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Monseñor Luna contra el país del agua tibia

«Ecuador se ha dejado esclavizar por Estados Unidos»

Fuentes: Quincenario Tintají

«A monseñor lo busca siempre mucha gente», dice una Hermana que lleva veinte años en la Catedral de Cuenca y que inscribe a los niños y niñas para que hagan la primera comunión. Maestro universitario, escritor, religioso, defensor de las causas sociales, Monseñor Luis Alberto Luna Tobar es por sobre todo pastor de su pueblo: […]

«A monseñor lo busca siempre mucha gente», dice una Hermana que lleva veinte años en la Catedral de Cuenca y que inscribe a los niños y niñas para que hagan la primera comunión. Maestro universitario, escritor, religioso, defensor de las causas sociales, Monseñor Luis Alberto Luna Tobar es por sobre todo pastor de su pueblo: son los hombres y mujeres sencillos/as, los pobres quienes más lo buscan. Con su palabra y sus actos, desde la ética va iluminando conciencias y miradas. Pero sobre todo va haciendo pensar y aveces llorar, que es otra forma de pensar. Todavía se escuchan las palabras pronunciadas el 17 de agosto en la misa realizada en la Iglesia Santa Teresita de Quito por el fallecimiento de la Hermana Laura Glyn de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU), cuando gran parte de los presentes dejó escapar alguna lágrima. Desde el Austro, su voz llega a todos los rincones y dice que a la Iglesia le falta vincularse más con la realidad del país, que la violencia es una reacción a la injusticia, que hoy el poder está en la mediocridad, que vivimos un momento de genios sin fundamento, que a George W. Bush le ha tocado aceptar la «canonización» de Hugo Chávez a regañadientes, que la sociedad ecuatoriana se conforma con el triunfo barato y que Ecuador se ha dejado esclavizar por Estados Unidos. De Luna Tobar se podría decir lo que él dijo de Monseñor Leonidas Proaño, cuando señaló que hasta éste «llegaban creyentes de todos los horizontes humanos y personas de todos los orígenes, necesitadas de aliento, llegadas de las situaciones más difíciles y desconcertantes» Unos minutos antes de la misa Tintají conversó con él en la sacristía de la Catedral de Cuenca.

– ¿Cómo se relaciona la Iglesia católica con la sociedad ecuatoriana en la actualidad? – Nos hace falta entrar más en la realidad ecuatoriana. Existe una teoría que propicia una relación muy cómoda con la realidad y que hace que la forma de examinar la realidad sea muy equivocada. Aparte de una actitud social profunda para con la sociedad lo que falta y lo fundamental es la relación de nosotros con la gente que compone el Ecuador. A los ojos de la iglesia se cree que lo único que existe es una desorganización social. Esta idea sirve para interpretar la violencia y la migración como fórmula individual y no como un fenómeno social. La violencia se ha convertido en forma de convivencia social y, lejos de ser una actitud individual, la violencia es una reacción a la injusticia.

.- Dentro de esa realidad, ¿cómo ve la situación política del país? – En estos días se ha utilizado muchísimo una frase que sirve tanto para la defensa como para el ataque en relación con lo que acontece políticamente en el país: «Estamos viviendo una época en la que el poder está en la mediocridad» Para llegar a la aspiración máxima de muchos seres humanos, que es el poder, hay que ser mediocre. Porque si eres capaz en cualquier sentido, intelectual, si estas lleno de ti mismo en las decisiones que tomas o si estas lleno de preparación para tomar otras nuevas decisiones, tienes que saber que en el medio ecuatoriano lo decisivo y lo terminante no prospera, lo único que prospera es lo mediocre. Lo mediocre: el agua tibia, los términos medios, la gente sin mayor base, sin mayor aspiración, la gente acostumbrada a ser excluida y que vive en una especie de conformismo o de conformidad que le permita no sentirse tan infeliz como de hecho los seres humanos que están alrededor le hacen sentir.

– ¿A qué obedece este estado de mediocridad? – En primer lugar existe una generación muy violenta y muy imperante de genios sin fundamento. No hay un sentido crítico en el país en ninguno de los órdenes de la realización humana: ni en el social, ni en el político, ni en el religioso, ni en el industrial, ni en el comercial. No hay una crítica objetiva, real, de los valores de quienes hacemos esta sociedad. Nos contentamos con el triunfo barato, con el instante plácido, con el momento conveniente y nada más.

– ¿Ha tenido alguna influencia en esto la caricatura de democracia en que vivimos, como diría José Saramago? – No tiene una directa relación, pero indiscutiblemente una fácil democracia nos ha acostumbrado a una cierta facilidad que determina este triunfo de la mediocridad que ha implantado el imperio de lo fácil.

– ¿El partido de gobierno y el presidente son un ejemplo de esta mediocridad? – Por desgracia sería mucho pedir que fueran representantes de la mediocridad. Son más bien representantes de la infrarealidad humana, porque si pueden presumir de cierta preparación, (como el mismo presidente presume, más de alguna vez lo dijo: «Tengo siete grados»), no hilan lo que aprendieron en un grado con lo que realizan y con lo que aprendieron en cualquier otro de sus grados. Hay una impreparación total para todo. De ahí le viene esa facilidad de improvisación con la cual cree que llena lo que debiera llenar como figura real en el país y no es así. Su política es la del fogonazo que a cualquier grupo mediocre le puede tranquilizar, y puede aplaudir. Pero hay gente que analiza a fondo lo que el presidente dice y lo ve tan incongruente, tan poco sólido, tan sin fundamento y tan sin porvenir, tan sin visión de futuro que es realmente triste y él sigue y sigue y el país le deja que siga. El país ya está cansado de tomar decisiones terminantes porque ha visto que ha fracasado y ha fracasado precisamente por eso, por entregar el poder a la mediocridad para que siga gobernando.

– ¿Y el movimiento indígena también está cansado? – Desgraciadamente Antonio Vargas, que al principio logró unir al indigenado del oriente, costa (que sí lo hay) y sierra en una sola realidad, no logró mantener esa unidad. Vargas no estaba preparado para eso. La oportunidad le dio la posibilidad de hacer eso pero después no pudo continuar. Yo creo que los indígenas en el Ecuador han demostrado muchas cosas buenas, muchos valores. Mayor preparación que la que se creía que tenían. Los indígenas más tomados en cuenta por la prensa han demostrado mucha más preparación que la de algunos PHD.

– ¿No cree que a algunos los sedujo el poder? – Puede ser que algunos hayan vivido esa crisis y por sinceros y faltos de teatro la hayan manifestado. Pero no todos. Acuérdese que los dos primeros ministros indígenas que hemos tenido fueron formidables en su puesto, Luis Macas y Nina Pacari. Qué abismo entre Pacari y el actual (Patricio) Zuquilanda. ¿Cuánto tiene Zuquilanda de Ministro de Relaciones Exteriores? ¡Cuánto tuvo ella!

– Entonces, ¿pdríamos decir que el país no tiene política internacional? – No hay integración con ningún país. Ecuador es un país solitario, y lo único que ha demostrado es que cada vez puede dejarse esclavizar más por Estados Unidos. Eso es lo único que ha hecho el país socialmente, es decir, venderse. En este momento debemos integrarnos mucho más sólidamente con la comunidad latinoamericana y asumir con personalidad propia una definición como nación.

– ¿Cuál es su opinión de lo que está ocurriendo en Venezuela? ¿Qué piensa de Hugo Chávez? – La votación en el referéndum ha sido aplastantemente decidora de lo que piensa y quiere el pueblo venezolano, en especial con respecto a Estados Unidos que es al que más le ha costado aceptar los resultados. No exactamente Estados Unidos sino el individuo que lo dirige. A Bush le ha tocado aceptar la canonización de Chávez, un hombre que sabe lo que hace y que sirve a consignas propias. ¿Qué significa Chávez en este instante para América Latina? Es un tipo muy raro de militarismo tomando en cuenta lo que ha habido antes en el continente.

– Durante su intervención en un acto de Participación Ciudadana usted depositó en la urna un voto con la palabra Conciencia, ¿cuál es el sentido de esa palabra en este momento? – Votar dándole el valor que se le debe dar al voto: definición de la persona en la comunidad, eso es conciencia.

– En un editorial reciente usted al referirse a Jefferson Pérez hablaba del saber. ¿Qué significa Jefferson Pérez? – Él representa el saber popular, con una maestría extraordinaria, con una nobleza pura, muy pura, es auténtico. Lo que hizo al correr los 50 kilómetros a pesar de no estar preparado para ello demuestra que no quería huir y acobardarse diciendo yo sólo sirvo para el triunfo. Ha dado una extraordinaria lección, no es que está aceptando la derrota como línea de aspiración, está aceptando el sacrificio.

– ¿Qué aspira del saber popular? – Que nos transmita esa sabiduría que es intuitiva al gobierno personal de cada uno, a la conciencia de cada uno y a la atribución que tenemos, obligatoria, de hacer el bien común.