El mundo sigue estremeciéndose, ante las imágenes que muestran las columnas de refugiados trepando por el mapa de Europa, intentando procurarse un lugar donde guarecerse de tanta guerra y de tanta hambre. La Unión Europea (UE) muestra en esta tremebunda crisis que es poca Unión y si muy Europea, cada nación intenta tomar el camino […]
El mundo sigue estremeciéndose, ante las imágenes que muestran las columnas de refugiados trepando por el mapa de Europa, intentando procurarse un lugar donde guarecerse de tanta guerra y de tanta hambre.
La Unión Europea (UE) muestra en esta tremebunda crisis que es poca Unión y si muy Europea, cada nación intenta tomar el camino que más le conviene, atendiendo solo a sus intereses.
En realidad poco y nada hacen por paliar la crisis que ellos mismos provocaron al servir de escuderos a las aspiraciones imperiales de los Estados Unidos. Como un auténtico Golem o aprendices de brujos o del diablo, se han puesto a bombardear e invadir naciones, ciudades, pueblos y aldeas de Medio Oriente sin detenerse a pensar en las consecuencias del mundo que estaban fundando. Como un auténtico Golem o aprendices de brujos o del diablo, se han puesto a esquilmar, a engañar, a defraudar a naciones enteras de África, sin detenerse a pensar en las consecuencias del mundo que estaban fundando.
Ya es tarde para todo, ahora cientos de miles, que pronto sumaran un par de millones, de sus víctimas, que todavía confían en ellos van por la ayuda que Europa no sabe si quieren o si puede dar.
Más cejijunta que nunca, esta módica führer de cabotaje que nos ha brotado como una mala hierba en el jardín de Europa, Ángela Merkel, ha anunciado que Alemania se prepara para recibir a 800.000 refugiados, solo este año, y se apresta a facilitar todos los tramites para esas radicaciones. Tanta gentileza teutona tiene un precio, los refugiados especialmente los sirios a quienes se les pueden definir, mínimamente, como mano de obra cualificada, no son solo obreros o artesanos, sino profesionales de alta calidad en diferentes especialidades. Sin duda muchos de ellos serán bienvenidos para cubrir faltas en el campo laboral alemán a precio de liquidación. Un obrero proveniente de una Alepo devastada, aceptará remuneraciones que un obrero bávaro ni se molestaría en discutir. Tanta gentileza alemana no tendrá su correlato con los gentiles de Somalia o Eritrea, que pauperizados por décadas de guerras y hambrunas solo llegan con sus manos ulceradas y sus miradas tristes.
A Ángela Merkel tanto la oposición como las fuerzas de la alianza que la mantiene en el poder, han empezado a señalar su oposición a la política de acogida. El eurodiputado del CSU Manfred Weber ha hecho un viaje a Budapest donde se dejó ver con el premier húngaro Viktor Orbán, el adalid del no a la inmigración, como un guiño no solo a Europa, sino a la derecha alemana. En sintonía con Weber el líder del partido, Horst Seehofer, criticó a Merkel y defendió a Orbán. También el exministro del Interior de Merkel, el socialdemócrata Hans-Peter Friederich, que debió renunciar a su cargo en febrero de 2014, tras verse envuelto en un escándalo de pornografía infantil, calificó a la política migratoria de su exjefa como un «error político sin precedentes y de consecuencias devastadoras», menos mál que no dijo «inmoral».
Merkel como para reducir el impacto de sus políticas ha anunciado que tras resolverse la situación en sus países los inmigrantes tendrían que retornar a sus patrias. Como si hubiera posibilidad de que tras años de guerra y tapizados de bombas recubiertas con uranio empobrecidos esos territorios puedan albergar a alguien.
Europa ha comenzado a debatir con exactitud suiza la cuota de inmigrantes que cada país pueda o deba recibir, aspirando a no tener que aserrar a ninguno al momento de la división. Alemania ha sincerado sus apetencias de ser reconocida de una vez como comandante en jefe viejo continente y es Berlín quien lleva la voz cantante en esto de la repartija de miserables, poniendo cuotas de tolerancia a países tan misérrimos como España, que muy feliz está de que muchos de su nacionales vuelvan a encontrar en América Latina, fundamentalmente en Argentina, lo mismo que encontraron a principios del Siglo XX.
Tanta cacareada solidaridad europea esta provocando los anticuerpos del caso y cada vez resurgen con más fuerza las voces xenófobas de los neonazis y euroescépticos que se oponen a tanta inclusión. A pesar que en un adelanto de las encuestas realizadas por Gallupy y se publicarán en octubre, señalan que una alta proporción los europeos no creen que los inmigrantes les robarán el trabajo. El 61 % de los alemanes sostiene que los inmigrantes están dispuestos a hacer los trabajos que ya nadie quiere hacer. En España, el porcentaje es del 54 %. El caso húngaro es opuesto el 23 % piensa que les robaran sus trabajos, y solo un 14 % sostiene que hacen las tareas que nadie quiere realizar.
Desde el inicio de la Primavera Árabe, en 2011, el número de personas que han tratado de ingresar en los países de la UE se ha disparado, las cifras prácticamente se van duplicando año tras año llegando en 2014 a 626 000. En lo que va del año la cifra ya se acerca a los 355.000 y se espera otros 400.000 en los próximos meses.
Según estas estadísticas, todavía a Europa siguen llegando más hambrientos que perseguidos por el fuego y la metralla. Sólo un 20 % son sirios, un 7 % son afganos y un 3 % iraquíes. El resto, el gran resto, son fugitivos del hambre, que abandonan sus países inmensamente ricos en petróleo, en gas, en minerales como el oro o el uranio, a mendigar a sus propios depredadores.
El mercado ha impuesto sus condiciones también entre los medradores de la desesperación, frente al aumento de la afluencia de migrantes en las costas turcas, los traficantes de persona han rebajado sus tarifas para el cruce de 4 km. a Kos. A comienzos del 2015, el cruce costaba 10.000 dólares, el crecimiento de la demanda es tal que se han podido dar el lujo de rebajarlo a 2.000 por persona.
Otro de los «grandes negocios» que esta dejando esta crisis es el del pasaporte falsificado. Al comienzo de la guerra contra el presidente Bashar al-Assad, Catar imprimía pasaportes sirios falsos, para que los mercenarios y los miembros de al-Qaeda pudieran ingresar al país o pudieran exhibir ante los periodistas, para mentir su nacionalidad. A cinco años vista de aquello, los pasaportes sirios falsificados tienen muchísimo valor, ya que son justamente los sirios los más favorecidos a la hora de tramitar la entrada a Europa. Hace meses que los países de la UE han cerrado sus embajadas en Damasco, por lo que no hay forma de verificar la legitimidad de los documentos.
Presente griego
Al tiempo aumentan a cada momento las versiones de que la decisión turca de permitir el cruce de refugiados desde sus costas a Grecia ha sido pautada por el Departamento de Estado estadounidense para acelerar todavía más la crisis económica y social europea. Estados Unidos sigue sin atender la coyuntura y solo admitirá en 2015 a 1.500 refugiados y a lo largo del 2016 otros 10.000. Nadie de la UE ha salido a reclamar la falta de solidaridad de Washington y acatan sin chistar las modestas cifras de acogida que ofrece.
Europa y los Estados Unidos son responsables de las matanzas producidas en Afganistán, Siria e Irak que ya alcanzaron la cifra, aunque nada indica que vaya a detenerse, de 4.000.000 de personas muertas, el pic-nic en Libia que tanto procuraron la OTAN y los Estados Unidos produjo unas 160.000 muertes de las cuales el 75 % fueron civiles. Y todavía no emergió una sola voz de tanto burócrata europeo, de trajes de buena hechura, lozanas fragancias y entintadas cabelleras que entone su mea culpa por este genocidio en escalas. Algún tribunal, y esperemos que no sea simplemente el de la historia, tendrá que pedir cuenta a Hollande, Merkel, Cameron, Zarkozy, Blair, Bush y Obama, entre otros miembros de esta banda de asesinos y saqueadores.
Estas guerras, que han sido planeadas y organizadas incluso antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, confirmarían que la incursión de Mohammed Atta y sus fedayines en los cielos neoyorkinos no solo fue permitida, sino además alentada por la propia inteligencia estadounidense, ha tenido como único fin exterminar naciones como Libia o Siria, partirlas y aniquilar sus aspiraciones independentistas, un pésimo ejemplo para el resto del mundo árabe.
Más allá de los intentos de Berlín y Paris de discutir la cuota de inmigrantes que deberá asumir cada país miembro, el grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) más Rumania y Letonia, se oponen al proyecto de cuotas y niegan la posibilidad de recibir a un solo refugiado.
El Gobierno neofascista de Hungría continúa siendo el más virulento frente a los inmigrantes: la represión policial, las verjas, la diatriba oficial y mediática contra los migrantes ha predispuesto a importantes sectores de la sociedad húngara a apoyar al primer ministro Viktor Orgán. En su actitud de no permitir si quiera el cruce de su territorio rumbo a Austria, a fuerza de represión y zancadillas, se ha considerado hasta heroica.
Casi 4.500 en un día ha sido el mayor número de personas provenientes de Oriente Medio que han ingresado a Hungría, por el paso fronterizo de Röszke, donde el Gobierno húngaro a toda máquina intenta terminar el último tramo de la alambrada con la frontera serbia y clausurar para siempre el incómodo problema.
Al mismo ritmo que Bucarest quiere terminar la empalizada antiinmigrantes apura también una batería de leyes que establece penas de hasta cinco años de prisión para quien cruce ilegalmente su frontera. Orbán aspira a que gracias a las nuevas leyes migratorias y la barda los refugiados opten por tomar otra ruta evitando ingresar al país, siguiendo desde Serbia a Croacia, para después ingresar a Eslovenia y llegar a Austria desde el sur.
Los diferentes bloques políticos de Alemania, que espera 40.000 inmigrantes en las próximas horas, como la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), socios de coalición gubernamental, se han plantado frente a Ángela Merkel, han criticado sus políticas de la apertura de fronteras y se han alineado a las políticas de la mano dura aplicada en Hungría.
A pesar de tanto parapeto y leyes restrictivas los refugiados tienden al crecimiento, se esperan unos 400.000 en los próximos meses, el invierno que se aproxima junto a las marejadas del Mediterráneo, no detendrán la corriente migratoria, solo sumaran algunos muertos más al genocidio. La notoriedad mundial que ha tomado la problemática, en vez de disminuir el número producirá un efecto mayor entre las masas que aún dudan entre emprender la hégira o no.
El mapa y la sociedad europea han sido definitivamente modificados, miles de desangelados están llegando para quedarse y va a ser más difícil echarlos que incorporarlos. Europa está viviendo su hora más crucial desde la Segunda Guerra Mundial, sabe que no podrá cerrar sus puertas, más allá de su voluntad por la presión de los de afuera.
Las políticas de los Estados Unidos y la Unión Europea han fracasado y solo les queda imponerse con más guerras. Mirando los posible presidenciables de los Estados Unidos, que prácticamente han dejado al senador John Mccain y su Tea Party como un obsoleto nido de rojos, hace pensar que las guerras van a continuar por parte de Estados Unidos y solo resta saber cuanto más los seguirán sus aliados europeos. Por lo que seguirán llegando desesperados a Europa, les guste o no.
Quienes robaron la cuna, los sueños y la vida del pequeño Aylan Kurdi, saben que la historia los ha condenado, solo les queda rogar que el infierno no exista.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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