durante una reunión del Consejo de Estado, anunció que se prepara un decreto de conmoción exterior que permita tomar decisiones extraordinarias para proteger al país de un posible ataque de Estados Unidos.

Por su parte, desde el mismo podio de la ONU, el presidente colombiano Gustavo Petro calificó como ignorante, mentiroso y oscurantista a Trump, y condenó su política extraterritorial y la actividad militar activa del Comando Sur del Pentágono en las aguas del mar Caribe, “con la estúpida idea de bloquear a Venezuela y quedarse con su petróleo”. También planteó abrir un proceso penal contra su homólogo estadunidense por los asesinatos de supuestos narcotraficantes que iban a bordo de lanchas en el Caribe. Asimismo, Petro dijo que la mayoría de los narcotraficantes “son rubios y de ojos azules, y guardan sus enormes fortunas en los bancos más grandes del mundo y no viven en Bogotá, Caracas, el Caribe o Gaza, sino en Miami y son vecinos del presidente de EU, o en Nueva York, París, Madrid y Dubai, donde hay lujo no pobreza; pero los misiles los tiran donde hay pobreza y no donde hay lujo”.

A la misma conclusión había llegado el 21 de septiembre un reporte del New York Times, que señaló que la fuerte presencia militar de EU en el Caribe, que incluye cazas F-35 en Puerto Rico, sugiere que la administración Trump planea hacer algo más que volar pequeñas embarcaciones. Y si bien reconoce que la fuerza de 4,500 soldados que se encuentran a bordo de ocho buques de guerra es demasiado pequeña para invadir Venezuela, dice que el despliegue clandestino de fuerzas de élite de Operaciones Especiales sugiere que podrían estar preparándose ataques o incursiones de comandos dentro del país sudamericano.

Según el medio, varios militares, diplomáticos y oficiales de inteligencia actuales y anteriores dicen que, aunque la lucha contra las drogas es el pretexto de los recientes ataques estadunidenses, el objetivo real es expulsar a Maduro del poder, de una forma u otra. “La enorme flotilla naval frente a las costas de Venezuela y el traslado de cazas F-35 de quinta generación a Puerto Rico tienen poco que ver con una interdicción real de las drogas, representan un exceso operativo”, dijo el almirante James G. Stavridis, exjefe del Comando Sur. “Más bien, son una clara señal a Nicolás Maduro de que este gobierno se toma cada vez más en serio la posibilidad de lograr un cambio de régimen”, dijo Stavridis citado por el Times. Y agregó: “Ha vuelto la diplomacia de las cañoneras, y puede que funcione”. (La cita recuerda las acciones de los gobiernos de Teddy Roosevelt (1901-1909), quien creía que Estados Unidos tenía el derecho y la obligación de ser el policía del hemisferio con eje en su estrategia de “hablar con suavidad y portar un garrote”, lo que asimilado al lenguaje del mafioso inmobiliario instalado ahora en la Casa Blanca, equivaldría a “hablar toscamente y portar misiles”).

El diario neoyorquino recuerda que el lenguaje del secretario de Estado, Marco Rubio y el de Defensa, Pete Hegseth, es similar al que han utilizado durante años los jefes Pentágono contra grupos terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico en Medio Oriente, el suroeste de Asia y África. Sólo que ahora, sin ambajes ni ‘bilé’, añadimos, la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado no han ofrecido ni siquiera pruebas sembradas o fabricadas -para jugar a la simulación y el disimulo- que respalden las afirmaciones de Trump sobre Nicolás Maduro.

Al respecto, cabe mencionar que el 5 de febrero de 2003, en vísperas de la invasión a Irak, el entonces secretario de Estado, general Colin Powell, exhibió ante el Consejo de Seguridad de la ONU un pequeño vial con polvo blanco como “comprobante” (o prueba), de que Sadam Husein fabricaba armas de destrucción masiva. Ya el 2 de abril de 2004 reconoció que la información de inteligencia con la que había sido provisto pareciera no haber sido sólida. Luego, en sus memorias, Powell reconoció que fue un engaño. Pero Trump ni siquiera fabrica pruebas; con él todo es al desnudo. Por lo que podría parafrasearse el célebre dicho de Clinton: “Es el cambio de régimen, estúpido”. Punto.

Trump usa el tema de las drogas como una estrategia de distracción. Además, se muestra como un  emperador sin tapujos, sin recurrir a los “refinamientos” de otros criminales de guerra (como los llamó Noam Chomsky) que le antecedieron en el cargo, más “educados” -por ejemplo- como Barack Obama, quien recibió su premio Nobel antes de ordenar la aniquilación de enemigos vía drones y recrudecer (Afganistán) o iniciar sendas guerras letales y depredadoras en Libia y Siria.

Submarinos nucleares vs. lanchas atuneras: farsa hollywoodense

El hecho de vivir una realidad alternativa y cambiar varias veces su retórica sobre diferentes temas, ha hecho recrudecer la manía del inquilino de la Casa Blanca, de administrar a su país y al mundo a través de las redes sociales vía sus Trumpverdades. Pero cada vez menos gente le cree sus fake news en el orbe.

Especialistas jurídicos y congresistas demócratas estadunidenses han tachado de ilegal la decisión del presidente Trump de utilizar la fuerza militar letal contra civiles “basándose en afirmaciones no probadas de que son narcotraficantes”, lo que “es moralmente reprobable y estratégicamente insensata”. Además, acotamos, que destruir lanchas de pescadores con misiles podría tipificarse como asesinatos seriales y/o ejecuciones sumarias extrajudiciales.

Desde agosto pasado, según The New York Times, el Pentágono ha desplegado en el Caribe ocho buques de guerra, varios aviones de vigilancia P-8 de la Marina y un submarino de ataque. Entre ellos, el grupo anfibio conocido como Iwo Jima Amphibious Ready Group -que incluye el USS San Antonio, el USS Iwo Jima y el USS Fort Lauderdale, con 4500 marineros- ha estado navegando cerca de Puerto Rico. También lo ha hecho la Unidad Expedicionaria de Marines 22, con 2,200 infantes de marina. El Iwo Jima está equipado con aviones de ataque AV-8B Harrier. Hegseth y el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, visitaron Puerto Rico la semana pasada para reunirse con los mandos.

Según el reporte, dos destructores de misiles guiados de la Marina -el USS Jason Dunham y el USS Gravely– operan en el sur del Caribe. Ambos buques de guerra se unieron recientemente a la campaña contra las milicias hutíes en el Mar Rojo. Un tercer destructor, el USS Sampson, ahora en el Pacífico oriental, podría unirse pronto, dijo un funcionario de la Armada. Estos buques de guerra son destructores de misiles guiados de la clase Arleigh Burke, equipados con más de 90 misiles, incluidos misiles tierra-aire. Pueden realizar guerra antiaérea y antisubmarina, y derribar misiles balísticos. Además, el crucero de misiles guiados USS Lake Erie y el buque de combate litoral Mineápolis-St. Paul también operan en el Caribe. (Aunque el NYT no lo menciona, también han sido desplegados MQ-9 Reaper Drones y C-17 Globemaster III (de carga), aviones de repostamiento de combustible en el aire KC-135 Stratotanker y KC-46 Pegasus).

El Times recuerda que los historiadores militares han señalado otras actividades de provocación que precedieron a importantes episodios militares estadunidenses en la segunda mitad del siglo XX, como la que ocurrió previo al envío de más de 20 mil soldados para invadir Panamá en diciembre de 1989 para capturar a Manuel Noriega, quien había sido imputado en Estados Unidos por falsos cargos de narcotráfico.

Venezuela: Disuasión y creación de una ‘zona de negación’

Ante lo que Caracas percibe como una amenaza tangible y creciente de parte de Estados Unidos, las aguas del Caribe se han convertido en el escenario de un pulso geopolítico de alto voltaje. De allí que el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, ordenara hace unos días la ejecución de la maniobra de campaña “Caribe Soberano 20” en el entorno de la Isla La Orchila, un ejercicio que no solo prueba el apresto operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), sino que envía a Washington un mensaje de disuasión.

Para el analista en seguridad y defensa, Oswaldo Espinoza, el corazón disuasivo de la maniobra radicó en el lanzamiento de misiles antibuque, una acción crucial para crear una “zona de negación de acceso de área naval (A2/AD)”, históricamente un punto vulnerable en la estrategia venezolana que ahora se está fortaleciendo. Entrevistado por Sputnik, Espinoza dijo que en épocas recientes Venezuela ha aumentado la cantidad de misiles disponibles con diferentes rangos de alcance, así como el número de plataformas para desplegar esos misiles. El experto detalló el arsenal: los misiles chinos C-802 a bordo de los patrulleros oceánicos Avante 2400 —que los convierten de facto en corbetas misilísticas—, y los misiles CM-90 de origen iraní y las lanchas rápidas Peykaap III, ideales para tácticas de “golpe y fuga”.

Por su parte, el experto en seguridad y defensa Roberto González Cárdenas coincidió en que el mensaje central es de disuasión y reafirmación de soberanía. Al mostrar fuerza militar, Venezuela busca establecer un mensaje claro de que “no va a tolerar incursiones o amenazas a su integridad territorial… Es darle también respuesta a esas presiones externas que ejercen países de la OTAN y, en este caso, Estados Unidos específicamente, puesto que nuestro Caribe está rodeado de países de la OTAN”.

Ambos expertos destacaron el valor estratégico de elegir a la Isla de La Orchila como epicentro del ejercicio. Espinoza la describió como un “baluarte para la defensa de los intereses de Venezuela en el Caribe”, equipada con una pista aérea extendida que permite operaciones de la Fuerza Aérea, incluyendo cazas Sukhoi SU-30MK2 armados con misiles antibuque rusos Kh-35 y Kh-31. Sentenció que “equipada correctamente,  (la isla) tiene el potencial de convertirse en lo que los estrategas suelen llamar ‘un portaaviones insumergible’”. Agregó que las operaciones anfibias realizadas allí demostraron la capacidad de la Infantería de Marina de Venezuela, una de “las mejor preparadas de la región”. Destacó, asimismo, su reequipamiento con modernos vehículos blindados de desembarco chinos.

Al evaluar la flota desplegada por EU en el Caribe, Espinoza consideró que Venezuela ha emprendido “estrategias y tácticas de guerra asimétrica”, priorizando la adquisición de lanchas rápidas, nuevos misiles y, de manera crucial, drones que mejoran de forma económica la vigilancia y la conciencia situacional. Y añadió: “No podemos engañarnos: nuestra flota necesita adquisiciones que la situación económica no nos permite realizar… Sin embargo, las medidas tomadas permiten suplir en parte esas necesidades”.

Para Espinoza, ese enfoque asimétrico es la clave de la disuasión venezolana: “No se trata de una lucha de poder contra poder en términos meramente militares; se trata de tener la capacidad de defenderse en tu propio territorio con estrategias y tácticas asimétricas que aumenten en forma inaceptable los costos potenciales para el agresor”.

De acuerdo con el reportaje de José Negrón Valera para Sputnik, ante la posibilidad de que las amenazas de Washington escalen hacia un eventual bloqueo naval destinado a estrangular el comercio petrolero venezolano, ambos analistas fueron categóricos: se trata de un escenario de alta complejidad y riesgo geopolítico que extiende sus ramificaciones mucho más allá del Caribe.

“Un bloqueo naval es un acto de guerra abierto y es una violación al derecho internacional… Esto podría llevar a una respuesta militar por parte de Venezuela o sus aliados”, dijo González Cárdenas. Subrayó que para ser efectivo, requeriría una flota enorme para monitorear los dos grandes “bioregiones” marítimas venezolanas: el Caribe y el Atlántico. Advirtió que eso “iría a una escala de tensiones diplomáticas y lógicamente serían muy, pero muy tensas”.

A su vez (aunque el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario yacen bajo los escombros de Gaza debido al genocidio y la política de limpieza étnica de Benjamín Netanyahu y su socio de fechorías Trump, y solo rige la ley de la selva), Espinoza argumentó que un bloqueo naval exige una justificación sostenible que Washington no tiene, ya que su actual narrativa antidrogas carece de “aceptación y credibilidad en la comunidad internacional”. Destacó, además, que tal acción “afectaría a los socios comerciales de Venezuela, que en su mayoría son grandes potencias mundiales y regionales, muchas de ellas rivales geopolíticos de Estados Unidos”. Recordó que para China, por ejemplo, Venezuela forma parte del plan de largo aliento y amplio alcance, “en donde su naturaleza como polo energético reviste una importancia vital”. Un bloqueo, por lo tanto, no sería solo contra Venezuela, sino una provocación directa a Pekín y Moscú, y alteraría los delicados hilos del emergente orden multipolar.

En ese contexto, al combinar operaciones de superficie, submarinas, aéreas, terrestres y anfibias, el ejercicio “Caribe Soberano 200” demostró elementos de una doctrina de defensa integrada. Para Espinoza, la maniobra demuestra “un alto nivel de planificación y preparación logística; así como alta conciencia situacional, coordinación entre fuerzas y velocidad de respuesta”. Añadió que en un mundo donde la superioridad tecnológica bruta no siempre define el resultado, Venezuela apuesta a la integración de sus capacidades disponibles, por limitadas que sean en algunos aspectos, para proyectar una defensa cohesiva y multifacética. En la historia mundial “existen muchos ejemplos de naciones más pequeñas… pequeños puercoespines a los que el león no se atreve a atacar”, dijo Espinoza.

En esencia, la maniobra es la demostración de que, ante las presiones, Venezuela no se doblega. Por el contrario, afila sus espinas y se prepara para defender, con el apoyo de sus aliados estratégicos y desde una posición de soberanía inquebrantable, cada centímetro de su territorio y su derecho a existir como una nación libre en el concierto de las naciones. En ese sentido, el mensaje desde La Orchila es claro: el Caribe es una zona de paz, y esta solo se garantiza con el respeto mutuo y la disuasión firme.

(*) Carlos Fazio, escritor, periodista y académico uruguayo residente en México. Doctor Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Autor de diversos libros y publicaciones.

(**) Profesor Adán Iglesias Toledo, Dibujante Gráfico Cubano, Caricaturista Editorial y Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC, la UPEC y la REDH (Capitulo Cuba). Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero. Autor de varios logotipos, y campañas publicitarias, posee en su haber múltiples exposiciones individuales y colectivas, talleres e intervenciones nacionales e internacionales y ha sido premiado por más de 40 veces en su país y otros países.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.