El 30 de mayo, Luis Almagro presentó «su» informe sobre Venezuela. En 132 páginas ofrece «su» (propio y suyo) análisis de la situación socio-política del país. Maravilla la exacta y calcada coincidencia de su lógica con la de MUD. ¿Se imaginan? Supuestamente, Almagro tenía un tesoro. Estaba del lado correcto. Le habían hecho buena publicidad […]
El 30 de mayo, Luis Almagro presentó «su» informe sobre Venezuela. En 132 páginas ofrece «su» (propio y suyo) análisis de la situación socio-política del país. Maravilla la exacta y calcada coincidencia de su lógica con la de MUD.
¿Se imaginan? Supuestamente, Almagro tenía un tesoro. Estaba del lado correcto. Le habían hecho buena publicidad a su labor. Entregaría «su» informe. Supuestamente, hecho de «su» puño y letra. La verdad se sabría.
El supuesto Almagro ha asumido, con vehemencia, con incordia y con desmesurada concentración, la situación de Venezuela. La califica de catastrófica. Aquí pasa de todo y pasa solamente aquí. Nada pasa en México que desde el 26 de septiembre del 2014 desaparecieron a 41 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa. Almagro no se ha enterado. En Iguala, buscando los cuerpos de los 41 estudiantes, han encontrado ya más de 60 fosas comunes con cadáveres de otros desaparecidos. Sin embargo, el supuesto Almagro tampoco se ha enterado. En Honduras, los asesinatos selectivos a líderes sociales son casi una letanía. El último, el de Berta Cáceres, coordinadora del Consejo de Pueblos Indígenas de Honduras el 3 de marzo de este año. En Colombia asesinaron, durante el 2015, a más de 60 líderes comunitarios. En lo que va del 2016, ya suman más de 27 asesinatos políticos. Por otra parte, la Alcaldía de Bogotá entregó la administración de la salud pública a compañías privadas. Hay enfermos que esperan hasta cuatro meses por una medicina que no saben si les llegará. Durante las protestas del paro agrario de este año (protestas organizadas por campesinos, indígenas y afrodescendientes pobres), el gobierno colombiano detuvo a unas 121 personas por enfrentarse a las fuerzas policiales de modo violento. Recordemos que solo el Estado tiene el derecho del uso legítimo de la fuerza. Claro, si no es el actual venezolano. Los apresados van a ser juzgados y encarcelados. Adicionalmente, hubo tres campesinos asesinados.
Al supuesto Almagro no le llegaron esas noticias porque estaba escribiendo su informe. En Paraguay, once campesinos se pudren en el olvido y la indiferencia. Son los únicos juzgados por la masacre de Curuguaty, esa que sirvió como excusa para que el congreso paraguayo destituyera a Fernando Lugo en 2012. La Fiscalía paraguaya los incrimina solo a ellos. Ningún policía fue detenido ni ha sido ni será juzgado. Solo los once campesinos. Pasa en un país en el que el 87% de las tierras cultivables están en manos del 2% de las familias más ricas. El supuesto Almagro desconoce esta tragedia, aunque le ocurre a su vecino. En Guatemala, desde el 2007, han asesinado a más de 57 líderes sindicales. En Brasil destituyen a Dilma Rousseff y asume la presidencia un diputado investigado por corrupción. De inmediato nombra nuevos ministros. De inmediato empiezan a renunciar esos mismos ministros (ya van tres) porque están implicados en gravísimos casos de corrupción. Almagro no habla. No opina. Espera que una comisión le informe sobre la legalidad del procedimiento. Él no se mete en eso. Él escribe su informe. En Argentina, Macri saca a Telesur y a Rusia Today de la parrilla de las cableras y de la televisión abierta con la finalidad de promover la «amplitud» informativa. Otra vez en Brasil, su presidente impuesto (Michel Temer) cierra a TV Brasil porque el Tribunal Supremo Federal no permite que cambie al director nombrado por Dilma. Fuera de Venezuela, hacer política mata. En Venezuela, hacer politiquería (mejor si eres de oposición al gobierno chavista) te da la oportunidad para viajes alrededor del mundo en primera clase, entrevistas en CNN (muy seguidas y de muchos minutos), asilo político en EE.UU, encuentros con Obama o Kerry, comidas con expresidentes, te pone gordo a lo Lester Toledo. Almagro no escucha ni ve nada de esto. La escritura del informe ocupa todos los latidos de su corazón.
Sin embargo, los textos son como la peste: todo lo inundan. Son como la piel: no te dejan ocultar. Los textos son nuestras huellas. Y el informe del supuesto Almagro hizo, con su autor, lo propio. Comienzo a leer «su» informe con la paciencia a la que obliga la impaciencia.
Lo primero que uno se consigue es su descuidada presentación. Está mal escrito de verdad verdad. Desde el primer párrafo uno se enfrenta a un texto mal intencionado, en la forma y en el fondo. Comienza dirigiéndose al representante permanente de Argentina, quien funge como Presidente del Consejo Permanente y lo hace con «agrado», es decir, feliz de presentar su obra. Luego expone, sin prevención y sin introducción, una extensa cita textual del artículo 20 de la Carta Democrática al que recorta la parte inicial (que es la más importante). No es sino hasta el párrafo quinto cuando nos enteramos de que la cita aparece para «atender» la alteración del orden constitucional que padece Venezuela. Y lo peor de todo y confesado desde el inicio: lo que sabe lo sabe porque se lo brolleó la Asamblea Nacional de Venezuela.
El supuesto Almagro sostiene que obtiene su derecho de intervenir en los avatares de Venezuela porque ya la OEA lo hizo, cuando estuvo en riesgo el orden institucional del país a raíz (estas son sus palabras) «… en el año 2002 luego de la crisis institucional que enfrentara el Presidente Chávez». Se nota el malabarismo discursivo para evitar pronunciar las palabras golpe de Estado. ¡Ay, supuesto Almagro: pareces Hansel y Gretel en el bosque!
El informe es un cartapacio de fuentes dudosas, desequilibradas y poco confiables. Así es como llega a exponer una prueba de indudable contundencia como esta: «Alfredo Romero, reportó en su cuenta de Twitter que el 25 de mayo el número de presos políticos aumentó… (p. 28)». Escrito así, con una coma mal ubicada y con la palabra tuiter mal escrita. En el apartado que titula «Separación e independencia de los poderes del Estado» (p. 40), únicamente concede legalidad y legitimidad al poder legislativo, es decir, a Ramos Allup y su directiva. Los otros cuatro poderes del Estado venezolano tendrán ese mismo tratamiento si y solo si se someten al primero; esto dentro de la poderosa lógica interpretativa de Almagro. Es por ello que, en reiteradas ocasiones, el supuesto Almagro recomienda que se escuche la voz de Ramos Allup en la Asamblea Permanente de la O.E.A. No la del TSJ, tampoco la del Poder Ciudadano, menos la del Poder Electoral. La del ejecutivo no la puede impedir. En realidad, la O.E.A es un club de gobiernos en el que el mayor accionista es EE.UU.
Uno recorre las páginas del informe y va de sorpresa en sorpresa, de contradicción en contradicción. De mala redacción en mala redacción. Faltan comas, sobran comas, sobran acentos, sobran mayúsculas, faltan puntos, sobran puntos, escriben mal las siglas, los acrónimos, sobran los «donde», aparecen las palabras comodines como «cuestión». En la página 41 reclama que la Asamblea Nacional anterior (la de mayoría chavista) haya nombrado los magistrados faltantes del Tribunal Supremo de Justicia y, con este acto parlamentario, haya escogido a los que les dio la gana. Para él lo justo hubiera sido lo contrario: que los hubiese escogido la Asamblea actual (la de mayoría opositora) para que estos, a su vez, eligieran a los que diera le la gana.
Para el supuesto Almagro, las ganas de la Asamblea de ahora son más transparentes, legítimas y democráticas que las ganas de la anterior. Así razona el supuesto Almagro. Es el mismo argumento que esgrime cuando reclama que a esta Asamblea el TSJ no le aceptara la modificación del Reglamento Interior de Discusión y Debates. Almagro hace suyo el reclamo de los actuales diputados opositores (ahora con mayoría absoluta) ya que cuando ese reglamento fue impuesto eran los otros quienes tenían (palabras textuales) «mayoría hegemónica». Y aquellos lo hicieron para impedir que estos ejercieran sus derechos como parlamentarios, pero estos lo hacen ahora (la modificación) para garantizar que aquellos sí tengan los derechos que a ellos les negaron. Así razona el supuesto Almagro en su informe. En la página 63, en el subtítulo «Erosión de la democracia», su poderosa fuente de comprobación son citas de periódicos nacionales y extranjeros en los que se recogen las declaraciones de chavistas y opositores. Las declaraciones de los chavistas «confirman» la erosión de la democracia. Las declaraciones de los opositores «confirman» la heroica lucha por volver a producir la capa vegetal en nuestra democracia. Nunca una metodología fue más fehaciente y seria para un informe de la O.E.A. Así razona. En la página 86 hace referencia a las elecciones del 6 de diciembre. Dice textualmente que «La jornada electoral… transcurrió de manera pacífica y con alta participación ciudadana (74, 25 %). Se destacó el respeto al secreto y el correcto conteo de los votos, que reflejó de manera fidedigna la voluntad popular». Acto seguido, se dedica a señalar irregularidades cometidas por el CNE. Un poder público amañado, según Almagro, que organiza y cuenta bien los votos. En resumen: Venezuela está divida entre malos muy malos (el gobierno) y buenos muy buenos (los opositores y la Asamblea Nacional). Esta es la lógica de todo el contenido del informe. Ni con mucho menos y con mucho más. Así de inteligente es la disertación de Almagro.
Dado que las comas que sobran o faltan (junto con las incoherencias) no son suficientes, ahí está la vida misma, en carne y hueso, golpea que te golpea hasta el vértigo: Almagro aseguró, durante un encuentro con movimientos sociales en República Dominicana (a raíz de estarse celebrando la Asamblea General número 46 del organismo), que la O.E.A no anda por América dando «recomendaciones» ni diciendo qué deben hacer los Estados miembros. Ella solo «colabora» a la solución de los problemas. He aquí la prueba.
A pesar de lo «dicho», lo «hecho» con su risita estaba más en concordancia con su texto; ya que los textos nos hablan, nos muestran y nos denuncian. Es así como en la página 125 Almagro ofrece las «recomendaciones» al respecto de lo que se debe hacer con y en Venezuela. Esas «recomendaciones» que la O.E.A no da porque no es su labor, según lo aseguró el mismo supuesto Almagro antes de su risita. Lo peor: su incandescente mimetismo con un solo sector político-partidista venezolano. Ellos, los que están del lado correcto de la historia, su historia…
A partir de la página ochenta, leo de aquí y de allá. Salto y brinco en la lectura. Después de revisar algunas de las «recomendaciones» (esas que la O.E.A no da), dejo el informe. Me vence. El supuesto Almagro reirá otra vez, ahora con vergüenza, cuando se descubra que su supuesto informe es un evidente correo electrónico (cada línea discursiva así lo delata) enviado desde Venezuela.
Fuente original: http://pasionporeldiscurso.blogspot.com.es/