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Entrevista a Paul Loulou Chery, Secretario General de la "Confédération des Travailleurs Haïtiens"

«Hemos tocado fondo. Hay que poner la palabra solidaridad en práctica»

Fuentes: ITUC-CSI-IGB

Diez meses después del tremendo seísmo que arrasó Haití, la población se ve de nuevo afectada por una epidemia de cólera y las inclemencias del tiempo. Se están estableciendo una serie de «brigadas sindicales» de lucha contra el cólera (1). Paul Loulou Chery, Secretario General de la Confédération des Travailleurs Haïtiens (CTH) lamenta la lentitud […]

Diez meses después del tremendo seísmo que arrasó Haití, la población se ve de nuevo afectada por una epidemia de cólera y las inclemencias del tiempo. Se están estableciendo una serie de «brigadas sindicales» de lucha contra el cólera (1). Paul Loulou Chery, Secretario General de la Confédération des Travailleurs Haïtiens (CTH) lamenta la lentitud con que se desarrollan los programas de reconstrucción del país y hace un llamado al movimiento sindical internacional para ayudar a los trabajadores haitianos a construirse un futuro.

A la vista de las últimas inundaciones y de la epidemia de cólera que está proliferando a raíz de las mimas, ¿será que la naturaleza es una fatalidad destructiva para los haitianos?

Hemos entrado en el período de los ciclones. En octubre hubo unas inundaciones devastadoras. Se trata de catástrofes naturales. Pero no se puede negar la responsabilidad de las clases políticas, que nunca han sabido prevenir los riesgos – ni ahora ni hace ocho meses ni durante las catástrofes anteriores. La naturaleza se desata con frecuencia en nuestro país, todo el mundo lo sabe, pero jamás ha habido ninguna política que tenga en cuenta el medioambiente ni el largo plazo.

En el plano sindical, un activista fue asesinado hace poco durante una manifestación de docentes. ¿En este caso, será que la violencia política, no la natural, se está recrudeciendo?

El 11 de octubre pasado un activista sindical de la Union nationale des Normaliens d’Haïti (UNNOH) falleció como consecuencia de un atropello policial que se produjo tres días antes, durante una manifestación organizada por una coalición de organizaciones que está haciendo una campaña de sensibilización a favor de la escolarización de todos los niños y niñas haitianos. Una policía lanzó un proyectil que alcanzó a un profesor de matemáticas, y por lo cual debe ser denunciada y sancionada. Pero también es, yo creo, un accidente lamentable, porque se halla inscrito en un contexto de paz relativa. No podemos comparar el clima actual con la terrible violencia que tantos estragos causó durante el período de transición entre 2004 y 2006. Podemos criticar todo lo que queramos la acción de nuestros gobernantes, pero al menos ya no se trata de asesinatos ni de secuestros constantes. En general se puede decir que la seguridad ha vuelto.

¿Cómo interpreta usted las próximas elecciones?

El clima no es favorable, eso está claro. Ahora no se habla más que de las elecciones legislativas y presidenciales del 28 de noviembre, cuando en realidad no estamos en condiciones y no tenemos la cultura de consenso necesaria para mantener un debate político sereno. Después de la catástrofe deberíamos habernos apoyado mutuamente, todos juntos, para volver a poner el país y sus estructuras en pie. Eso exigía tiempo. Pero hay este vacío constitucional. Por eso las elecciones son necesarias.

Volvamos a la catástrofe del 12 de enero. ¿Cuál es la situación actual?

Sigue siendo dramática. Aparte de los 300.000 muertos, hay que hablar de los millones de personas que lo han perdido todo y que a día de hoy todavía viven en refugios precarios. Yo estuve viviendo en una tienda con mi familia durante seis meses. La movilización ha sido internacional. Estuve en aquella conferencia de países amigos en Nueva York en marzo. Se hicieron tantas promesas… Pero por el momento a penas se ha transferido el 30% de la ayuda anunciada por los países donantes (5.000 millones de dólares en dos años). Eso no es nada en comparación con la gravedad de la situación. Se ha establecido la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH), co-presidida por el ex presidente Bill Clinton y el Primer Ministro haitiano Jean Max Bellerive, a la cual hemos delegado a un sindicalista, y otros sectores de la sociedad civil están también presentes, pero funciona mal. No recibimos suficiente información sobre las acciones concretas de reconstrucción. ¿Están esperando a las elecciones? ¿Un nuevo equipo? No lo sabemos. La realidad, sin embargo, es la urgencia humanitaria con nuestros millones de compatriotas refugiados, los problemas sanitarios, las epidemias, el suministro de agua y de alimentos.

¿Qué pasa con la aplicación de la Hoja de ruta del movimiento sindical para la reconstrucción y el desarrollo de Haití?

Nos habíamos reunido en Santo Domingo bajo los auspicios de la Confederación Sindical de los trabajadores/as de las Américas (CSA) y de la CSI. El movimiento sindical internacional se mostró muy solidario, ayudándonos especialmente a estructurar una lista de reivindicaciones. El representante de la CSI, destinado de forma permanente en Haití, está haciendo todo lo que puede: se pone en contacto con los trabajadores, con los sindicatos, nos ayuda a transmitir nuestras reivindicaciones en el marco de esta hoja de ruta.

¿Y la ayuda proveniente del sindicalismo dominicano vecino?

Ha sido algo magnífico. Desde los primeros días, los compañeros de la Confédération autonome syndicale (CASC) y del Mouvement socio-culturel des travailleurs haïtiens (MOSCHTA) vinieron a apoyarnos. Se mostraron muy solidarios y muy eficientes, nos trajeron víveres y medicamentos. Resultó muy emotivo y muy simbólico, sobre todo cuando se conoce nuestra historia y nuestro destino comunes: dos Estados sobre la misma isla, condenados a entenderse. Hoy día, aunque el flujo de ayuda proveniente de nuestros vecinos se haya ralentizado, la CTH y la CASC siguen estando profundamente unidas. Nos volveremos a ver a finales de año, durante unos cuatro días, con el fin de discutir la orientación que hay que darle al movimiento sindical desde la perspectiva de la reconstrucción; y también hablaremos de liderazgo. La CASC está por ejemplo asociada a un proyecto de la ONG belga Solidarité mondiale (próxima a la Confédération des syndicats chrétiens) cuyo objetivo es formar a 120 constructores haitianos, ya sea en Haití o en la República Dominicana. También existen otros programas.

Insisten mucho en la formación.

Queda todo por hacer. O por rehacer. En nuestro propio centro de formación del INAFOS se ha puesto en marcha un proyecto IPEC relativo a la formación profesional de 100 jóvenes, con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años, para prepararles en la realización de trabajos manuales como la albañilería, la carpintería y la cocina. Hay otras organizaciones, aparte de la nuestra, que están asociadas a ese proyecto. Pero la duración de la financiación es de seis meses. Es un proyecto pequeño, aunque es esencial desde la perspectiva de la reconstrucción, pero si no hacemos nada se terminará en diciembre, lo cual seria terrible, puesto que la carencia en términos de formación y de conocimientos prácticos en este país es enorme.

¿Pero cómo se puede integrar la noción de trabajo decente en este contexto de ruina?

Al nivel que estamos, más que de trabajo decente tenemos que hablar primero de trabajo simplemente, para no asustar a nadie. Tenemos que abordar este tema al cual nos aferramos mucho con prudencia. Cada encuentro con los dirigentes y los empleadores es aprovechado. Intentamos introducir poco a poco el concepto de trabajo decente. En cada reunión entregamos nuestras demandas. Dese usted cuenta: el salario mínimo, ya de por sí sumamente bajo (200 gourdes, o sea el equivalente a US$ 5), ni siquiera se aplica en todas las empresas. Antes del seísmo, el empleo formal no abarcaba más que a una pequeñísima franja de la población activa: ¡250.000 personas en un total de 5 millones! Hoy en día es mucho menos. Todo el mundo vive más que nunca de la economía informal. La mayoría de las negociaciones, de un nivel a menudo irrisorio, tienen lugar en la calle, no en los bancos. El seísmo también ha reforzado la plaga del servicio doméstico. Desde hace unos meses hay más restaveks (2). ¿Como podrían las personas que viven en la calle controlar mejor a sus hijos? Si encuentran a alguien que puede «ayudarles», no van a dudarlo demasiado. Y al final esos niños son explotados. Una nueva norma internacional sobre el servicio doméstico sería una herramienta de presión bastante necesaria en este contexto.

¿Qué mensaje desea usted transmitir al movimiento sindical internacional?

Si nuestros amigos del mundo entero todavía piensan en nosotros, y estoy seguro de que si, que sepan que el momento es crucial, que nuestras necesidades siguen siendo enormes y que existen vías fiables en el país para definir la ayuda necesaria y la manera de encauzarla. Hay que poner la palabra solidaridad en práctica. Vivíamos en el país más pobre del hemisferio americano, pero desde el 12 de enero hemos tocado fondo. Los socios capitalistas han hecho unas promesas falaces. En cambio sí que esperamos mucho del movimiento sindical internacional en términos de proyectos concretos y razonables.

Notas:

(1) Para luchar contra la epidemia del cólera, que se ha cobrado ya la vida de 1.000 personas en siete regiones del país, los sindicatos allí ubicados han establecido equipos de intervención rápida. Además de las «brigadas de trabajo contra el cólera», la CSI, que ha abierto una oficina en Haití para garantizar una presencia continua sobre el terreno, ha anunciado también, en colaboración con su organización regional para las Américas (CSA), la organización de una reunión sindical internacional en Puerto Príncipe para enero de 2011. Para más información: Haití: Brigadas sindicales luchan contra la epidemia del cólera

(2) Restavek, término criollo, derivado del francés «reste avec» (quedarse con), que significa niño dedicado al servicio doméstico.

Fuente: http://www.ituc-csi.org/primer-plano-de-paul-loulou-chery.html