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Unión Europea, peregrinaje al olvido

Fuentes: Rebelión

Discretamente, intentado un truco de magia, muy difícil de ejecutar y mucho más de concretar, los grandes medios ya no dedican sus portadas a la crisis humanitaria, que sin golpear la puerta, se le aposentó en las entrañas del continente. Los refugiados que están llegando a Europa dejan detrás sus países en llamas, en llamas […]

Discretamente, intentado un truco de magia, muy difícil de ejecutar y mucho más de concretar, los grandes medios ya no dedican sus portadas a la crisis humanitaria, que sin golpear la puerta, se le aposentó en las entrañas del continente. Los refugiados que están llegando a Europa dejan detrás sus países en llamas, en llamas encendidas por la misma codicia que arrastró el «Estado de Bienestar Europeo» a los libros de historia. Solapadamente el tema de los desplazados está abandonado los horarios centrales de los noticieros, como si una escoba mágica los estuviera barriendo bajo la alfombra.

Por otro lado, los sesudos analistas internacionales ya están en otra cosa, atienden con urgencia las elecciones griegas, las catalanas, las portuguesas o intentan descubrir el parecido de Jeremy Bernard Corbyn con el Che Guevara. No se esfuercen, no tiene ninguno.

Los refugiados siguen llegando, ya han sobrepasado el medio millón y siguen y seguirán llegando. Alguna alma caritativa está rezando para que este invierno sea más crudo como el tropical verano, que ya ha terminado y que las marejadas del Mediterráneo se levanten cual murallas húngaras e impidan tan siniestramente el paso de los desesperados, de los desamparados. Los naufragios, lo ahogados, ya están perdiendo protagonismo, ya nadie los sigue con tanta atención, ya nadie en realidad los registra.

Incluso Lampedusa pasó de moda, ya nadie se dedica a ella, ni a los migrantes que apenas semanas atrás nos consumían el alma. Quizás como algún Dios tormentoso la haya devorado hasta la última piedra, hasta el último cuerpo, hasta la última alma, que haya soñado llegar a ella.

La marea humana que huye fundamentalmente de la guerra en Siria no se detiene, en los últimos días los refugiados que llegan desde Turquía a Grecia se multiplica exponencialmente para comenzar un peregrinaje laberintico en buses, en trenes o simplemente a pie. Transitar atormentados por Macedonia, Serbia y tras la cerrazón húngara ahora se desvía hacia Croacia, desde donde tendrán que lograr pasar a Eslovenía y desde allí Austria y la ansiada Alemania, donde creían los esperaba el fin de todas las penurias.

Todo lo contrario, el miércoles 23, en el ex monasterio benedictino Banz en Baviera, el mayor de los 16 estados federados de Alemania, terminaron de aliarse el Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán, y el jefe del Gobierno regional bávaro, Horst Seehofer. En el marco de una reunión de parlamentarios de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), miembros de la coalición que llevó a Merkel al poder. Ambos jefes conservadores prometieron, dinamitar la política de asilo que ha había sostenido la canciller alemana, al tiempo que se comprometieron a encontrar sustento político para impedir la llegada de más refugiados, no solo a sus países sino que a todo Europa.

El neo nazi Viktor Orbán, primer ministro húngaro, fue ovacionado cuando acusó a Merkel de ejercitar el «imperialismo moral» respecto a las cuotas de inmigrantes que la canciller había pedido para todos los países de la Unión Europea. «No importa las decisiones que apruebe Alemania, debe quedar claro que solo serán válidas para Alemania. Hungría no las aceptará», recalcó el húngaro, para terminar proclamándose como: «El capitán que defiende la frontera de Baviera». Se hizo cargo también de la defensa de las fronteras del espacio Schengen (el espacio común por donde circula libremente toda persona que haya entrado regularmente por una frontera exterior europea o resida en uno de los países que aplican el Convenio). «La situación de los refugiados tiene una dimensión histórica. Debe ser posible frenar la llegada masiva de gente y si no existe un una ley europea, estamos confrontados al caos», como única propuesta el módico Führer de Budapest propuso reclamar a la U.E. un estricto control fronterizo en Grecia y la de disponer de 3.000 millones de euros para financiar centros de refugiados en Turquía, Líbano y Jordania. Estos tres países se encuentran sobrecargados, entre los tres, más un pequeño porcentaje que se encuentra en Egipto, suman cerca de cinco millones de almas que hay que atender todos los días.

En el lejano sur

Un extraño fenómeno geográfico parece estar produciéndose en Europa, el sur parece estar cada vez más lejano de las orbitas del poder continental: grietas, murallas, resoluciones y balas de goma se cree son los elementos que producen tan extraordinario fenómeno.

Croacia, de solo haber recibido hasta ahora un centenar de personas en la pequeña localidad de Tovarnik, en la última semana han llegado cerca de 45 mil refugiados. Ranko Ostojic, el ministro del Interior croata, anunció el martes 22 que la mayoría de los desplazados ya habían abandonado el país o bien rumbo a Eslovenia o a Hungría.

Ostojic culpó a Serbia de estar provocando una «catástrofe humanitaria» por enviar a los refugiados sólo a Croacia y no hacerlo más a la abroquelada Hungría.

El ejecutivo croata ha decidido establecer restricciones a manera de represalia contra los camiones y productos provenientes de Serbia, intentando disminuir así el flujo de refugiados, e incluso decidió el cierre temporal de su frontera con Serbia manteniendo solo una de las 8 vías que comunican ambas naciones.

Belgrado, como respuesta, también cortó el paso de camiones croatas o vehículos que transportasen bienes.

La tensión en la frontera croata-serbia nunca es buena más si se recuerda la guerra que los envolvió entre 1991 y 1994, que dejó más de 150 mil muertos y 4 millones de desplazados. Croacia es miembro de la Unión Europea desde 2013, mientras que Serbia es todavía candidato a ingresar, por lo que debe cuidarse mucho de cualquiera de las actitudes que decida tomar.

El último miércoles, a pesar de la lluvia y el fuerte viento, llegaron solo a la isla griega de Lesbos, desde Turquía, unos 40 botes inflables con unas 60 o 70 personas cada uno. Los desplazados serán enviados a Atenas para que inicien su turné europea y dejen lo antes posible el país que profundiza sus crisis económica y política a diario.

Solo en lo que va del año la cantidad de refugiados ya ha superado el medio millón, nada indica, a pesar del clima, que esta situación tenga miras de solucionarse, mientras la guerra se intensifique en Siria, no puedan ponerle coto a los talibanes en Afganistán, y al Estado Islámico en Irak, a lo que hay que sumar a la gravísima crisis sanitaria que sufre en país de los dos ríos, por efecto de los residuos nucleares que dejará por centurias, el uranio empobrecido que se usaba como camisa de las bombas y misiles que se han utilizado en los dos invasiones norteamericanas de 1991y 2003, dispararon los índices de cáncer en la población y los nacimientos con malformaciones. Cuestión que sin duda en algunos años se repetirá en Siria, también en Afganistán y Libia, lo que provocará que nadie quiera volver, y mucho menos producir en esos territorios altamente contaminados.

Por eso las soluciones y las cuotas de refugiados que quieren imponer Alemania al resto del continente por lo menos habría que decir que son escasas, por no catalogarlas de ridículas.

Las grietas generadas dentro de la Unión Europea tardarán buen tiempo en reparase, pero eso hoy es lo que menos importa, lo realmente importante es hacer que desaparezcan los refugiados de los titulares de los grandes medios y que sigan en soledad peregrinando hacia el olvido.

 

* Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.