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El más aristocrático y enigmático de ‘Los apóstoles de Cambridge’, la red de espías al servicio de la Unión Soviética

Desenmascarado Anthony Blunt, el «cuarto hombre»

Fuentes: La Vanguardia

El más aristocrático y enigmático de ‘Los apóstoles de Cambridge’, la red de espías al servicio de la Unión Soviética desde la década de los 30 hasta los primeros años de los 50, tenía a su cargo la pinacoteca de la familia real y había obtenido gran reputación como experto en arte francés. Fue ordenado […]

El más aristocrático y enigmático de ‘Los apóstoles de Cambridge’, la red de espías al servicio de la Unión Soviética desde la década de los 30 hasta los primeros años de los 50, tenía a su cargo la pinacoteca de la familia real y había obtenido gran reputación como experto en arte francés. Fue ordenado sir en 1956.

El 15 de noviembre de 1979, ante una petición parlamentaria de dos diputados laboristas, la primera ministro británica, Margaret Thatcher, desveló que el cuarto hombre del círculo de Cambridge, la red de espionaje más célebre al servicio de la Unión Soviética, era nada menos que sir Anthony Blunt, un prestigioso historiador de arte y asesor de la colección de pintura de los monarcas Jorge VI e Isabel II. Los británicos, por fin, ponían cara al oculto camarada de Kim Philby, Guy Burgess y Donald Maclean. Ya sólo quedaba destapar el quinto miembro, pero la premier distrajo a los parlamentarios anunciando que vivía en el extranjero y había adoptado otra nacionalidad.

La bomba lanzada por Thatcher en los Comunes sacudió a todo el país. Minutos después de la declaración, Buckingham Palace anunciaba que sir Anthony Blunt pasaba a ser Mr. Blunt a secas, porque las reina le retiraba el título de caballero de la Orden Victoriana que le había sido concedida en 1956. En la declaración de tres folios de la primera ministro se comunicaba que Blunt admitió en 1964 haber sido reclutado y haber trabajado para los servicios de espionaje soviéticos antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando era profesor en Cambridge, y que pasó información regularmente a los rusos mientras estaba en los servicios de seguridad británicos desde 1940 a 1945. También que ayudó a sus dos colegas Maclean y Burgess a escapar a la Unión Soviética en 1951. Pese a ser descubierto, Blunt siguió trabajando como asesor real y protector de los cuadros de la reina hasta 1972.

El escándalo por la revelación provocó la desaparición de Blunt. Aunque durante los primeros días se especuló que se había fugado al extranjero, en realidad permaneció escondido en Londres. Primero, en su propio apartamento de lujo de Bayswater y, después en casa de un amigo. Pocos días más tarde, el 20 de noviembre, dio una conferencia de prensa restringida en el edificio deThe Times, donde contestó con elegancia y compostura, no exenta de la arrogancia que siempre le acompañó, a las preguntas duras y sarcásticas de los periodistas. También hizo público un comunicado en el que relataba su participación en la red de espionaje soviética en el seno del M15 británico durante la guerra. Blunt concedió una lacónica declaración de culpabilidad: «Puse mi conciencia por encima de mi lealtad al país» .

Comenzaron entonces los años negros de Blunt. Acusado de traición a la patria, desposeído de honores y cargos públicos, expulsado de los ambientes patricios en los que siempre se había movido, vivió sus últimos tres años –murió el 26 de marzo de 1983-, acompañado de un pequeño número de amigos y discípulos. Sin el consuelo de su trabajo como historiador. El trabajo, y sólo el trabajo, que junto al whisky, le había permitido soportar durante años el secreto de su vida.

¿Qué es lo que llevó a Blunt a convertirse en un espía soviético?

Hijo de un capellán evangélico de la embajada británica en París, primo lejano de Elizabeth Bows Lyon, que se convertiría en reina madre gracias a su matrimonio con el duque de York, más tarde Jorge VI. Blunt era impecablemente bilingüe, ingresó en Cambridge como estudiante de matemáticas pero pronto se inclinó por el arte en el prestigioso instituto Courtauld (del que fue director en los años sesenta). En ese clima intelectual, frecuentó el círculo de Bloomsbury donde la homosexualidad era aceptada con normalidad y donde conoció al hombre que le cambiaría la vida: Guy Burgess. El hombre que lo captó para la red soviética en 1937.

Tampoco era una fecha fortuita. Se combatía desde el verano de 1936 en España y para muchos jóvenes británicos adherirse a la causa comunista les permitió redimirse de su pasado victoriano, condenar las políticas pusilánimes de las democracias occidentales y apoyar a la Unión Soviética como baluarte contra el avance de los fascismos en Europa. Los más osados viajaron a España para combatir en el bando republicano, como el poeta John Cornford o el sobrino de Virginia Woolf, Julian Bell. Blunt conoció al primero y fue amante del segundo. Los dos murieron en España. Tal vez para Blunt su contribución fue ingresar en la red de espionaje soviética. Como sugiere su biógrafa Miranda Carter, Blunt «no sabía muy bien en que se estaba metiendo», siempre fue un personaje oscuro, dubitativo y complejo. Sin duda, se arrepintió de su adhesión al marxismo y poco antes de su desenmascaramiento había confesado que votaba al partido Conservador.

En 1939 se unió a la armada británica y sirvió como oficial en Francia hasta que fue invadida por los alemanes. De vuelta a Inglaterra fue trasladado al servicio secreto M15, donde tuvo acceso a los informes que detallaban los códigos alemanes descubiertos por los británicos, material que hizo llegar a los soviéticos. No deja de ser paradójico que la URSS fuera entonces aliada de Gran Bretaña. Tras la guerra dejó el espionaje para centrarse en su carrera artística.

Pero en 1963 un norteamericano, Michael Straight, a quien Blunt había intentado reclutar sin éxito, reveló su identidad al M15. Se supone que le ofrecieron inmunidad a cambio de que contase a los servicios británicos y norteamericanos todo lo que sabía. Los americanos solo pusieron una condición por callar: Blunt nunca pisaría territorio estadounidense. Además, si destapaban otro escándalo el maltrecho prestigio de los servicios secretos británicos se hundiría. Kim Philby, el más brillante de los espías del grupo, había huido a la URSS en enero de aquel mismo año.

El pacto de silencio se mantuvo desde la confesión de Blunt en 1964 hasta la declaración de Thatcher, ¿por qué lo rompió? Nunca se ha sabido. Del mismo modo que tampoco Blunt nunca contestó con claridad por que había aceptado ser agente soviético. Blunt, un hombre sutil, persuasivo y enigmático, dedicó todas sus energías e inteligencia a ocultarse tras su actividad intelectual. Lo consiguió durante casi toda su vida. Tras las revelaciones de Thatcher, declaró: «Ahora que ya se sabe todo me siento mejor. He vivido una situación de tremenda tensión, pero afortunadamente tengo un maravilloso don para conciliar el sueño». Frío, flemático y cínico. Puro carácter inglés. Como resumía un personaje de la película El discurso del Rey (Jorge VI): «cariño somos ingleses, sólo mostramos afecto por nuestros perros y caballos».

EL DATO

Tras el descubrimiento de Blunt, las especulaciones sobre quien fue el quinto hombre fueron interminables. Primero se sospechó de Wilfrid Basil Mann, un físico nacido en Inglaterra y que después adoptó la nacionalidad estadounidense. Después de Lord Rothschild y de Roger Hollis, un exdirector del M15 que falleció en 1981.

Finalmente fue identificado como John Cairncross, un funcionario del ministerio de Exteriores que había reclutado Blunt, aunque después su contacto fue Burgess. Cairncross, a diferencia del resto del cuarteto, miembros de la sociedad secreta Los apóstoles de Cambridge, no pertenecía a la clase alta, fue un estudiante becado, pero pasó información muy valiosa a los soviéticos hasta 1951, especialmente la relacionada con el proyecto anglonorteamericano para fabricar la bomba atómica. Tras la huida de Maclean y Burgess se trasladó a Canadá, Italia y al suroeste de Francia para volver a Inglaterra de incógnito seis meses antes de su muerte en octubre de 1995. Guy Burgess en 1963, Donald Maclean en 1983 y Kim Philby en 1988, murieron en Moscú.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20161116/411885621228/gran-bretana-reino-unido-espionaje-m15-los-espias-de-cambridge-anthony-blunt.html