Esta semana en el semanario Barron’s, el periodista Andrew Bary, muestra un raro ejemplo de honestidad, aunque fue sólo una honestidad «a medias», respecto a la situación económica de Puerto Rico, la colonia más vieja de EE.UU. En un artículo titulado Troubling Winds i (Vientos Preocupantes) Bary advierte de los peligros del actual clima de […]
Esta semana en el semanario Barron’s, el periodista Andrew Bary, muestra un raro ejemplo de honestidad, aunque fue sólo una honestidad «a medias», respecto a la situación económica de Puerto Rico, la colonia más vieja de EE.UU. En un artículo titulado Troubling Winds i (Vientos Preocupantes) Bary advierte de los peligros del actual clima de inversión en Puerto Rico, especialmente para los bonos municipales, a la vez que da un recordatorio del fracaso del capitalismo de EE.UU. en su colonia a pesar de la falta de voluntad del autor y los analistas citados de hacer esta muy obvia conexión. Tal es la miopía típica de los acólitos del capitalismo.
No obstante, las razones detrás de esta flagrante advertencia a los inversionistas no son ninguna sorpresa, sobre todo para la mayoría de las personas que luchan por sobrevivir bajo condiciones del capitalismo en descomposición en el mundo colonial. El cuadro que pinta el autor es dolorosamente familiar:
«La economía ha estado en recesión desde 2006, la tasa de desempleo es del 13,2%, y el presupuesto ha sido estructuralmente desequilibrada durante casi una década. La tasa de pobreza es alta, una cuarta parte de todos los puestos de trabajo son del gobierno, y los pagos de transferencia constituyen el 40% de los ingresos. Más de una cuarta parte de casi cuatro millones de residentes de Puerto Rico reciben cupones de alimentos«.
De más está decir que estas cifras, que en el caso del desempleo representan una subestimación debido a las manipulaciones estadísticas que las fuentes oficiales normalmente emplean, no hablan del impacto social, de la perversa ansiedad colectiva a las tendencias autodestructivas tan extendidas en la sociedad colonial.
El monto y el carácter de la deuda pública en Puerto Rico
Según el articulo citado, Puerto Rico cuenta con una deuda pública de $70 mil millones, $53 mil millones de la cual que representa deuda tributaria, es decir, que se paga de los impuestos recaudados, procedente de una docena de agencias gubernamentales que han emitido bonos. Esta cantidad coloca Puerto Rico en tercer lugar, después de California y Nueva York, con respecto a la deuda total de «estados» de EE.UU. No obstante, la carga de esta deuda en relación a medidas como el producto interno bruto (PIB), el ingreso personal y la población resulta en una deuda per cápita de $14.000, o diez veces el promedio de los 50 estados.
Entre las agencias gubernamentales que más deuda han acumulado se destacan el gobierno central, la Corporación para el Financiamiento mediante el Fondo de Interés Apremiante (COFINA), la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT-DTOP), y la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). La AAA ya tiene una clasificación de chatarra y todas las demás, con la excepción de la COFINA, son consideradas solamente un nivel por encima de chatarra en términos de calidad de inversión.
Desde el punto de vista de los capitalistas, un rendimiento de 7% que actualmente caracteriza las inversiones en los bonos de Puerto Rico, que supera lo que se considera una inversión en bonos municipales de calidad en dos puntos porcentuales, señala una erosión de la confianza de los inversionistas. Desde el punto de vista de las masas de trabajadores, lo que representa es «estación abierta» para extraer de la población una serie de cuotas e impuestos adicionales mientras se recortan servicios básicos y continúan la campaña de despidos en masa del sector público, no obstante las promesas de campaña política al contrario, todo con el fin de transferir crecientes cantidades de fondos públicos al capital financiero.
Entre las casas financieras con la mayor participación en los bonos de Puerto Rico están OppenheimerFunds and Franklin Templeton. Prácticamente la totalidad de sus fondos de inversión (Mutual Funds) contienen bonos de Puerto Rico.
Cabe la pregunta, con un panorama tan negativo, ¿Por qué alguien, salvo el inversionista más arriesgado, consideraría invertir en los bonos de Puerto Rico? El artículo en Barron’s destaca un importante detalle al respecto. Según explica, «los pagos de intereses sobre la mayoría de los bonos de Puerto Rico están exentos de impuestos estatales y locales en los 50 estados» lo cual resulta en una «triple exención fiscal-federal, estatal de Puerto Rico, y local». Esto, que es poco común en el mercado de bonos municipales, es una atracción para inversionistas en estados con altos impuestos.
A esto podemos añadir otro importante detalle. Alrededor de $9 mil millones de la deuda de Puerto Rico lleva seguro. Aunque esto representa un pequeño por ciento, especialmente en comparación con los casos como Detroit, una gran parte de esto es en la forma de sofisticados instrumentos financieros llamados «swaps» de tasas de interés («Interest Rate Swaps»). En otra ocasión ii señalamos como estos «swaps», que unen los bonos de tasa fija al interés variable, se han expuesto recientemente como esquemas orquestadas por las agencias crediticias y el ahora desacreditado índice LIBOR para extraer pagos adicionales por encima del principal y el interés sobre los préstamos originales tomados por los municipios y otras entidades gubernamentales. Con el fin de continuar recurriendo a los mercados de bonos, el gobierno colonial tendrá que comprar m á s seguros como los «swaps» de tasas de interés, lo que llevar á a mayores flujos de recursos al capital financiero.
¿Saco de soluciones o saco de trampas?
Como respuesta a esta situación, el gobierno colonial recurre a una estrategia basada en las ya conocidas exigencias del capital financiero. ¿Podría ser de otra manera? Bajo las condiciones del capitalismo en descomposición en el que un estado colonial se deshace de toda pretensión al mostrar su verdadero carácter de clase, nos parece que no.
Las soluciones propuestos por el actual gobierno colonial son equivalentes a las mismas medidas de austeridad, de las cuales los acólitos del capital financiero cantan tantos elogios, mientras que provocan a los trabajadores en todo el mundo a tomar las calles: aumentos en los impuestos y cuotas; recortes en los servicios y reversiones de las conquistas históricas de los trabajadores para lograr una mejor calidad de vida.
Por ejemplo, el más reciente presupuesto del gobierno colonial incluye $1.4 mil millones en nuevos impuestos, sin incluir un impuesto de 15 centavos propuesto por cada galón de gasolina que se ha aplazado por el momento debido a la ira de los intereses de las empresas locales. El gobierno colonial prevé que un nuevo impuesto patente, nominalmente sobre negocios, generará $439 millones por año. Nadie con sentido común puede dudar de que se les pasen a los consumidores estos costos adicionales. El plan también incluye $270 millones a ser generados al poner fin a las exenciones de impuestos corporativos de algunas empresas, lo cual significaría un alza de la tasa impositiva corporativa a los niveles de 1994 después de haber sido reducido en un 30% en 2011. Esto raya en el ridículo si tenemos en cuenta que en el 1994 las exenciones de impuestos bajo la 936 seguían en vigor. Lo ridículo se convierte en absurdo cuando consideramos que se espera que un nuevo impuesto propuesto sobre los cigarrillos en el presupuesto colonial genere $334 millones. En otras palabras, se les quiere imponer $60 millones más en los que fuman que en las grandes empresas, ¡indudablemente por la gran preocupación que se tiene por la salud!
La conclusión: después de años de políticas coloniales basadas en exenciones de impuestos corporativos, ahora tenemos las tasas de impuestos corporativos al mismo nivel que antes, con una serie de nuevos impuestos, que sin duda serán pasados a los consumidores.
La joya de la corona del plan presupuestario colonial ha sido la «reforma» del sistema de pensiones. Después de las «advertencias» de Wall Street que la calificación crediticia de la isla se reduciría a chatarra, el gobierno colonial, con los tribunales burgueses como cómplices, emprendió una campaña para arrebatar las conquistas históricas de los trabajadores en un acto sin precedentes de lucha de clases. Las llamadas reformas incluyen un aumento de la edad de jubilación, un aumento del 2% en las contribuciones de los empleados públicos, junto con una reducción a las pensiones y los beneficios de muchos que se han jubilado. El mayor cambio, sin embargo, incluye un cambio forzoso a un plan «híbrido» o de «contribución definida» contrario al anterior plan de beneficio definido.
Con el pretexto de una obligación no financiada de $37B y con una campaña de relaciones públicas hábilmente coordinada con las agencias de calificación crediticia como Moody’s, S & P, y Fitch, el gobierno colonial movió agresivamente para cumplir con su función como agente del capital financiero. Y este papel no puede ser otro que el de coordinar el saqueo; en este caso de las pensiones de miles de empleados públicos que ahora verán como las casas financieras juegan sus ahorros en un mercado que parece mas bien un casino de Condado, mientras que cobran exorbitantes honorarios. Como se sabe, esta movida del gobierno colonial se impugnó sin éxito en los tribunales, donde un fallo 5-4 confirmó la Ley 3. A pesar de todo esto, Wall Street en efecto ya está tratando la deuda de Puerto Rico como chatarra como evidencia el 7% al que aludimos arriba.
La punta final de la estrategia del gobierno colonial es aumentar las cuotas y las tarifas de todo. Los aumentos en la electricidad, ya tres veces más costosa que el promedio en EE.UU, y la transportación impactan directamente a todos. Se les pasarán otros aumentos a los más vulnerables de manera «indirecta».
Todo este cuadro vierte una nube oscura sobre los pronósticos económicos. Tal parece que los acólitos del capitalismo norteamericano en la colonia se han metido en un rincón del que hay pocas esperanzas de escapar. Si el análisis de la realidad de Puerto Rico en la última edición de Barron’s ha dejado a los defensores del colonialismo en Puerto Rico revolviendo para dar una respuesta creíble, iii sus soluciones propuestas deben dejar a los trabajadores sin ilusiones.
En el final de este artículo provocador, el autor, Andrew Bary, exhorta a los inversionistas a preguntarse si el gobierno colonial «seguirá teniendo la voluntad política para imponer medidas dolorosas en los relativamente pobres residentes puertorriqueños para pagar el servicio de una deuda poseída en su mayoría por norteamericanos ricos».
Los trabajadores revolucionarios también exhortamos. Exhortamos a que se ponga fin al capitalismo y todos los aparatos políticos que lo sostienen en Puerto Rico. Exhortamos a que las fuerzas trabajadoras con conciencia revolucionaria de clase tengan voluntad para organizarse e imponer medidas dolorosas en los relativamente pocos ricos que se benefician de este sistema a costa de la mayoría.
Notas:
i Bary, Andrew (2013) Barron’s, Troubling Winds (August 24) http://online.barrons.com/article/SB50001424052748704719204579022892632785548.html?mod=BOL_hpp_cover#articleTabs_article%3D0
ii Véase el artículo «Detroit, una advertencia para los trabajadores puertorriqueños»
iii Es de notarse la cobertura en los principales órganos de la prensa colonial como El Nuevo Día y Caribbean Business. Véase:
http://www.elnuevodia.com/puertoricoenportadaderevistafinanciera-1580672.html y
http://www.caribbeanbusinesspr.com/news/barrons-takes-hard-look-at-pr-finances-88092.html
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