Estimado Boaventura, con mucha tristeza he leído varias veces su “Carta abierta a dos jóvenes indígenas ecuatorianos”[1], en la que nuevamente y ”sin querer queriendo” termina apoyando una vez más al progresismo, a pesar de que dice ser crítico y que no quiere aconsejar.
Como igual lo han hecho otros decoloniales, como Dussel y Grosfoguel que también han apoyado al progresismo latinoamericano, quienes de la misma manera, sin “querer queriendo” siguen siendo eurocentrados, aunque dicen no serlo o dicen cuestionarlo.
El hegemonismo occidental, en sus expresiones de derechas e izquierdas (especialmente la autodenominada progresista), se resisten a perder sus privilegios conceptuales y fácticos, y nos han combatido con más virulencia que la propia derecha. El progresismo en toda América Latina nos ha perseguido, criminalizado, asesinado, y usted nos pide que seamos masoquistas y que votemos por ellos para que nos sigan sometiendo. Ni la derecha, ni antes la monarquía, lograron en estos 500 años dividir al movimiento indígena, como sí lo consiguió el socialismo del siglo 21, y usted nos dice que el progresismo es nuestro aliado. Irónicamente, en los gobiernos de la derecha estábamos más cohesionados, consolidados, unificados, hasta que apareció la derecha progresista para dividirnos, desestructurarnos, desmantelarnos; y usted nos pide que repitamos la historia.
Usted nos recuerda en su carta lo que hizo el estalinismo con todos aquellos que lo cuestionaban, bajo el argumento de que había que defender a la revolución a pesar de sus errores. Y ya vio como terminó todo ello, para luego recién reconocer que se equivocaron en apoyar a los estalinistas. Y ese es el mismo caso de ahora, pero usted nos pide que nos olvidemos de lo que pasó en toda la historia de la izquierda mundial con sus persecuciones a quienes discrepaban de sus dogmas, bajo el argumento de que la derecha neoliberal y el imperialismo son el verdadero peligro. Cuando para nosotros ambas son peligrosas, y no es fundamental quienes son más peligrosas, sino que las dos son contraproducentes, no solo para los seres humanos sino para la vida en su conjunto, con su extractivismo de izquierda y de derecha.
Al final de cuentas, usted se ha inscrito en la línea del progresismo mundial y repite su mismo discurso estalinista. Dice usted que Yaku Pérez apoyó el golpe en Bolivia, solo le faltó añadir que Yaku estuvo de acuerdo con Janine Añez y que apoyó las muertes de Senakaba y Senkata, tal cual es el discurso correista y que usted se lo ha creído a pie juntillas. Demuestre que apoyó el golpe. Hasta ahora a todos los que les he dicho que lo demuestren, nadie ha podido hacerlo. Yaku, al igual que el Mallku Quishpe, muchos líderes y movimientos indígenas y sociales de Bolivia, y de alguna manera el mismo Choquehuanca, criticaron a Evo por su afán de eternizarse en el poder y porque desconoció el referéndum en el que el pueblo boliviano, incluido los del MAS, le dijeron que debía dar paso a otra persona.
Por cierto, acaso el desconocimiento del referéndum no fue también un golpe a la democracia. Quién empezó dando golpes. ¿Usted criticó ese golpe? ¿Usted criticó la alternabilidad que manda la filosofía indígena? Algo que después del golpe de Añez, el mismo Morales reconoció que se equivocó en su idea de perennizarse. Y por otro lado, al parecer ganó con fraude esas elecciones, algo que hasta ahora no ha sido demostrado que no lo hubo, y que la victoria del MAS en estas últimas elecciones no necesariamente confirma que no hubo fraude. Todo esto criticó Yaku, pero usted repite lo mismo que dice el correismo.
En toda su carta critica a Yaku y solo le faltó decir que es de derecha, aunque sí dice que Pachakutik apoyó al derechista neoliberal de Lenin Moreno. Demuéstrelo también. Sí hubo unos pocos asambleístas que apoyaron ciertos proyectos, pero que fueron cuestionados y criticados por Pachakutik. Pero usted repite el discurso correista de que Pachakutik fue aliado de Moreno, con ello integrándose al grupo de intelectuales progresistas internacionales en la campaña sucia en contra del movimiento indígena y en particular de Yaku, como lo ha demostrado Salvador Schavelzon[2].
El movimiento indígena y la izquierda luchamos por varios años contra la corrupción del progresismo correista, mucho más que la derecha, y ahora usted también nos sale con el cuento del lawfare. Y qué opina de lo que hizo el correismo cuando “metió las manos en la justicia” como lo dijo el mismo Correa. Acaso, eso no es también lawfare. Usted le cita a Alberto Acosta en su carta, pues debería leer todo lo que él ha escrito del correismo, y también los tres grandes libros de varios intelectuales que escribimos ahí y que él lo sacó como uno de los editores. A más de la cantidad de libros que sacamos individualmente de lo que significó el correismo, y que no es como usted dice de que hubo grandes avances. Es más, los gobiernos de derecha de Colombia, Panamá y Paraguay, redujeron la pobreza mucho más que Correa.
Cuando usted estuvo en Quito hace unos 6 años y se reunió con varios intelectuales, le explicamos personalmente la situación que vivíamos, pero no sirvió de mucho. Desde aquel encuentro sentí que usted no entendía completamente nuestra lucha, y el tiempo lo ha ido confirmando, pues en última instancia siempre se ha manifestado a favor del progresismo, y la carta motivo de esta respuesta refleja claramente cuál es su posición y confirma una vez más que estamos en caminos diferentes.
Estamos en caminos diferentes porque tenemos dos líneas desiguales de comprender la realidad y de vivir. Yo soy parte de los que funcionan con las racionalidades o “pensasientos” colectivos milenarios, los mismos que siguen vivos y latentes en la mayoría del planeta, a pesar del “epistemicidio” que ha pretendido hacer el eurocentrismo, pero que no lo han logrado, ni siquiera en la misma Europa, en donde el movimiento indígena celta está renaciendo. No sé si usted lo conoce, al parecer no en detalle, pero lo que es seguro es que no hace sus reflexiones a partir de la filosofía Awen o Druida, de la tierra donde usted nació. Esta filosofía colectiva de la Europa indígena está más allá de las “epistemologías del sur”, y está en concordancia con las filosofías indígenas de todo el mundo, pues no hay mayor diferencia entre la filosofía celta con la inca, la maya, la hindú, la china, la bantú, etc.
No hablar desde una filosofía milenaria construida colectivamente, es hablar desde una visión eurocéntrica, o más precisamente helénica, a la que los griegos la sistematizaron y le llamaron la civilización. Paradigma que los romanos cristianizados lo impusieron a las culturas indígenas de Europa, y que luego los europeos civilizados o dogmatizados lo han seguido reproduciendo, pero que últimamente el movimiento celta también lo viene cuestionando.
Sin embargo, la mayoría de intelectuales europeos de izquierda todavía no los han tomado en cuenta, como igual pasa en el resto del mundo occidentalizado y sus satélites, en la que todos hablan desde una visión eurocentrada de izquierda y de derecha. Por ello, es que derechas y muchas izquierdas critican a las filosofías indígenas, o las menosprecian porque desconocen de ellas, y ante todo, porque no funcionan desde esas ontologías y epistemes.
Por lo que en todo el mundo, estas izquierdas se burlan de estas sabidurías ancestrales, con motes de pachamamismo, abyayalismo, esencialismo, etnicismo, culturalismo, fundamentalismo, y últimamente hasta de fascismo. Y en su caso habla de movimientismo, sugiriendo que se ha caído en el apoliticismo, lo que hace ver que no conoce bien al movimiento indígena ecuatoriano. Y al parecer piensa lo mismo del zapatismo, de que solo es una acción movimientista de las ONGs pagadas por el Norte Global.
Entonces, los indígenas de todos los colores de toda la Madre Tierra nos hemos levantado reivindicando el sumak kawsay (Abya Yala), el Ubuntu (Africa), el Swaraj y Tanxia (Asia), el Awen (Europa), por citar unos pocos conceptos, todos los cuales se podrían traducir al castellano: “viviendo todos en armonía bajo el cielo”, como dicen los chinos milenarios. Desde estas epistemologías colectivas milenarias es que hablamos e interpretamos nuestra realidad, y esa es la diferencia con todos los demás que hablan desde las epistemologías eurocentradas del sur y del norte, unos más y otros menos eurocéntricos, y pienso que a usted todavía le quedan algunos rezagos eurocéntricos.
Son eurocéntricos porque no hacen su crítica desde una epistemología elaborada colectivamente por los propios pueblos, sino desde su particularismo individualista formando en el paradigma eurocentrado y no en estudios serios de las filosofías no occidentales. Es decir, no han hecho un giro colectivo para hablar desde epistemologías y ontologías construidas por miles de años, sino desde constructos individuales o de grupos pequeños nacidas al interior de occidente.
Y el progresismo es parte de ello, que es la expresión posmoderna de los sectores medios y académicos que buscan desplazar a los movimientos sociales (especialmente al indígena) o cooptarlos para que estén bajo su tutela socialdemócrata y hasta demócrata cristiana, bajo el membrete de “nueva izquierda”. Por eso nos han venido enfrentando, porque ya no nos ponemos a su cola eurocentrada del “socialismo del siglo 21”, sino que les disputamos sus concepciones y horizontes. Porque nos quieren seguir teniendo solo como masa o como brazo indigenista o feminista o ecologista o popular. Y porque hemos emprendido una lucha en que ya no es solamente de clase y moral (como ellos quieren), sino ontológica y transcivilizatoria. Esto es lo de fondo, entre unas y otras posiciones.
Notas:
[1] https://alicenews.ces.uc.pt/index.php?lang=1&id=33452
Atawallpa Oviedo Freire. Filósofo Andino, Fundador del Movimiento al Buen Vivir Global, Director de la Escuela Superior Alteridad.