Los que afirmaron que el presidente seria restituido a principios de noviembre para legitimar las elecciones, y atado de pies y manos, lograron describir hace muchas semanas el final que ahora estamos presenciando. Pero que conste, no es el final del golpe; este continua vigente, sus propósitos prevalecen; las condiciones que lo ocasionaron siguen tan […]
Los que afirmaron que el presidente seria restituido a principios de noviembre para legitimar las elecciones, y atado de pies y manos, lograron describir hace muchas semanas el final que ahora estamos presenciando. Pero que conste, no es el final del golpe; este continua vigente, sus propósitos prevalecen; las condiciones que lo ocasionaron siguen tan vigentes como el 28 de junio.
El acuerdo político presionado por la diplomacia gringa no contempla temas críticos, sino más bien trata de ignorar asuntos de fondo y pone de relieve la preeminencia de los intereses oligárquicos. El presidente Zelaya firmó con su restitución lo que puede interpretarse como la victoria del golpe y los golpistas.
Los detalles siguen siendo engorrosos: todavía esta pendiente una calendarización de las acciones que llevaran a Zelaya de vuelta a la casa presidencial. Técnicamente el acuerdo todavía puede mantener al presidente constitucional varios días encarcelado en la embajada de Brasil, pues es el Congreso Nacional el que deberá decidir la suerte del país.
Este mismo congreso que cometió el delito de falsificar la firma del presidente, y que decretó su destitución. Menudo acuerdo donde el ladrón decide que tipo de justicia recibirá su victima. La Corte Suprema de Justicia, que ordenó el arresto y deportación de Manuel Zelaya Rosales, tendrá que dar una opinión jurídica para orientar al congreso. Vaya solución.
Hay varias comisiones a formar: de seguimiento, de la verdad, y quien sabe que más. En el marco de este enredo la oligarquía gana el reconocimiento de las fraudulentas elecciones; ahora Zelaya prestará sus esfuerzos para lograr que se reabran las puertas de la ayuda internacional a la ya maltrecha economía hondureña.
Al final no hay garantías de lo que va a suceder, ni como ni cuando. Igual que ha sucedido a lo largo de todos estos meses trágicos, la incertidumbre domina el escenario. Seguimos dependiendo de los embustes de los asesinos que inventan decretos que ellos mismos no respetan.
Ayer, contrastando con la mesa de negociaciones, la resistencia fue brutalmente reprimida. A pesar de contar con los permisos requeridos, la policía y los militares decidieron darle una nueva dosis de gas, golpes y balas al movimiento popular, como un recordatorio de que los acuerdos no eliminan la represión; no eliminan los grupos paramilitares; no eliminan los asesinatos selectivos; no eliminan las violaciones a los derechos humanos.
Seria muy ingenuo pensar que hemos llegado a solventar algo. Los militares mantienen una posición muy autónoma frente a los políticos y obedecen a sus amos empresarios, quienes siguen con la idea de que apaleando al pueblo sus intereses se preservan. También siguen vigentes los decretos represivos que firmó Micheletti. La estructura de violación a los derechos humanos sigue viva, bien aceitada y sobre todo, activa contra el pueblo hondureño.
Parece que la negociación, al menos hasta el momento que escribo estas líneas, ha olvidado la enorme cárcel que ha creado el régimen de facto. Vale la pena preguntarse que va a pasar ahora con el presidente Zelaya; ¿tendrá la misma Guardia de Honor?; ¿cuál será su relación con las Fuerzas Armadas?; ¿y su relación con el Congreso de Micheletti?
Por otro lado sigue pendiente el asunto de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los militares con la complicidad del régimen de facto y la oligarquía criminal. Afortunadamente para el pueblo hondureño, por soberbia o torpeza, los golpistas obviaron el tema de la amnistía que Oscar Arias les había regalado en su plan original.
Vendrán cuestiones muy importantes para el movimiento popular hondureño. El golpe fue precipitado por las justas reivindicaciones del pueblo hondureño, y estas siguen sin respuesta de parte de las clases dominantes. Si acaso estas ganaron tiempo para demorar el proceso de cambio en Honduras.
¿Que va a pasar con el proceso electoral? Hay un fraude que tampoco esta incluido en la negociación. Sin embargo, habrá ahora mucha presión para que las candidaturas progresistas participen en este proceso. Este delicado tema requiere de un análisis muy atinado. Sin embargo, la participación en este proceso electoral, independientemente de los resultados, puede permitir que se mantenga la movilización popular.
Ahora nuestra visión debe ser de más largo plazo; debemos escoger muy bien las acciones que vamos a tomar, sin renunciar a nuestros principios ni a nuestras reivindicaciones. La situación política plantea nuevos retos, y ahora la UNIDAD es un asunto critico; no con fines electoreros; la coyuntura obliga a darle respuestas al pueblo; respuestas que incluyen darle a nuestra gente su espacio político.
Vale la pena recordar aquí muchos argumentos que se hicieron a través de todos los aportes de compañeros que han generado opinión. Vale la pena recordar que la acción de la resistencia ha sido la clave para forzar a las fuerzas oscuras de la derecha a negociar posiciones. Sin el movimiento popular esta conclusión no hubiera sido necesaria.
El protagonismo que ha ganado el pueblo de este país ha sido el elemento central para que se produzca un fenómeno poco común en la historia de América Latina: un presidente derrocado es devuelto a su posición. Ojalá el presidente Zelaya no olvide nunca que ha sido el accionar del pueblo el que ha conquistado su restitución; que no olvide su deuda moral con la refundación de Honduras.
Esta es una victoria popular, pero solo es un triunfo en el camino de mucho sufrimiento y desesperanza que ha de venir en la búsqueda de un nuevo país, donde todos podamos vivir en paz. La oligarquía y el imperio han demostrado que no nos darán nada. Si queremos conquistar nuestra libertad debemos luchar por ella.
De este modo, las consignas permanecen. Hoy celebramos, pero nos mantenemos alerta. La lucha, si acaso es hoy más intensa que nunca. Hoy que emergerán de nuevo muchos traidores de entre las sombras; hoy debemos recordar con más intensidad que nunca nuestros mártires, a quienes les debemos la conquista de un sueño: la independencia de Honduras.
Recordemos: la lucha comienza aquí. No cometamos el error de confundir esto con nuestras aspiraciones.
Para los asesinos ni olvido ni perdón.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.