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Un chapuzón de madura democracia

Uruguay, entre la panacea y el descalabro

Fuentes: Bitácora

El tiempo, que todo lo modifica, desplaza con eficacia no sólo el significado de las palabras sino también el de las vidas. Por ello es bueno que los uruguayos estemos hoy inmersos en un florecimiento del lenguaje democrático: las palabras del presidente de la República Jorge Batlle en el aniversario del regimiento de Blandengues son […]

El tiempo, que todo lo modifica, desplaza con eficacia no sólo el significado de las palabras sino también el de las vidas. Por ello es bueno que los uruguayos estemos hoy inmersos en un florecimiento del lenguaje democrático: las palabras del presidente de la República Jorge Batlle en el aniversario del regimiento de Blandengues son un ejemplo de ello, pues en su discurso – lo reiteramos para los poco informados- les recordó a los de uniforme cual es su función, de sumisión al poder civil, en el marco institucional y, afirmó que el gobierno que asume el 1ro de marzo, logró el triunfo en elecciones limpias.

Claro está. Es evidente que el proceso de reciclaje que se verifica en el ámbito militar se hace cada día más notable, mostrando como lentamente los «nostálgicos» del pasado de plomo, impulsores concientes de las vejaciones, torturas y arbitrariedades, siguen retrocediendo para arrinconarse en algunos de sus clubes militares. Son los formados en la doctrina de la seguridad nacional, mecanismo nefasto que instauró la arbitrariedad a nivel del continente, al solo fin de instaurar el modelo neoliberal que sumado a los últimos coletazos de la guerra fría, culminó en un cataclismo social cuyo dramatismo todavía lacera a muchas personas que fueron víctimas directa o indirectamente.

Las nuevas generaciones de oficiales, con el paso del tiempo, se dan cuenta que toda aquella resistencia a los conceptos de «verdad y justicia» que mantienen los responsables directos o intelectuales de lo ocurrido durante el período de facto, son elementos que nada tienen que ver con las fuerzas armadas de hoy. Han advertido, además, que la cerrada homogénea defensa que todavía se hace de esos conceptos desde las máximas jerarquías de las fuerzas, no son más que reflejos de un pasado que todos los que llevan hoy uniforme preferían olvidar.

El concepto de justicia parecería lardado por la ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado. Lo decimos, porque más allá de ser una norma esencialmente injusta, que sanciona a las víctimas manteniendo sus lacerantes heridas abiertas y favorece a los victimarios con la impunidad, la misma no ha cumplido con el cometido que algunos de sus autores le asignaban. «No se ha dado vuelta la hoja» ni se dará hasta tanto lo resplandezca, por lo menos, la verdad.

Pero, el futuro es promisorio y se abre a la esperanza. En las últimas semanas, Uruguay violentó algunas leyes de la naturaleza e hizo algo nunca visto: trepó de su estado de larva informe, animal autodestructivo y monstruoso que, durante el 2002 hizo estallar el capullo de ceda en que todavía se albergaban ciertas ilusiones y esperanzas, a una nueva especie, quizás todavía aletargada, de ninfa esperanzadora que trabajará por la reconquista de la salud social perdida.

Y todo ese proceso se concretó en la más absoluta tranquilidad, sin un solo hecho que modificara la paz de la naturaleza, sin que nadie – como el manco genial de Lepanto – debiera sortear esclavitudes, desprecios, envidias y dolores. Madura la fuerza que triunfó que en ningún momento manifestó un sentimiento triunfalista, pero también maduras, las fuerzas perdidosas, que aceptaron su histórica derrota luego de 174 años de una rígida ostentación del poder, sin ningún cuestionamiento a la decisión popular y el fallo ratificatorio de la Corte Electoral. Ello habla bien de los partidos políticos, los que demostraron una madura caladura democrática indiscutible y enaltecedora.

Nos parece que la historia, en alguna medida, ha reivindicado a sectores que se habían desdibujado en las alternativas de la lucha política y, fundamentalmente, en el marco de un proceso clientelístico que se desarrolló en esa tenue frontera que se verifica entre la legalidad y la corrupción.

Antes de escribir el Quijote, Cervantes fue esclavo de un funcionario argelino y pasó más de cinco años en la cárcel, acusado de complicidad en una estafa primero, y después, en la muerte de un hombre.

Para algunos de sus contemporáneos -Góngora y Lope de Vega, por ejemplo-, Cervantes era un poeta ripioso y un narrador sin gracia. Ahora, tan sólo cinco siglos después, su nombre es uno de los sinónimos de España y también uno de los sinónimos de la literatura.

¿Por qué utilizar esta información histórica como elemento para sustentar una reflexión que trataremos de explicitar? Es que los países, como algunas especies zoológicas, mudan de una edad a otra y cierto día, o cierto año, se despiertan larvas, después ninfas que abren sus capullos de fibra y vuelan hacia un aire donde todo es posible.

Claro, todavía debe correr mucho agua bajo los puentes y el camino de las fuerzas progresistas no está desbrozado de obstáculos, algunos de enorme magnitud, que no serán removidos si no son dinamitados. Ello demandará modificar mentalidades de antemano negativas, de quienes razonan y continúan sosteniendo que quienes producen deben seguir soportando sobre sus hombros las negatividades de una economía que tiene en su basamento una inequitativa distribución de la riqueza.

Para algunos esos sectores todavía deben seguir esperando, en un país en que los índices de crecimiento siguen siendo positivos, una más equitativa.justicia remunerativa. Pero, el tiempo se acaba. Es evidente que la coyuntura que favorece nuestro comercio de materias primas, en particular la carne, tiene un futuro relativamente breve. El importante comercio que sigue favoreciendo a algunos uruguayos, es producto del cambio de destino de los compradores norteamericanos, que prefieren recurrir al producto uruguayo que volver a la carne canadiense, país cuyo rodeo está afectado por epidemias importantes. Pero, mientras no se revierta ese flujo positivo para el país, parece evidente que se deben apurar las decisiones para que la riqueza que está ingresando al país se distribuya más equitativamente.

Es evidente que hay que aprovechar este positivo flujo de capital desarrollando políticas activas que favorezcan al alicaído mercado interno que, de recuperarse, se convertirá en un motor potente para el desarrollo de la economía.

Las dificultades que existen las entendemos, por supuesto. La vaca no puede dar más leche de la que tiene en sus ubres, ni las abejas producir miel más allá del volumen de las celdas que la puedan contener. Sin embargo, tanto en la naturaleza como en la sociedad, la evolución es una constante que en ocasiones provoca desbordes inesperados y progresivos.

Las condiciones estás dadas para que los factores confluyan y, con la urgencia que necesitan los que tienen hambre, comencemos a reconstruir el país que vive casi en una caducidad provocada por quienes aplicaron el modelo contenido en el manual de los organismos multinacionales de crédito, tan ineficiente como empobrecedor.

Es una lucha contra el tiempo ya que muchos, miles y miles, no pueden esperar «condiciones» distintas o panaceas que, no nos engañemos, están condicionadas no a la buena voluntad de los capitalistas del mundo, sino a «negocios salvajes» muchas veces atados a otras condicionantes como – por ejemplo – la de establecer la «inmunidad» permanente de civiles y militares norteamericanos en todos los países que firmen en adelante tratados con EE.UU.

(*) Periodista. Secretario de redacción del diario LA REPUBLICA y del semanario Bitácora. Montevideo, Uruguay.