Después de 23 días de recuento, tras las elecciones municipales celebradas el pasado 3 de octubre en Perú, Susana Villarán del partido Fuerza Social gana la alcaldía de la capital y da un giro político en Perú. Tras un accidentado proceso electoral, la capital peruana tiene una alcaldesa de izquierda. El hecho adquiere particular relevancia […]
Después de 23 días de recuento, tras las elecciones municipales celebradas el pasado 3 de octubre en Perú, Susana Villarán del partido Fuerza Social gana la alcaldía de la capital y da un giro político en Perú.
Tras un accidentado proceso electoral, la capital peruana tiene una alcaldesa de izquierda. El hecho adquiere particular relevancia pues en Lima se concentra más del 30% del electorado nacional, y en abril de 2011 el país sudamericano elegirá nuevo Presidente.
Cuando Susana Villarán empezó a competir por la alcaldía de Lima, su triunfo parecía la visión delirante de algún inflamado admirador.
Educadora y activista de derechos humanos, ex ministra de la Mujer y ex defensora de la Policía, Susana Villarán había postulado a la Presidencia de la República en 2006, obteniendo entonces menos del 1% de los votos. En julio del 2010, apenas tres meses antes de los comicios municipales, aparecía en las encuestas con el 4% de las preferencias.
A su partido, Fuerza Social, le sobraba entusiasmo pero le faltaban recursos. Villarán, de 61 años, hizo una campaña franciscana, recorriendo a pie barrios populares, portando siempre una sonrisa y la chalina verde que la caracterizaba. «Lima para todos» es su lema y el objetivo que atraviesa sus propuestas técnicas.
La candidatura recibió el respaldo de diversas agrupaciones de izquierda, opción política que dirigió la municipalidad limeña entre 1984 y 1987, bajo la batuta de Alfonso Barrantes. Durante esa gestión Villarán cumplió un importante papel en la creación del programa Vaso de leche, que da desayuno a niños de las zonas marginales de la capital peruana.
Barrantes quedó segundo en las elecciones presidenciales de 1985, pero luego la izquierda perdió espacio y prestigio debido, en parte, a su fragmentación y a las acciones de grupos como Sendero Luminoso (PCP-SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
A lo largo de las dos últimas décadas, hastiado de los políticos tradicionales, Perú eligió personajes como Ricardo Belmont, una figura de televisión, que llegó a la alcaldía de Lima en 1989; Alberto Fujimori, un ingeniero japonés casi desconocido que venció a Mario Vargas Llosa en las elecciones presidenciales de 1990; y Alejandro Toledo, un economista que se convirtió en Jefe del Estado en 2001.
Tsunami electoral
Los sondeos pre-electorales registraban un lento ascenso de Villarán cuando fue retirado de la contienda uno de los candidatos con mayores opciones de ganar, Alex Kouri de Cambio Radical. El retiro parecía favorecer a quien hasta entonces disputaba el primer lugar con Kouri -Lourdes Flores, del Partido Popular Cristiano (PPC)-, pero la simpatía por la candidata de Fuerza Social empezó a crecer vertiginosamente. Para frenarla, los sectores conservadores, que antes repartían sus preferencias entre Kouri y Flores, la convirtieron en blanco de todo tipo de acusaciones. Se ha dicho de ella que incentivará el consumo de drogas, que ahuyentará la inversión, que no podrá controlar los ímpetus violentos de algunos acompañantes.
«La derecha está desesperada. Lo que le duele es que la izquierda ha vuelto al escenario político. Es tan intolerante que no puede admitir que la democracia es precisamente la discrepancia, la diferencia», sostiene el historiador Nelson Manrique.
En el esfuerzo por detener el ascenso de Villarán se involucraron la mayoría de medios de comunicación y también el alcalde saliente, Luis Castañeda. Fuerza Social ha anunciado que auditará la gestión de Castañeda y, de confirmarse las denuncias de corrupción que pesan en su contra, serían un escollo en su carrera hacia la Presidencia de la República. Quizás eso explica por qué durante la campaña se descubrió que personal y recursos de la municipalidad de Lima se usaron en acciones destinadas a desprestigiar la candidatura de Villarán.
La imagen de la otra candidata que acaparaba las preferencias, Lourdes Flores, también se perjudicó cuando fueron difundidas conversaciones telefónicas suyas grabadas ilegalmente. Ella atribuyó la interceptación telefónica a una venganza de sectores vinculados a Alex Kouri.
Las acusaciones y acciones contra Susana Villarán no lograron impedir que alcanzara y se mantuviera en el primer lugar, pero sí disminuyeron la ventaja que tenía sobre Lourdes Flores. Esta ventaja, que habría superado los 10 puntos porcentuales, se calculaba en 1% el 3 de octubre, cuando los limeños fueron a las urnas. Los primeros resultados electorales confirmaron esa pequeña diferencia a favor de Villarán, pero quedó abierta la posibilidad de que el conteo final confirme o revoque su triunfo.
Apareció, entonces, el temor a un fraude. Había suficientes motivos para sospechar: meses antes de los comicios el presidente Alan García declaró que podía impedir que ganara un candidato que no le gustaba, y él hizo público su deseo de que Lourdes Flores fuera la próxima alcaldesa. Pocas semanas antes de los comicios se establecieron requisitos adicionales para que las actas electorales tuvieran validez.
Este cambio de reglas generó una cantidad inusual de actas observadas: más de 8.000, el 25% del total. La decisión sobre su validez quedó en manos de los jurados electorales de Lima, cuyos miembros fueron nombrados por un funcionario cercano al presidente García.
Fuerza Social se dedicó a vigilar la revisión de actas, proceso que culminó un mes después de la votación. Gracias a una estrecha ventaja -obtuvo el 38,39 % de los votos, sobre el 37,55% de su rival- Villarán se convertirá el 1 de enero del 2011 en la primera alcaldesa de Lima elegida democráticamente.
Futuro político
Al asumir la alcaldía, Villarán deberá enfrentar dificultades y enemigos de todos los tipos. La gestión saliente ha tomado decisiones destinadas a entorpecer el trabajo del nuevo gobierno local. Este dará sus primeros pasos en un contexto agitado por la inminencia de las elecciones que renovarán el Poder Ejecutivo y el Congreso.
Los mayores retos, sin embargo, provienen de las calles: la inseguridad, el transporte caótico y contaminante, la falta de espacios públicos. El equipo de Villarán llega con propuestas para abordar esos y otros problemas, pero su eficiente aplicación técnica no bastará para garantizar el éxito de su gestión. Este dependerá también del estilo de Gobierno que la nueva alcaldesa implemente. Los ojos de quienes, hayan votado por ella o no, quieren un cambio que mejore la ciudad, estarán puestos en su honestidad, su independencia de los grupos poderosos, su apertura a la participación, su actitud concertadora. Es decir, en los rasgos que la convirtieron en un fenómeno electoral.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-izquierda-gobernara-Lima.html
rCR