Después de crear grandes expectativas sobre las «pruebas» que presentaría la Organización Internacional de Energía Atómica(OIEA) respecto a la amenaza nuclear de Irán esta se aparece con un vulgar refrito de la constante campaña mediática contra ese país. ¿Hasta dónde van a llegar los dobles raseros en los organismos internacionales? Es hilarante la pretensión de […]
Después de crear grandes expectativas sobre las «pruebas» que presentaría la Organización Internacional de Energía Atómica(OIEA) respecto a la amenaza nuclear de Irán esta se aparece con un vulgar refrito de la constante campaña mediática contra ese país. ¿Hasta dónde van a llegar los dobles raseros en los organismos internacionales? Es hilarante la pretensión de hacernos creer que el informe se apoya en datos suministrados por diez servicios secretos. ¡Qué desvergüenza! El guión es más o menos el de siempre, desde que utilizando los invaluables servicios desinformativos de la cadena de diarios Hearts, Estados Unidos iniciara su interminable ciclo bélico imperialista con la intervención de 1898 contra Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El informe de la OIEA recuerda la infortunada comparecencia en el Consejo de Seguridad de la ONU del entonces secretario de Estado Collin Powell, vísperas de la agresión a Irak de 2003, cuando aseguró que Washington disponía de reportes de inteligencia que demostraban la posesión por Bagdad de las finalmente fantasmales armas de destrucción masiva. El documento actual hace una épica gala de prosa cantinflesca, compuesta de medias verdades, especulaciones y afirmaciones yuxtapuestas y contradictorias. Cómo tienen que haber sudado sus redactores para producir semejante galimatías.
Pero nadie se sorprenda. Estados Unidos, animado por Israel, forzó la salida del egipcio Mohamed El Baradei de la dirección de la OIEA porque se negaba a ser vocero de sus exigencias y puso en su lugar al complaciente japonés Yukika Amano con el propósito de que sirviera como instrumento a la campaña sionista-estadunidense para aislar, castigar económicamente y, de ser posible, lanzar una agresión contra el país persa. Amano pasó varios días en Washington antes que se conociera el informe. Probablemente llevara un borrador para ser enriquecido por las imaginativas plumas del lobby sionista y sus amigos del Departamento de Estado.
¿Enviará algún día Amano a Israel sus inspectores que no salen de Irán? ¿Cuándo redactará su informe sobre el ilegal programa nuclear del Estado hebreo, que no es siquiera firmante -como sí lo es Irán- del Tratado de No Proliferación Nuclear, y cuenta con no menos de 400 armas nucleares. Forzado por la presión de una mayoría de estados miembros de la OIEA el nipón instó el año pasado a Israel a firmar el instrumento y a permitir la inspección de su programa atómico, lo que Tel Aviv, como era de esperar, rechazó enérgicamente. Claro, la nueva burla sionista al derecho internacional apenas fue noticia y Amano hizo mutis desde entonces para concentrarse en su encomienda principal de echar leña «científica» al fuego de la guerra propagandística antiiraní.
Hace por lo menos cinco años que el liderazgo israelí y sus socios neoconservadores en Washington vienen gestando una agresión militar contra Irán, proyecto al que han logrado arrastrar, consciente o inconscientemente, a parte de la elite estadunidense. No se diga a los políticos, siempre ávidos de los donativos sionistas para sus campañas electorales. El Pentágono hace tiempo puso a punto los planes de ataque contra Teherán como denunció el periodista Seymour Hersh en la revista New Yorker y en otros medios en varias ocasiones.
En las últimas semanas, vísperas de la publicación del informe de la OIEA se ha levantado de nuevo el caso y destapado la histeria por la supuesta bomba nuclear que Irán podría llegar a fabricar. Hace unos días el Nobel de la paz y presidente de Israel Shimon Peres declaró enfáticamente: «La posibilidad de un ataque militar contra Irán está ahora más cerca de ser aplicada que la aplicación de una opción diplomática». Al parecer Washington y Tel Aviv pretenden que el informe sirva, en primera instancia, para decidir una nueva ronda de sanciones muy duras contra Teherán pero solamente de sus aliados occidentales pues en esta ocasión no esperan contar con el apoyo de Rusia y China en el Consejo de Seguridad, además de que tendrían la oposición de Turquía, Brasil y Líbano. Pero las sanciones no son suficientes para doblegar a Irán, que insiste en que continuará su programa nuclear con fines pacíficos, como ha reiterado el presidente Mahmud Admanidejad, quien añadió que Irán no necesita del arma atómica para enfrentar a Estados Unidos.
Por lo pronto se anuncia la realización de las mayores maniobras militares conjuntas entre la superpotencia e Israel. ¿Casualidad?