Las erráticas y vagas políticas del Departamento de Estado norteamericano, respecto a Siria, Afganistán, Libia, el Sahel, Somalia y Yemen, entre otros tantos, donde los objetivos norteamericanos, son por lo menos confusos, parecen revelar todo lo contrario respecto a lo que está intentado concretar en una de las regiones más sensibles del mundo. En ese […]
Las erráticas y vagas políticas del Departamento de Estado norteamericano, respecto a Siria, Afganistán, Libia, el Sahel, Somalia y Yemen, entre otros tantos, donde los objetivos norteamericanos, son por lo menos confusos, parecen revelar todo lo contrario respecto a lo que está intentado concretar en una de las regiones más sensibles del mundo. En ese complejo mosaico de intereses económicos, etnias, religiones e ideologías que conforman nada menos que Pakistán, India, China e Irán, y lo que sumando los países de Asía Central y Rusia sería lo que el geógrafo británico Halford John Mackinder nombró en 1919, como el Heartland o Región Cardial, entre otras denominaciones, a lo largo de la historia ha sido escenario de conflictos que hasta la fecha parecen no haberse resuelto.
Con la excusa de que el gobierno pakistaní, no se ha comprometido en la lucha contra el terrorismo en su propio territorio y Afganistán, los Estados Unidos han realizado un importante recorte en su apoyo económico a Islamabad y amenaza con profundizarlo (Ver: » Pakistán: El Gran Juego de Donald Trump») .
En las políticas de Trump, la fórmula del «dime a quien apoyas y te diré quién es tu enemigo», es más que evidente. Pakistán, que ha sido un aliado sin máculas de los Estados Unidos a lo largo de su historia, hoy corre el riesgo de convertirse en un enemigo, por la fuerte alianza, fundamentalmente económica, que este país está fraguando nada menos que con China, hoy el rival más importante de los Estados Unidos, no solo en lo económico, sino también en lo militar y estratégico.
La realización de la famosa Nueva Ruta de la Seda, por la que Pekínn, aspira a llegar de manera veloz a los mercados europeos, de Medio Oriente, el Golfo Pérsico y Asía Central contando también a Rusia y que tiene como pívot fundamental a Pakistán, se está convirtiendo en un lazo demasiado apretado para los titanes de la «libre empresa».
Por lo que Washington no tardó en reimpulsar sus estrategias hacia la India, el rival regional e histórico de Pakistán, con quien desde la descolonización británica en 1948 han mantenidos tres guerras e innumerables escaramuzas fronterizas por el antiguo principado de Cachemira, un territorio en disputa, que se ha convertido en una de las zonas más calientes del mundo.
Es en este marco de un nuevo rearmado de alianzas, hay que leer los lazos, que se están tejiendo, entre Israel y el gobierno ultra nacionalista del presidente Narendra Modi .
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a mediados de enero último, realizó una visita a India en devolución de la hecha por Modi en julio de 2017. La historia de la diplomacia de ambos países es por lo menos pobre, recién y como resultado del fin de la Guerra Fría, Nueva Delhi y Tel-Aviv establecieron relaciones en 1992. La visita de Netanyahu, se convirtió en la segunda que hace un primer ministro sionista a India, la anterior la había realizado en 2003 Ariel Sharon. Mientras que la visita de Modi a Israel, fue la primera, que un primer ministro hindú realiza al enclave sionista. India e Israel tuvieron un largo desencuentro ideológico, a lo largo de todos estos años, entre otras cuestiones, India ha apoyado históricamente la creación de un estado palestino.
En la visita de cuatro días Netanyahu, se terminaron de formalizar varios acuerdos comerciales, donde el reequipamiento militar hindú ha sido el centro de las operaciones, por lo que Israel, se ha convertido en el mayor proveedor de armas de India, detrás de Estados Unidos y Rusia. Alcanzando a exporta, anualmente, mil millones de dólares en equipamiento militar.
Además de lo ya acordado en Tel-Aviv en julio y refrendado en Nueva Delhi, este último enero se reactivó, la venta por parte de Israel de misiles antitanque por unos 500 millones de dólares. Esta operación prácticamente había sido descartada, ya que India, planeaba construir una plata de fabricación de misiles por lo que se cree que la presión de Washington obligó a Modi, a aprobar esta compra de último momento. Además de un paquete el entrenamiento de fuerzas de seguridad indias en operaciones antiterroristas y la compra de 131 misiles tierra-aire para el primer portaaviones de fabricación india.
La compra india incluye sistemas de control y alerta temprana en el aire, para drones y equipos para la seguridad fronteriza. India. Semejante inversiones convierte a India en uno de los mayores clientes de la industria bélica israelí.
Además Netanyahu, llegó acompañado con la delegación comercial más importante de la historia para viajar con un líder israelí, que incluye representantes de la industria tecnológica, el área de agricultura y obviamente defensa.
La creciente relación entre el gobierno sionista israelí y el nacionalista hindú expresan claramente la injerencia de los Estados Unidos en el aliento de esa «amistad» que el premier sionista en declaraciones a la prensa denominó como: «un matrimonio hecho en el cielo».
Fronteras incomodas.
A ese «matrimonio consagrado en el cielo», el presidente del senado pakistaní, Mian Raza Rabbani, de visita oficial en Teherán, declaró «Esta alianza entre los Estados Unidos, Israel y la India es una gran amenaza para el islam», para insistir en que esa unión «ha sido concebida en el infierno»
En su gira Netanyahu, llegó a Mumbai, en la que reside la mayoría de los 4500 judíos de la India, donde visitó Nariman House, el edificio del Beit Jabad, una organización internacional judía que el 27 de noviembre de 2008, fue uno de los diez objetivos de los de los ataques terroristas ejecutados en forma simultánea y coordinada por fundamentalistas islámicos que dejó más de 170 muertos y 330 heridos. Desde entonces se ha sospechado que Pakistán, por lo menos habría prestado apoyo logístico a la khatiba (brigada) liderada por Zakiur Rehman Lakhvi, quien según algunas fuentes se mueve libremente en Pakistán.
Israel e India , en una declaración conjunta el 15 de enero reafirmaron su unidad en la lucha contra los fundamentalistas, estableciendo medidas contra las organizaciones terroristas.
A pesar que China, en su rol de súper potencia, sigue con atención las «rencilla regionales» particularmente las disputas entre Pakistán e India, a quien intenta acotar la en su expansión y brinda apoyo a Pakistán. En julio pasado un «roce» fronterizo entre India y China, pudo haber precipitado el conflicto (Ver: India, Entre la Revolución Rosa y China), que para los Estados Unidos e Israel, sonaría a música celestial.
Israel, sin duda, con esta nueva sociedad, seguirá sacando fuertes ventajas y apostará a profundizar el conflicto, tanto con Pakistán, como con China, incentivando el espíritu ultranacionalista del partido gobernante, el Bharatiya Janata Party (BJP) y la poderosa organización filo nazi Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) la que sueña con convertir a India, en un estado militarizado, racista y teocrático, tomando como modelo a Israel.
Más allá de la voluntad política del gobierno de Modi y las presiones de Netanyahu, respecto a la cercanía de Nueva Delhi con Teherán, la posición condescendiente del país asiático acerca del plan nuclear iraní y los negocios petroleros entre esas dos naciones, mantienen, son de un alto nivel estratégico, el año pasado India importó casi 10 mil millones de dólares en petróleo iraní, cifra que sigue en franco ascenso.
Irán también es una plataforma fundamental para la llegada de productos indios a los mercados de Asía Central, Rusia, Afganistán y el Golfo Pérsico, utilizando el puerto de Chabahar. Disminuye en un tercio los costos y el tiempo del transporte, circunvalando el impenetrable Pakistán.
A pesar de todas las prebendas que ha conseguido Israel de India, Netanyahu no disimuló su enojo por la decisión india de votar a favor de la resolución de Naciones Unidas, en oposición a los Estados Unidos reconociendo a al-Quds (Jerusalén) como capital de Israel.
Israel, como lo ha hecho en Birmania y lo está intentando hacer en Argentina y Chile, actúa de caballo de Troya estadounidense también en India y todo ya conocemos como terminó aquella historia
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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