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¡Arriba Paraguay!

Fuentes: Rebelión

Paraguay, para muchos, es un país desconocido. Su aislamiento colonial y poscolonial, guerras de rapiña y largas noches de Dictadura, han contribuido a que esta hermana nación latinoamericana sea un pueblo olvidado. Su gente, amable y bondadosa, sufre en la pobreza. Pobreza más evidente en los servicios de salud, de los más deteriorados del continente, […]

Paraguay, para muchos, es un país desconocido. Su aislamiento colonial y poscolonial, guerras de rapiña y largas noches de Dictadura, han contribuido a que esta hermana nación latinoamericana sea un pueblo olvidado. Su gente, amable y bondadosa, sufre en la pobreza. Pobreza más evidente en los servicios de salud, de los más deteriorados del continente, pero también palpable en la educación, el deporte y la cultura. La economía basada en la agricultura, esta cada vez más debilitada por formas feudales latifundistas y el abandono del que son victimas los campesinos.

La gran riqueza natural paraguaya: el agua y su energía, es utilizada por sus vecinos brasileños y argentinos, sobre la bases de tratados ilegítimos firmados en épocas de dictaduras, recibiendo los más poderosos, electricidad por un irrisorio y simbólico precio.

Los paraguayos viven en sufrimiento y agonía, pero también con ansias y esperanzas.

Un hombre y un movimiento, comenzaron a canalizar esos anhelos. Ese hombre vivía entre ellos, compartía su suerte y cada día más, comprendía que su destino final era liderar la lucha por un nuevo y hermoso Paraguay. Le llamaban Monseñor Lugo y era el Obispo de la Diócesis de San Pedro. Un día comprendió que su condición religiosa limitaba sus acciones y decidió abandonar los hábitos. Querido y respetado por ese pueblo humilde que ansia el cambio, Fernando Lugo es, sin embargo, temido y odiado a muerte por intereses poderosos.

Lugo junto a los enfermos.

El jeep azul esta parado en la altura de la colina. Es invierno y hace frío. Los cristales oscuros están arriba. Me acerco y la ventanilla del acompañante baja un poco. Aparece la cara de José Pakova que pícaro y sonriente me invita a subir. Ya adentro, me llevo la sorpresa. Al timón, Monseñor Lugo. Nos saludamos y sonreímos satisfechos por el encuentro. Hablamos de la Misión Milagro y de los pacientes paraguayos que reciben cirugías en Cuba. Invito a Lugo a visitarlos. Accede, a pesar de que es tarde y debe viajar a la distante Encarnación.

Llegamos a la DIVEN. Entre pacientes, acompañantes, médicos cubanos y voluntarios paraguayos hay más de doscientas personas. Los primeros que nos ven llegar enseguida corren la voz por el campamento. Todos nos saludan y rodean. En su mayoría son pobladores del empobrecido Departamento de San Pedro. Lugo les habla en guaraní. Agradece al pueblo cubano el proyecto solidario. Les habla del nuevo Paraguay al que aspira. Les habla de salud para todos. Y denuncia la corrupción y la impunidad. Invoca a Dios y llama a la lucha. En los rostros duros y dulces, en los rostros de los campesinos y campesinas, se observan las miradas de la esperanza.

Lugo junto a los campesinos.

El Cruce de Tacuara es un punto estratégico de la carretera que recorre el Paraguay de Norte a Sur y de Sur a Norte. Se encuentra muy cerca de la ciudad de Santani. Es un punto estratégico e histórico. Cuando los campesinos en lucha por sus demandas, cierran la ruta, se compromete seriamente el transporte del país. Por eso es estratégico.

Es histórico porque en el se ha derramado sangre paraguaya. En una de sus esquinas un pequeño monumento recuerda al mártir campesino Sebastián Larrosa asesinado durante una de las acostumbradas represiones a los cierres de ruta.

Allí estamos los médicos cubanos. No debemos estar, pero estamos. Es difícil pasar sin rendir homenaje. Es difícil pasar y no detenerse ante el saludo efusivo y solidario de la multitud campesina y de los jóvenes que colaboran con nosotros en la Misión Milagro. Y nos quedamos.

Pronto, entre la muchedumbre, se abre paso Monseñor Lugo. Al vernos levanta la mano izquierda y hace la señal de Victoria, mientras con la mano derecha señala la manilla con los colores de la enseña nacional paraguaya. Leo su lenguaje gestual: Victoria de las fuerzas progresistas paraguayas. Se acerca. Nos abrazamos. Todos sonrientes. Observo a Lugo que esta a mi lado durante el acto. Sostiene con fuerza, contra el pecho, la bandera paraguaya. Esta emocionado.

Cuando toca el turno a su discurso, lo hace en guaraní, una de las dos lenguas de los paraguayos, pero casi única de los humildes. Recuerda a Sebastián Larrosa en ese aniversario de su muerte: su sacrificio no será en vano, construiremos un nuevo Paraguay, un Paraguay con mayor justicia social.

Ese fue el Fernando Lugo que conocí, junto a los humildes, a los enfermos, los campesinos y los movimientos sociales. Han pasado dos años de aquellos días y en el Paraguay de hoy, la conciencia de lucha es muy grande y la necesidad de construir ese país mejor posible, impostergable

Mientras, los intereses poderosos que detentan el poder abierta o solapadamente, con su prepotencia y tozudez, parecen incapaces de prever que pueden provocar un incendio de gigantescas proporciones. O conscientemente, estén previendo un trasnochado retorno a la dictadura y al operativo imperialista del Cóndor. Pero lo cierto es que la derecha con sus acciones puede llevar a un estallido social de imprevisibles consecuencias. Porque solo a eso puede llevar el fraude electoral en contra Fernando Lugo y la Alianza Patriótica para el Cambio en las próximas elecciones paraguayas. La reacción de derechas sabe que esta a punto de perder el poder secular que detenta, y por eso intenta esta movida.

La Alianza le da una dura batalla a una rancia oligarquía. Los campesinos, los obreros, los estudiantes, profesionales e intelectuales y sectores de propietarios progresistas, derrotarán a la derecha en las próximas elecciones. Cualquiera que sea el alcance de ese movimiento y ojalá no sea poco, por el bien del pueblo paraguayo, su triunfo quebrará una antigua hegemonía. Una hegemonía que ha preterido, ya por demasiado tiempo, las justas demandas de las mayorías.

Joaquín Silva Góngora es medico cubano, trabajó en el Departamento de San Pedro, Republica del Paraguay, entre Febrero del 2004 y Julio del 2006.