Después de años donde los gobiernos de derecha campearon en el subcontinente para dividir fuerzas, los 12 países de América del Sur se reunieron en Brasilia para empezar a verse las caras de nuevo, y trabajar en pos de la recuperación de los espacios de integración. Una tarea nada fácil.
La invitación del presidente Luis Inacio Lula Da Silva fue un éxito: llegaron al Palacio de Itamaraty, la sede de la cancillería en Brasilia, los presidentes de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela, Surinam y Guyana, más el jefe del Consejo de Ministros del cuestionado gobierno del Perú.
El encuentro entre líderes marca el regreso del presidente venezolano al espacio de integración regional. Durante su presidencia Bolsonaro interrumpió las relaciones entre Brasil y Venezuela, incluso ordenó el cierre de la embajada y expulsó a los diplomáticos del gobierno de Maduro.
En el discurso inicial del encuentro, Lula defendió la revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) como forma de fortalecer la integración regional. Pero aclaró que está abierto a sugerencias sobre el diseño institucional que podría funcionar mejor para hacer avanzar este proceso, independientemente de las tendencias ideológicas.
Antes, Lula había aclarado que del encuentro no saldría ningún acuerdo concreto de revitalización de la UNASUR, pero en su discurso dejó vislumbrar una hoja de ruta. Planteó poner el ahorro regional al servicio del desarrollo económico y social, movilizando bancos de desarrollo ya existentes.
También llamó a profundizar nuestra identidad sudamericana también en el ámbito monetario, a través de mecanismos de compensación más eficientes y la creación de una unidad de referencia común para el comercio, reduciendo la dependencia de monedas extrarregionales.
Lula pidió además implementar iniciativas de convergencia regulatoria, facilitando los trámites y reduciendo la burocracia para exportar e importar bienes; y ampliar los mecanismos de cooperación de última generación, que involucren servicios, inversiones, comercio electrónico y política de competencia.
En la misma línea habló más tarde el presidente de Argentina, Alberto Fernández, en sus últimos meses de gobierno, a diferencia de Lula quien recién comienza a transitar su tercer mandato. «Debemos garantizar una zona de paz y hacer algo para generar un sistema de defensa en América del Sur y no esperar lo que diga el Comando Sur sobre lo que tenemos que hacer en América Latina», dijo Fernández, de acuerdo a medios argentinos.
El presidente argentino recordó lo ocurrido durante la pandemia de Covid-19 y la competencia internacional por el suministro de vacunas. «Todos corrimos buscando vacunas», lamentó el mandatario e invitó a sus pares a «concertar intereses, integrarnos físicamente» para poder garantizar la derechos como la salud en toda la región.
Así Fernández se refirió a dos de las instancias que alguna vez constituyó Unasur y hoy se extrañan, como la coordinación de los ministerios de salud y de defensa de los países miembros. De los 12 países sudamericanos, cinco (Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia y Ecuador) que ya no forman parte de Unasur. Lula reconoció que es necesario «evaluar críticamente lo que no funcionó y tener en cuenta estas lecciones”.
«Dejamos que las ideologías nos dividieran e interrumpieran el esfuerzo de integración. Abandonamos los canales de diálogo y los mecanismos de cooperación y, con eso, todos perdimos», dijo el presidente brasileño, quien también dijo: «No tenemos ideas preconcebidas sobre el diseño del futuro institucional que podríamos adoptar, queremos dialogar y conocer la opinión de todos”.
La agenda de la cumbre, además de la integración, abarcó temas comunes en las áreas de salud, infraestructura, energía, medio ambiente y lucha contra el crimen organizado. La idea es retomar el diálogo y la cooperación con los países sudamericanos, identificar denominadores comunes para ver cómo se puede iniciar un camino para volver a contar con un mecanismo de cooperación netamente sudamericano.
“Quizás es la única región del mundo que no tiene esta institución de diálogo”, subrayó Gisela Figueiredo Padovan, secretaria para América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Como la región tiene capacidades y recursos que serán claves en el futuro de la humanidad, como los naturales, el agua, minerales, área para la producción de alimentos, se puede iniciar de inmediato una agenda concreta de cooperación, añadió.
El último encuentro en el que estuvieron los 12 presidentes de los países que integraron la Unasur fue en 2014 en Ecuador. Tras la destitución de Dilma Rousseff en 2016 mediante juicio político, la región vivió una ola de gobiernos de derecha y la Unasur como mecanismo de integración sudamericana pasó a un segundo plano
La foto de familia en los amplios espacios de Itamaraty dejó claro que es mucho lo que hay para recorrer. Buscado o no, o tal vez para evitar desplantes ante las cámaras, a la derecha de Lula quedaron la mayoría de los presidentes progresistas, y a la izquierda, los de derecha.
Por ahora, el encuentro en Brasilia deja clara la centralidad de Lula y su diplomacia, para marcar el ritmo de lo que sucede en el subcontinente que concentra las mayores reservas de petróleo, de biodiversidad, de agua potable y de litio del mundo. Las miradas están puestas, de nuevo, en América del Sur.
*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTv en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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