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El regreso del duvalierismo en Haití, bajo el manto de «la reconciliación nacional»

Fuentes: Rebelión

A pocos días de la conmemoración del terremoto del 12 de enero 2010, el año 2014 ya se anuncia en Haití, bajo el signo de una mortífera deflagración: el regreso a cara descubierta del duvalierismo en el poder del Estado con la participación desvergonzada, provocativa del nazista Jean Claude Duvalier -invitado por Michel Martelly- a […]

A pocos días de la conmemoración del terremoto del 12 de enero 2010, el año 2014 ya se anuncia en Haití, bajo el signo de una mortífera deflagración: el regreso a cara descubierta del duvalierismo en el poder del Estado con la participación desvergonzada, provocativa del nazista Jean Claude Duvalier -invitado por Michel Martelly- a las ceremonias oficiales del Día de la Independencia en las Gonaïves, el 1° de enero 2014.

Semejante provocación, en realidad una impostura y una amalgama, no parece todavía haber provocado inmediatamente una ola de indignación en Haití: la prensa local comentó el acontecimiento en un tono banal cuando no afable . De este modo la Agencia en línea HPN (Haití Press Network), desde Puerto Príncipe, titula el evento como sigue: «Independencia – Celebración – Martelly, Avril y Duvalier, tres presidentes para un mensaje de unidad».

El artículo de HPN es retomado por el sitio de la Radio Televisión Caraïbes, el 2 de enero 2014, bajo el título, ligeramente modificado»Gonaïves 1° de enero 2014: Martelly, Avril y Duvalier, tres presidentes por un mensaje de unidad».

Jean Claude Duvalier y Prosper Avril, nunca fueron electos presidentes. En un país como Haití donde reina la impunidad bajo todas sus alucinantes y sanguinolientas formas, estos textos de las agencias de prensa leídas por ciudadanos que se cree equivocadamente, descerebrados, no son anodinas, ver neutras… Pero para la verdad histórica, es necesario una vez más hacer notar un contradicho, una mentira y una amalgama.

Jean Claude Duvalier no fue nunca presidente de Haitï, un presidente electo en una elección democrática. El heredó un poder absolutista, obscurantista; él ocupó la función presidencial gracias a una trampa, una violación de la Constitución que fue promulgada de manera ilegal por el sanguinario dictador Francois Duvalier, con el fin de transmitirle de manera hereditaria, la «presidencia vitalicia».

Entonces poner en un texto público, hacer creer o asumir que el dictador Jean Claude Duvalier ha sido presidente de Haití es una mortífera falsificación de la historia, una mentira, que no corresponde a la realidad de los hechos. De igual manera, escribir en un texto público, querer hacer creer o asumir que Prosper Avril- invitado también por Michel Martelly, a las ceremonias oficiales del Día de la Independencia en las Gonaïves, ha sido presidente es una deformación de la Historia, una mentira y una amalgama. El putchista Prosper Avril, iniciador y primer jefe histórico de los criminales «Zengledos» desde 1987, nunca fue presidente de Haití, elegido en elecciones democráticas. El ocupó ilegalmente la función presidencial como resultado de un golpe de estado contra su colega de las Fuerzas armadas de Haití (FAd’H), el criminal mercenario Henry Nanphy que había golpeado duramente al movimiento democrático, a la caída del pro nazi Jean Claude Duvalier en 1986.

La verdad histórica y la memoria popular notaron bien que el golpista Prosper Avril, tiene sus manos enormemente manchadas de sangre, fue uno de los cerebros y uno de los comandantes de la horrible masacre del 29 de noviembre de 1987, en el pasaje Vaillant, en Puerto Príncipe, masacre en la que la armada de Haití, flanqueada por sus celosos mercenarios «afectos», los escombros esparcidos de los VSN (voluntarios de la seguridad nacional, los tonton macoutes) puso brutalmente fin a las elecciones de 1987.

Otorgando la más calurosa hospitalidad a la impunidad, recordamos que este Martelly, cínico y condescendiente, con el fin de ultrajar a todas las víctimas, invitó recientemente a este mismo Prosper Avril, a conmemorar la masacre de la calle Vaillant en el Palacio Nacional, el 29 de noviembre del 2013, en compañía, lo que es peor, del inefable Gérard Gourgue.

El hecho de que Michel Martelly haya osado invitar a Jean Claude Duvalier -actualmente inculpado en la justicia haitiana por los crímenes contra la humanidad y dilapidación a gran escala de los fondos públicos-, así como el golpista Prosper Avril, expresa con claridad, la naturaleza profundamente néo-duvalierista del actual Ejecutivo. Conforta igualmente las convicciones personales de Michel Martelly, duvalierista desde su llegada a la edad adulta y admirador incondicional del cuerpo de torturadores de los Leopardos, entidad especializada de las Fuerzas Armadas de Haití (FAd’H) organizadas por la CIA durante el reinado del nazi Jean Claude Duvalier, en el que Michel Martelly participó durante varios meses… La justicia deberá algún día establecer la veracidad de los hechos, alegados por el clamor público, en cuanto a la participación personal de Michel Martelly junto al criminal putchista Michel Francois en las masacres de la población civil en los asentamientos más pobres durante el sangriento golpe de estado de 1991…

El actual Ejecutivo neo-duvalierista Martelly-Lamothe, presentando ofensivamente «tres presidentes por un (mismo) mensaje de unidad», está haciendo entonces del 1° de enero 2014, fecha de la conmemoración de los 210 años de la independencia,» una importante jornada colocada bajo el signo de la unidad» y de «la reconciliación nacional».

Hay allí, manifiestamente, una trampa, ultraje, falsificación de la Historia y manifestación de la impunidad que está, también, en el corazón de este poder anti-popular, lleno de escándalos, crímenes y de corrupción.

Reconciliación implica colocar al verdugo enfrente de la víctima En el idioma del Derecho, para que haya verdaderamente reconciliación, es necesario que haya 2 personas. El verdugo que reconoce sus crímenes, y la víctima a quien el Derecho y la moral, le acuerdan reconocimiento, justicia y reparación. No es este el caso actual en Haití. Los verdugos y los mercenarios criminalizados de la dictadura duvalierista (Jean Claude Duvalier, Prosper Avril, Michel Francois, Mme Max Adolphe, y todos los otros…) tienen vía libre, circulan libremente, gozan en toda impunidad de sus crímenes y de sus riquezas robadas a la nación haitiana.

Peor: la asociación de saltimbanquis del régimen Martelly-Lamothe, por las trampas del abogadito estafador Pierre-Richard Casimir, falsificador y denunciante de «kamoken» propulsado al cargo de «ministro» de Relaciones Exteriores, por los servicios prestados en un oscuro «affaire» de papeles falsos y otras bajezas, otorgó incluso un pasaporte falso al dictador depuesto.. Con los saltimbanquis Martelly-Lamothe, el nazi Jean Claude Duvalier dispone así de todos los privilegios, incluída una pensión, de la cual se benefician los antiguos jefes de estado, pagos por el tesoro público haitiano, el mismo que fue asaltado por la hermandad duvalierista. Y Jean Claude Duvalier, ultrajando con condescendencia a las víctimas de la dictadura duvalierista, se acordó el año pasado el «privilegio» » de ser el «padrino» (en el sentido siciliano y haitiano del término) de una promoción que se graduaba de la Escuela de Derecho de las Gonaïves…

Estas presencias en las ceremonias oficiales del 1° de enero 2014, constituyen un insulto a la memoria de nuestros ancestros, a la memoria de los Padres fundadores de la patria y de todos los sacrificados que regaron con su sangre por la conquista de la libertad.

Es igualmente un insulto a la memoria de todos los que han combatido el terror liberticida de los Duvalier. Por esta presencia en la tribuna oficial de la celebración del Día de la Independencia, Jean-Claude Duvalier, sus colegas torturadores así como sus soldaditos representados en las personas de Michel Martelly y de Laurent Lamothe, se mofan infinitamente de todos los sacrificados del sistema duvalierista, de los valores caros a la fundación de la patria: libertad, igualdad, y fraternidad.

¿Es necesario recordar que durante los 29 años de la dictadura duvalierista, el padre y el hijo buscaron transformar a todos los haitianos en esclavos duvalieristas, esclavos del pensamiento único a la instancia de los tonton macoutes y ortros servidores celosos de la dictadura? ¿Que en esos 29 años, pensar la libertad, escribir la palabra Derecho e imaginar un país en donde todos los haitianos fueran iguales delante de la ley, eran todos actos pasibles de tortura, de exilio y de asesinato para miles de jóvenes que aspiraban a la libertad y a todos nuestros derechos ciudadanos?

En este marco analítico enfrente con la realidad observable, no es por casualidad que todas las esferas y aparatos del estado, los gabinetes ministeriales, estén infectados de tantos mercenarios duvalieristas reciclados llevando el brazalete rosado del Martellysmo; no es casualidad que tantos hijos e hijas de tontons macoutes conocidos y otras tonton macoutes mujeres (fiyet lalo) estén instalados, con su brazalete rosado, en los puestos dirigentes de las instituciones del Estado… El más representativo de estos mercenarios incompetentes no es más que Nicolás Duvalier, hijo de Jean-Claude, colocado como «consejero político especial» del gabinete de Michel Martelly…

De esta manera Martelly y Lamothe, exhiben sin reservas su filiación duvalierista, seguros del apoyo indefectible de las grandes democracias «amigas» que no dudaron jamás en apoyar a los dictadores en países del Tercer Mundo, al servicio de los intereses de las altas finanzas occidentales.

Hoy, el proceso de Jean-Claude Duvalier se prolonga largamente, los tres jueces de la Corte de Apelaciones que instruyen su causa, hacen perdurar la danza macabra de la impunidad no llegando a ninguna decisión… A contra corriente de la subcultura de la amnesia y del silencio, más de 30 víctimas, luchadores han oficial y valientemente abierto un juicio contra Jean-Claude Duvalier por arresto arbitrario, secuestro, violencia sicológica y torturas: estas víctimas no han obtenido hasta hoy ni justicia ni reparación. Entonces, ¿cuál es el color y la orientación de la justicia hoy en Haití?

¿Será rosada»tët kale» con el emblema la bandera negra y roja y la pintada de Francois Duvalier? El sistema judicial haitiano, largamente domado, avasallado y corrompido por la dictadura duvalierista y por los poderes del post 1986 ¿sabrá hacerle justicia, con toda independencia, a las víctimas del terror liberticida y cleptócrata de los Duvalier? El futuro lo dirá… Bajo el manto de la impunidad, y con la complicidad activa del actual Ejecutivo-duvalierista Martelly Lamothe, son los verdugos de ayer, invistiendo selectivamente con mirilla telescópica los comandos del poder político que quieren hoy, imponer una pretendida y hedionda «reconciliación», o una «amnistía-amnésia» por encima de sus crímenes impunes, ahora que las víctimas de la dictadura reclaman justicia.

Bajo el manto de la impunidad, se trata para los verdugos duvalieristas, de arrogarse una «auto-amnistía» e imponerla a la nación, sin ninguna consideración por las víctimas, negándoles una vez más, todos sus derechos ciudadanos, y más precisamente su derecho a la justicia y a la reparación.

Hay que decir fuerte y claro en todas las tribunas nacionales e internacionales: las decenas de miles de víctimas de la dictadura duvalierista no han obtenido hasta ahora justicia ni reparación, este derecho a la justicia y a la reparación que hubiera podido de manera legal y moral, justificar la apertura de un proceso de unidad en la reconciliación nacional. Es por lo tanto inmoral e ilegal predicar la «unidad de la familia haitiana» (eslogan de los duvalieristas reagrupados en el seno del mercenario y heteróclito PUN (Partido de la Unidad Nacional): es inconcebible e ilegal reclamar la reconciliación nacional por fuera de un proceso del accionar de la justicia y de los procesos que de ella se desprendan.

Más cerca de nosotros, de la América latina hermana que ha conocido su cuota de dictaduras sanguinarias similares a la de los Duvalier, podemos sacar muchas enseñanzas de la sociedad civil. El abogado Gilberte Deboisvieux, antiguo responsable de la América central en la Federación Internacional de los Derechos del Hombre (FIDH), explica la razón de esta ola de leyes de amnistía sobre el continente sud-americano en los siguientes términos:

¿»Porqué una ley de amnistía? No hay que engañarse, la mayoría de las veces, los nuevos gobiernos, mismo elegidos, salidos de grandes conflictos sangrientos, tienen lazos poderosos de intereses y parentesco con los dictadores, y los torturadores de ayer. Son de la misma categoría económica, el mismo origen social. Han frecuentado las mismas escuelas. Cuando es cuestión de reconciliación nacional, es de una reconciliación entre ellos y sus pares de lo que se trata.»

En un parecido y riguroso eco, en un discurso pronunciado por Benjamin Cuellar, director del Instituto de los Derechos del Hombre de la Universidad Centroamericana (DIDHUCA) delante del Congreso de la Federación Latinoamericana de asociaciones de familiares de detenidos desaparecidos (FEDEFAM), que tuvo lugar en el otoño de 1995 en San Salvador, este especialista de los derechos del hombre declaraba, en el meollo de su intervención intitulada ¿»Amnesia o amnesias?», en el pasaje «Amnesia o conspiración del silencio» que «Todas las leyes de impunidad de nuestra América Latina se han caracterizado, en mayor o menor medida, por sus intentos de disimular los crímenes del terrorismo comandado por el Estado. Estas leyes han beneficiado automáticamente a los agentes del gobierno, que fueron dispensados de reconocer algún tipo de culpabilidad . Estas leyes han cubierto un dominio muy vasto y han servido para prohibir o suspender toda investigación, y por añadidura eliminan la posibilidad de acción civil individual o gubernamental alguna. Así, según Louis Joinet «el poder de amnistía no se contenta con asegurar por ej. que los torturadores se beneficien de la impunidad criminal, sino que busca además organizar la conspiración del silencio que impide toda posibilidad para las víctimas de obtener las reparaciones materiales o mismo morales a las cuales ellas podrían aspirar según la ley común. El objetivo no es tanto evitar un castigo civil, ni el pago de indemnizaciones compensatorias, sino de suprimir la posibilidad de una investigación que pudiera conducir a un proceso civil público, lo que confirma una vez más que la publicidad es la sanción más temida por los autores de ataques serios contra la condición humana.»

Y elaborando aún más su pensamiento analítico, Benjamin Cuellar precisaba en la misma intervención, y en el capítulo «Comprometerse por la verdad», que «Los métodos «fáciles» y » cómodos»para olvidar lo que los asesinos han tratado de hacernos aceptar, son inadecuados para detener la justa búsqueda de una justicia verdadera, fundada en la verdad. Los horrores no pueden ser pasados bajo silencio y los autores no deben ser protegidos por el anonimato, desinvestidos de toda responsabilidad, permaneciendo su participación desconocida: esto solo puede alcanzar para minar la esencia misma de una coexistencia social que respete verdaderamente la dignidad humana. En verdad, tenemos allí, sin ninguna duda un problema social que va más allá del dolor individual, y es como tal que debe ser encarado».

¿Qué concluir de esto? La lucha de la sociedad civil haitiana contra la impunidad y por la justicia, hoy, es un deber de memoria, un combate contra la amnesia programada, alimentada y banalizada en la totalidad del cuerpo social haitiano carnavalizado bajo el halo del martellysmo neo-duvalierista, en un país, con pérdidas de referencias ciudadanas y desestructurado. En la obligación de confrontar lo auténtico con lo falso, la razón al contrasentido, la sociedad civil haitiana debe llevar un desproporcionado combate, la lucha contra la impunidad adosada a una redefinición histórica de la ciudadanía haitiana que se inscribe a contra corriente del populismo de extrema derecha martellyana y contra el regreso planificado del duvalierismo en Haití, bajo el manto impune de la «reconciliación nacional». La sociedad civil debe hoy más que nunca , como nos lo enseña el célebre filósofo Stéphane Hessel, indignarse y movilizarse contra el funesto y criminal regreso al poder del duvalierismo en Haití…

…Desde Puerto Príncipe y en Facebook, el ciudadano Stephen William Phelps, el 2 de enero 2014, expresa corajuda y públicamente su indignación en estos términos: «Vuélvanme loco o sabio… Es intolerable que Jean Claude Duvalier esté en esta tribuna oficial sin haber respondido por los actos horribles e inhumanos cometidos en este país a lo largo de su presidencia vitalicia. ¡No! ¡no! ¡y no a la impunidad! No a al impedimento del deber de memoria!».

Tal es una de las respuestas ciudadanas a la cual es invitada toda la sociedad civil haitiana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.