Los meses avanzan, hemos entrado en una nueva fase de desarrollo y así lo ha determinado el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) en su reunión de Siguatepeque; no ha sido fácil encontrar consensos, pero se ha logrado cubrir este importante paso; en respuesta a la ofensiva oligárquica e imperial se ha decidido ampliar la […]
Los meses avanzan, hemos entrado en una nueva fase de desarrollo y así lo ha determinado el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) en su reunión de Siguatepeque; no ha sido fácil encontrar consensos, pero se ha logrado cubrir este importante paso; en respuesta a la ofensiva oligárquica e imperial se ha decidido ampliar la lucha para debilitar el golpismo incluso, si fuera necesario, en el campo electoral.
Se ha decidido desmarcar al FNRP de cualquier partido político, bajo la correcta apreciación de que ninguna institución política debe utilizar el movimiento del pueblo para sus propios fines; formidable decisión que cumple con las expectativas de la gran mayoría de hondureños en resistencia.
Esta es una respuesta contundente a muchas ideas divergentes, algunas de las cuales, aun cargadas de enorme amor patrio, le sirven más a la derecha entronizada después del golpe, y que ahora, en su continuidad, se encuentra en graves problemas económicos y sumida en una vorágine de escándalos producidos por la ilimitada corrupción del golpismo predecesor.
Los objetivos de organización, formación y movilización planteados por el FNRP, demuestran la dinámica de un organismo que marcha vigoroso, atendiendo los asuntos primarios para su consolidación. Hoy el arma más poderosa con la que contamos los hondureños es el FNRP que cumple paulatinamente su papel histórico y lidera firme las luchas del pueblo.
Aun así, no podemos negar ni ignorar que el camino a seguir es complejo y que en la practica los avances lucen más lentos de lo que quisiéramos; pero esto ya no está en los pasos que el frente tome o deje de tomar; está en nosotros mismos, en la consciencia de cada individuo, en nuestra preparación y disposición a entender la naturaleza de lo que ahora enfrentamos como reto interno.
Muchos compañeros sueñan con reproducir una Sierra Maestra, o invocan a Lenin e incluso a compañeros posteriores a este; algunos citan a Gramsci y otros hacen suyo el pensamiento del ché; de todos ellos surgen fuertes criticas contra las cosas que dejan de hacerse y las que se hacen; escriben por internet agrestes criticas contra los «revolucionarios cibernéticos» y despotrican contra lideres por no estar a la altura.
Ignoran estos compañeros que la compleja dialéctica de los acontecimientos nos lleva siempre a encontramos con nuevos estadios de desarrollo; que el materialismo histórico basa todo su análisis de la historia y la sociedad en las mismas leyes y conceptos del materialismo dialectico que nos proporcionan armas de interpretación poderosas pero no constituyen biblias; son nada más ni nada menos que la concepción científica de la historia.
Las condiciones objetivas y subjetivas en un determinado momento histórico no son las mismas que en otro, y, por lo tanto, su análisis no puede abordarse con «moldes» o ecuaciones con variables estáticas; o con categorías y definiciones rígidas como hacen en las iglesias cuando para cualquier problema de la feligresía encuentran respuesta en cualquier pasaje bíblico.
No podemos tampoco subestimar el papel activo de los infiltrados que «aprenden» líneas de textos revolucionarios que utilizan para provocar, para encender discusiones estériles e incentivar la anarquía y la indisciplina como una de sus tácticas para mantener neutralizado nuestro movimiento. Estos sujetos son difíciles de identificar, especialmente cuando nos falta criterio por la limitación de nuestros conocimientos.
Frente a estos problemas, que son inherentes a cualquier proceso de cambio, se elevan las voces firmes de muchos luchadores que tratan de aclarar el camino; de explicar a nuestros jóvenes que nuestros principios se demuestran en la practica mediante nuestras acciones más que nuestro lenguaje. Es frágil el argumento que necesita respaldarse en citas literales de personajes históricos, pues en la cita va el argumento del adversario para distraer la atención del que lee.
Debemos entender la idiosincrasia de nuestro pueblo; el lenguaje que domina, la enajenación de que ha sido victima por siglos; estamos obligados a entender la magnitud y la influencia que han tenido sobre nuestra gente la campaña interminable de alienación llevada adelante por la oligarquía por varias décadas a través de sus medios.
Un escritor hondureño mencionaba la necesidad de combatir las ideas y la ideología planteadas por los golpistas todos los días por el régimen a través de sus medios desinformativos. No hay nada más correcto que esto, pero debemos recordar nuestro deber es develar la verdad, esa verdad que muchas veces se nos niega por nuestra propia falta de entendimiento.
Evidentemente necesitamos formar, emprender la tarea de ayudar a educar un poco a nuestro pueblo; pero necesitamos que el discurso que manejamos no sea incomprensible, debemos manejar nuestro nivel de comunicación en un punto entendible en todo tiempo. Sin citas o invocaciones innecesarias.
Es importante también aprender que el conocimiento debe ser de propiedad universal, por lo que transmitirlo es una tarea obligatoria para todos. Es un acto de traición asumir posiciones de grandeza y de desprecio hacia otros por que saben menos o mucho menos, o porque se tiene un poco más de conocimiento. Recordemos que no hay nada más estéril que el conocimiento que no convertimos en mensaje para que otros compañeros también lo aprovechen. Esto es particularmente importante para nuestros jóvenes, quienes deben forjarse en un espíritu libre de nuestros antiguos vicios.
Nosotros no somos jueces, ni el FNRP se ha de erigir en tal, por lo tanto, las opiniones mejores son aquellas que educan, que construyen, que levantan el muro indestructible de nuestras ideas. La misión luce más clara; todos deberíamos estar en sintonía con la organización, la formación y la movilización, los tres espacios de lucha en los que desarrollaremos nuestra consciencia política.
Tampoco debemos esperar que nos inviten a participar; si estamos en esta lucha entonces debemos a acudir a los lugares utilizados como centros de trabajo del FNRP en todo el país. Ahora todos somos trabajadores de la lucha transformadora que nos ha de llevar por el camino hacia un mejor país; sin ansiedad, sin dogmas y con un profundo amor a la patria.
Vamos todos a estudiar, a saber más cada día; hay que hacerle entender al adversario que no nos controla más, que ahora somos una fuerza en movimiento que ellos no pueden controlar; que además no esta dispuesta a dialogar sobre nada que no sea una Asamblea Nacional Constituyente.
Los dirigentes reunidos en siguatepeque han cumplido, ahora es nuestro turno.
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