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2009, un año de efervescencia política en América Latina

Fuentes: Pueblos

Tal y como dijo Marc Bloch «la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado». El caso de América Latina no es una excepción. Para comprender las circunstancias actuales de la región, tanto a nivel político, como económico, como social, uno debe echar primero la vista atrás, tomar conciencia del legado histórico. 2009 […]

Tal y como dijo Marc Bloch «la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado». El caso de América Latina no es una excepción. Para comprender las circunstancias actuales de la región, tanto a nivel político, como económico, como social, uno debe echar primero la vista atrás, tomar conciencia del legado histórico. 2009 es, en este sentido, una fecha especialmente propicia para esta doble mirada: antes de que finalice el año se habrán celebrado elecciones presidenciales en siete países del área latinoamericana, otras tres legislativas y dos referéndums. Ello sucede 200 años después del primer Grito de Independencia, hecho que supuso el inicio del proceso que puso fin a la dominación española en tierras americanas. Se celebra éste al ritmo de la música, comiendo patacón, tamal o arequipe. En Quito, en Bogotá, en La Paz, incluso en Londres.

«Hace 200 años atrás» -afirmaba el pasado 16 de julio Evo Morales desde la capital boliviana- «nuestros héroes decidieron acabar con el poder colonial, mestizos y originarios quienes lucharon por la independencia de Bolivia y América Latina, por sus derechos, por un nuevo Estado, pues aquí sus hijos estamos presentes y seguimos luchando». Entre comicios y conmemoraciones, aquí o allá, entrelazando pasado, presente y futuro, la palabra protagonista no es otra que la de «cambio». Se escucha no sólo en boca de políticos, también en la de taxistas, estudiantes, amas de casa, presentadores de televisión, ex guerrilleros, agentes de seguridad, campesinos, desempleados. Unos la pronuncian con recelo, temerosos de lo que pueda depararles; otros, con los ojos brillantes, henchidos de esperanza, pletóricos. Es el cambio, en definitiva, el que esculpe en gran medida la Historia, el que marca los ritmos, y delimita las etapas.

Como ocurrió en marzo, por ejemplo, en El Salvador, con el triunfo de Mauricio Funes, del FMLN, después de 20 años de gobierno de ARENA; o en Venezuela, donde la aprobación de la reforma de la Carta Magna dio inicio a un nuevo ciclo «revolucionario», en el que Hugo Chávez podrá ser reelegido indefinidamente para la presidencia. En Honduras los cambios irrumpieron violentamente, por la fuerza de las armas, después de que un golpe de Estado depusiera al hasta entonces presidente Manuel Zelaya. No cabe duda, en el continente se están viviendo momentos relevantes. Lo que suceda este 2009 es lo que definirá el rumbo político de la región durante la próxima década.

En este sentido debemos tener en cuenta que el escenario latinoamericano del siglo XXI no es el mismo que el de los años 90. La heterogeneidad en cuanto al modelo de integración regional ha ido en aumento, lo que ha hecho rebrotar el sentimiento nacionalista con la aparición de ciertas propuestas neopopulistas como la del Estado bolivariano de Venezuela, Ecuador y Bolivia, lo que se conoce como el eje Chávez-Correa-Morales. Paralelamente Brasil, con el presidente Lula da Silva a la cabeza, está tomando el liderazgo de la región, respaldado por la nueva Administración de Barack Obama. Todo ello en un contexto de crisis económica mundial y tras perder interés geopolítico a nivel internacional, circunstancias que no contribuyen a neutralizar la aparición de focos de tensión y conflicto en la zona. América Latina todavía está redefiniéndose y en este estado de tránsito lo que está en juego no es otra cosa que la calidad de sus democracias. Para ello se deberán solventar los problemas internos que desde tiempo ha vienen entorpeciendo el paso: los graves abusos de poder, la corrupción y el narcotráfico, las profundas desigualdades sociales, los altos índices de violencia. Sólo entonces podrá consolidarse, ganando en prosperidad e influencia. ¿Cómo conseguirlo? La clave está en esos mismos taxistas, estudiantes, amas de casa, presentadores de televisión, ex guerrilleros, agentes de seguridad, campesinos, desempleados. Ellos son los que tienen la palabra. Ellos son los promotores de su Historia, del cambio. El verdadero poder, para bien y para mal, siempre estuvo en la acción ciudadana. Lo estuvo en 1809 cuando en la actual Sucre se escuchó el primer grito libertario, y lo estará nuevamente en Bolivia, el próximo 6 de diciembre, cuando los bolivianos acudan de nuevo a depositar su voto en las urnas.


Alesia Martínez es fotoperiodista y colaboradora de Pueblos.

Este artículo ha sido publicado en el nº 39 de la Revista Pueblos, septiembre de 2009.

Fuente: http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1725