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Un equilibrio inestable

Fuentes: Barómetro Internacional

Basta echar una mirada alrededor de la situación geopolítica mundial para percibir que estamos atravesando un momento que los historiadores llamarían coyuntural, y que la Teoría del Caos define como «el ingreso del sistema a un estado caótico». Una forma de constatarlo es haciendo un inventario de los «puntos de tensión» donde exista un conflicto […]


Basta echar una mirada alrededor de la situación geopolítica mundial para percibir que estamos atravesando un momento que los historiadores llamarían coyuntural, y que la Teoría del Caos define como «el ingreso del sistema a un estado caótico». Una forma de constatarlo es haciendo un inventario de los «puntos de tensión» donde exista un conflicto militar o pueda provocarse fácilmente uno de ellos. Veamos:

  • Irán La agresión constante a Irán, promovida por los Estados Unidos e Israel -supuestamente porque la nación persa estaría desarrollando armas nucleares- se ha traducido primero en un bloqueo económico, al cual las aliadas naciones europeas han dado un carácter de extrema dureza no sólo cortando las posibilidades del comercio importador y exportador de ese país, sino congelando sus movimientos bancarios con el exterior. Al irse prolongando el bloqueo sin quebrar la resistencia del gobierno y el pueblo iraníes, aumentan las amenazas (y las posibilidades) de ataques militares tanto por parte de EEUU como de Israel.

  • Siria El conflicto provocado en Siria con la promoción, armamento y financiación de un heterogéneo conjunto de fuerzas «rebeldes» que atacan el gobierno legítimo de Bashar Al Assad, por parte principalmente de los Estados Unidos pero con la participación de sus aliados europeos y varias naciones adláteres de la región (Jordania, Arabia Saudita, Quatar, Turquía, etc.), sigue su curso. Al no haber logrado avalar -tal como la hicieran en Libia- bombardeos masivos por parte de la OTAN o alguno de sus aliados que destruyeran las instalaciones del ejército y la aviación sirias y las infraestructuras del país, y al haber tenido que retroceder en los intentos de convertir a Turquía en una punta de lanza de invasión, la única jugada posible ha sido sostener a como dé lugar el estado de guerra, de atentados y acciones militares y no permitir ningún tipo de negociación (a pesar de los intentos de la ONU) que traiga un alto el fuego.

  • Libia Si bien aparentemente la situación Libia estaba dominada después de haber destruido a su ejército, asesinado a su líder (y de paso haber demolido las infraestructuras del país) y haber instaurado un gobierno títere, obediente de los intereses de las potencias occidentales y las grandes corporaciones, siguen sin embargo surgiendo hechos explosivos, que muestran que las cosas no son de esa manera. El asesinato en una ciudad libia de diplomáticos norteamericanos (aparentemente por cuenta de una de las facciones que habían sido promovidas por Occidente para tumbar a Gadaffi) y en estos últimos días la toma del parlamento por otra de esas facciones desconforme con los nombramiento de nuevos ministros (armada en la característica forma que generó este proceso, con camionetas civiles con artillería), nos indican que la situación sigue siendo conflictiva allí.

  • Afganistán-Pakistán En Afganistán, a pesar de los esfuerzos por parte de los Estados Unidos y la coalición que los acompaña en la ocupación militar para irse retirando progresivamente, el temor que el gobierno de Hamid Karzai no pueda mantenerse frente a la resistencia interna, ha ido retrasando esa retirada. Mientras tanto, las acciones de la resistencia siguen matando tropas de ocupación, manteniendo el nerviosismo de la situación. En el vecino Pakistán, el constante bombardeo con drones por parte de los Estados Unidos, dejando cotidianamente el triste saldo de civiles inocentes muertos y heridos, mantiene ese país (a pesar de la fuerte dictadura que lo maneja) en una constante tensión social.

  • Pakistan-India Mientras tanto este último país sigue manteniendo con la India un enfrentamiento de varias décadas, centrado sobre todo en el dominio de la provincia de Cachemira. Lo grave de esta tensión es que ambos países, que están enfrentados desde que se formara Pakistan escindiendo la India, se están apuntando mutuamente con armas atómicas con la posibilidad cierta que al desatarse un conflicto puedan ser usadas. Con la inestable situación interna de Pakistán, esta es una posibilidad que se vuelve peligrosamente concreta.

  • Corea Se sigue manteniendo la también antigua tensión en la Península de Corea, una Corea del Norte armada con proyectiles de alcance medio y bombas atómicas, una Corea del Sur bajo el paraguas nuclear estadounidense, prolongan una situación de tensión que no por haberse mantenido sin explotar durante muchos años, deja de ser un riesgo potencial.

  • EEUU-China La tensión entre ambas potencias tiene hoy sobre todo un origen económico más que ideológico. El creciente poder de la economía china, cuyo estado es hoy depositario de una reserva en Bonos del Tesoro y dólares norteamericanos capaz de lograr el colapso final de la economía de EEUU, y el desplazamiento de la producción industrial hacia el gigante asiático (que ha provocado el cierre progresivo de las industrias estadounidenses, que se han trasladado a territorio chino detrás de una mano de obra mucho más barata y con productos de alta calidad), han estimulado la respuesta de la derecha en el gigante del Norte, que considera hoy a China como su enemigo principal. Esto se ha ido traduciendo un intento sistemático por parte de los Estados Unidos para cercar militarmente a China, y en un notable incremento por parte de ésta del armamentismo. Un posible triunfo republicano incrementaría notablemente (por lo menos en forma visible) esta tensión.

  • EEUU-Rusia La llegada al poder de Vladimir Putin ha sido uno de los factores que ha incrementado en los últimos tiempos el endurecimiento de las posiciones rusas frente a los Estados Unidos. El principal punto de conflicto está hoy en la intención mantenida de la política exterior norteamericana de terminar de desplegar en Europa un «paraguas nuclear» cuyo objetivo sería la protección frente a «estados hostiles» de la región del Medio Oriente, pero que curiosamente no está dispuesta a permitir que Rusia integre, ni tampoco o darle ninguna garantía de que ese sistema no será usado en su contra en el futuro. El otro punto de conflicto ha sido la sistemática posición rusa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (junto con China) de vetar toda iniciativa de resolución que pudiera permitir un ataque militar contra Siria (tal como se hiciera con Libia) avalado por la organización internacional. Las relaciones entre ambas potencias han ido endureciéndose progresivamente y generan también un foco de perturbación.

Toda esta situación tensa se ve agravada por la crisis general de los países centrales, que va colocando a los gobiernos (de la Casa Blanca y la Unión Europea) en una situación de toma de decisiones cada vez más desesperada. La necesidad de desviar la atención de los problemas internos hacia las crisis militares en el exterior, las presiones cada vez mayores del complejo Militar-Industrial por estimular el consumo de armamentos y equipos frente a la caída progresiva del consumo interno, la vieja tesis de que las crisis del capitalismo se solucionan con guerras (a pesar de que los gobiernos anteriores de George W. Bush mostraran que ya no era una solución) y otros varios factores, son quienes estimulan el aumento de la agresión militar.

En los últimos meses en algunos de los puntos reseñados (Irán, Afganistán) se ha intentado «enfriar» algo la situación, considerando que cualquier agravamiento podría influir sobre el resultado de las elecciones en Estados Unidos. Sin embargo en pocos días esta situación va a cambiar (ambos candidatos han prometido continuar con la agresión en Irán y Siria).

¿Nueva Guerra Fría?

Acaban de cumplirse los cincuenta años de la Crisis de Octubre (o Crisis de los Proyectiles en Cuba), posiblemente el momento donde estuvimos más cercanos a que la humanidad se auto incinerara en un holocausto nuclear. Por supuesto que la situación no es la misma de la Guerra Fría, donde dos superpotencias alimentadas por una buena dosis de paranoia se apuntaron durante varios años con un arsenal nuclear capaz de destruir varias veces el planeta.

Sin embargo creemos que en alguna medida la situación actual tiene peligros similares. Si bien no existen hoy aquellos dos bandos totalmente definidos que colocaban las cosas en blanco o negro, nuestra geopolítica actual tiene un carácter muy complejo. En ella las interacciones entre las múltiples variables de poder emergentes y los países centrales, conforman una intrincada red donde -como decíamos al principio- el Efecto Mariposa (El batir de las alas de una mariposa en Tokio logra que el sistema desate una tormenta en Nueva York) cobra plena vigencia. Un error humano, un individuo descontrolado apretando botones, un falla técnica, o el despertar con malhumor de alguno de los que tienen la capacidad de decisión bélica, pueden desencadenar en cualquiera de los puntos de tensión reseñados un estallido que signifique el detonante de un conflicto global de consecuencias imprevisibles. No estamos exagerando, hace pocos días un trío de expertos militares norteamericanos, algunos de ellos implicados en invasiones y agresiones en los últimos tiempos y a los que nadie podría acusar de pro-iraníes, analizaba la situación en Irán y sugería al gobierno norteamericano que no interviniera militarmente (ni permitiera a Israel hacerlo) en la nación persa. Justificaban su posición con análisis de varios escenarios posibles, mostrando que la forma de expansión del conflicto y sus consecuencias podían llegar a ser (además de impredecibles) totalmente globales, generando no solo una expansión militar que podía llegar a la agresión nuclear, sino también unas consecuencias económicas tan desastrosas, que asegurarían un colapso total de la economía global.

Es en este sentido que hablamos de un equilibrio inestable, una chispa en el polvorín puede provocar una explosión en cadena. Sólo con políticas que permitan aliviar las tensiones (que no parece ser la intención entre los que tienen la capacidad de decidir guerra o paz) se podrán evitar estos riesgos.

Si no, estamos corriendo el riesgo de volver a colocarnos (y hablo de la humanidad) el revólver cargado nuevamente en la cabeza y dispuestos a apretar el gatillo, tal como se hiciera en las mejores épocas de la Guerra Fría.