En junio del 2021 se elegirá al décimo presidente en 30 años: Los últimos siete: Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García (ya fallecido), Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Manuel Merino, son investigados por la Fiscalía, procesados por el Poder Judicial o cumplen sentencias por delitos de corrupción, lavado de dinero y crímenes de lesa humanidad.
De los 23 actuales candidatos, por lo menos un 50% esta procesado (Keiko Fujimori, Julio Guzmán, Daniel Urresti, Daniel Salaverry, Ollanta Humala, Rafael Lopez, Cesar Acuña, Hernando de Soto (asesor de Fujimori), Fernando Olivera, etc, etc.[1] Entre los candidatos a congresistas 215 tienen juicios. Y la mayoría de gobernadores y alcaldes también estan procesados. De los 15 candidatos a la presidencia que quedaban a fines de febrero de 2021, al menos 9 tenían antecedentes judiciales, solo se salvaban los que fungen ser de una izquierda que teme ser reconocida como socialista. Este tipo de participación delincuencial es el primer hecho inaudito, que asombrará al mundo.
En el análisis de estas nuevas elecciones generales, los expertos en coyunturas se quedan en el examen superficial de programas, estrategias, personalidades, posibilidades, encuestas, etc. Y poco dicen sobre el proyecto neoliberal y menos se acercan a un análisis de clases, a sus ocultos antagonismos y otras profundas contradicciones que vive el país. Ni siquiera se asombran del armado de un circo para que todo siga igual. Ni los analistas, ni los críticos denuncian lo expresado en el párrafo anterior y en los siguientes, como si esta descomposición estatal, ética, este cierre a la democratización no importase. O será, ¿que se ha naturalizado el autoritarismo, el fraude, la corrupción? ¿O quizás todos los políticos, se considerán tan parte de este sistema que prefieren no autocriticarse? Veamos.
Como hemos señalado en otros artículos, dentro de las determinaciones siempre hay indeterminaciones. Histórica y estructuralmente todo el sistema electoral estaba configurado para que el neoliberalismo impere por siempre. En su dimensión política el Jurado Nacional de Elecciones y la Oficina Nacional de Procesos Electorales fueron sujetadas al sistema judicial, previamente controlado. El diseño privatizador y mercantilizado, donde el dinero manda, estaba asegurado. La oposición de izquierda fue comprada con cargos y privilegios en los distintos gobiernos, poco a poco se convirtió de opositora conciliadora y de apoyo al mal menor a defensora de gobiernos corruptos y neoliberales, hasta transformarse en neoliberal progresista. Los medios de comunicación y redes, escuelas y universidades, siguieron construyendo hegemonía neoliberal, manipulando cerebros utilizando la amenaza del terrorismo, complementando la idea de un supuesto éxito económico traducido en la práctica en estabilidad y el crecimiento de una clase media acorde con mayores ingresos a la economía y al Estado. En la lógica siniestra de Fujimori-Montesinos, si todas las instituciones se corrompían, la corrupción adquiría el estatus de legitimidad que necesitaban. La mayor oposición provenía del Congreso, universidades, poderes locales y sindicatos. Se dio un autogolpe en 1993 y acabaron con la oposición congresal, años mas tarde hicieron depender los poderes locales y universidades de las regalías mineras, que derechito entraron a la corrupción con esos fondos y al silencio universitario. Desapareció el Ministerio de Trabajo y los trabajadores ya no tenían derechos. La izquierda acepto todos estos mecanismos, medraron de las instituciones y los que no se posesionaron de las ONG creadas para aliviar el desastre neoliberal.
Sin embargo, aparecen las indeterminaciones, la pandemia puso en evidencia el abandono de la sociedad y la inexistencia de derechos de todo tipo. Resurgieron las luchas sociales y conflictos de clase. Las contradicciones entre viejas y nuevas corporaciones se tradujeron en confrontaciones entre ellos; los políticos corruptos se acusaban entre ellos de ser corruptos. El sector honesto del poder judicial entro al juego y colocó a ciertos sectores en la picota, la amenaza de cárcel desesperó al sistema de corrupción que continuó dividiéndose en agresivas mafias que podían recurrir hasta al golpe de Estado. Las mafias empresariales no solo no quieren ir a la cárcel, también se niegan a pagar impuestos y quieren cada vez mas de la republiqueta colonial y como al inicio del bicentenario se pelean entre viejos oligarcas y advenedizos que crecieron en las grietas neoliberales, incluyendo a los neoliberales progresistas. Así es como se va desestructurando el Estado, en el que ya nadie confía, tampoco en los políticos, pero la estructura de poder continua en la base.
Es este el contexto electoral, donde aparece lo inédito, lo insólito. El bloque conformado por los partidos de la derecha política, que en realidad son pequeños grupos mafiosos debilitados, existen con 13 registros de un total de 18, en seudo partidos claramente de derecha, con pequeñas diferencias entre ellos y todos quieren tener congresistas y estar en el tinglado electoral como fuente de riqueza. Cohesionan una diversidad de intereses de clase cuyo eje unificador es el neoliberalismo y defenderse de las amenazas de cárcel. Cuentan con Keiko Fujimori como la preferida por la CONFIEP, pues pese al rechazo que concita por ser jefe de una organización criminal -así calificado su partido por el Ministerio Público- tiene simpatizantes y si no los tiene se los inventan. La particularidad de esta elección es que el fujimorismo ha logrado colocar tres candidatos: Keiko Fujimori (Fuerza popular), de Soto (Alianza País), y López Aliaga (Renovación Popular). Y de no llegar alguno de ellos tienen a Forsyh, Lescano e incluso a una Verónica persuadida en cada paso que dé, para que cambie de rumbo. Ya lo hicieron con Humala y ella lo sabe muy bien. Dos cosas insólitas, 13 organizaciones criminales buscando el congreso y una de ellas con tres candidatos presidenciales.
La predilección de la Confederación de Empresarios del Perú (CONFIEP) por Keiko, surge de que, por sus inversiones, ya forma parte de las familias criollas mas ricas del Perú, no obstante ser hija de japoneses enriquecida por un padre que acabo con la riqueza estatal en favor de corporaciones que la asociaron (tal como lo hizo Alan García, en su gobierno) en grandes empresas oligárquicas y trasnacionales. Despierta curiosidad su aceptación, por que siempre es colocada entre los cinco primeros posibles de entrar a la segunda vuelta y sin embargo mas del 60% del país la rechaza, comprobándose que solo es creación de los medios y del fraude en marcha. Esta elección, como ocurre hace 30 años, tiene que ver no solo por las finanzas que respaldan a los competidores o por las condiciones institucionales preparadas para ella, sino también por que ofrece crecimiento económico y autoritarismo, que caracterizaron el gobierno de su padre y que también le dieron buenos resultados a Alan García. Ese crecimiento tuvo que ver con la subasta del país a grandes corporaciones que invirtieron para saquear el país y que generaron una clase media publico-privada, gracias a su actividad y a los aportes tributarios que siendo un tercio de lo que pagan en el capitalismo avanzado sirvieron para desarrollar políticas clientelares e incrementaron las mafias en todo el país. Esta candidata siendo la seleccionada no creemos que pase a segunda vuelta, a no ser que haya fraude.
Entre los otros cuatro que están por encima de ella en las encuestas electorales, estará la definición de dos que irán a segunda vuelta. Tres neoliberales y la progresista Verónica Mendoza. El opus dei, extravagante dinosaurio conservador, Rafael López Aliaga, ingeniero industrial, beneficiado por Fujimori con el tren Cusco-Machu Picchu y hoteles, fue regidor del corrupto alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio y esta implicado en operaciones ilegales en la Caja Metropolitana de Lima. Apareció incluido en el caso de los Panamá Papers en 2016, empresas off-shore y lavado de activos. Ya anteriormente, en 2001, estuvo involucrado una investigación del Congreso que incluyó a Lan Perú y a Peruval Corp por venta de acciones y presunta evasión de impuestos. Sus asesores le han recomendado un reformismo neoliberal ultraconservador propio de la nueva derecha. Parece tonto, pero es muy habil, quiere ser el outsider, el antipolítico, aunque 40 años se dedica a este menester. Es el Montesionos de Keiko. Se presenta como nuevo político antisistema; microempresario, que solucionara el problema de la economia informal. Critica a la corrupción, denuncia los acuerdos con Odebrecht y con el gas de Camisea, propone agua para los pueblos, critica a Keiko y Montesinos, denuncia al JNE, propone una reforma del poder judicial y a recrimina a los periodistas mermeleros (que viven de la información y venta de otros servicios), convoca a la juventud a un nuevo futuro y ofrece tablets, critica a sus supuestos contrincantes: Guzmán y de Soto e incluso arremete contra el presidente Sagasti. Recomienda austeridad y aumentar el valor agregado y ventajas comparativas para ser una potencia mundial. En síntesis, sostiene que el Estado sea realmente subsidiario, para ser atractivo a la una inversión privada que ingrese a buscar ganancias en todo el territorio.
Perú siempre fue un país cercano a la izquierda, pero sus propias elites destruyeron sus organizaciones e ideales, cuando se dedicaron a medrar. Otra parte nunca supo legitimar su experiencia político militar y la deslegitimación cayo sobre ellos como una losa sobre otra durante 4 décadas. Caminaron entre el terruqueo y las ambiciones grupales, enarbolando sus ONG o viviendo de los propios trabajadores como Patria Roja con su derrama o de los pueblos desde los Gobiernos regionales o locales (Gregorio Santos- Cajamarca, Gregorio Cuevas-Moquegua, Susana Villarán-Lima, Cerrón?-Junín, David Jiménez- Puno, etc., etc) destruyendo a la enorme izquierda popular. La otra, la izquierda clasemediera, la light, caviar, se encargo de destruir a la izquierda de clase media; involucradas en ONG de las que muchas les era indiferente defender a la empresa o a pobladores agredidos por el despojo y la contaminación, también se fragmento, la vieja y contaminada por sus compromisos con el poder tanto ideológicamente como en la corrupción hicieron un frente (Juntos por el Perú) dejando aislado a Marco Arana (frente Amplio) con su ONG y la renuncia de la mayoría de su militancia. Los dueños de otras organizaciones, con diferencias históricas con los primeros, provincianos con mayor base popular, como el Dr. Vladimir Cerrón (Perú Libre) puso como candidato a Pedro Castillo (también contaminado por su apoyo a Toledo en su juventud) y Andrés Alcántara (Democracia Directa) y Ciro Gálvez (Renacimiento Unido). De estos tres últimos, destaca electoralmente Pedro Castillo, que tiene alrededor de 5% de las preferencias, cerca de Verónica Mendoza.
Cuando tambalean las candidaturas de los partidos defensores del modelo económico, en tanto existe un gran descontento popular y demandas de cambios reales, recurrirán a los provincianos como el neoliberal Johny Lescano (Acción Popular), abogado declarado neoliberal, proviene de la clase media andina, quien usa su larga experiencia política y sin tener un plan de acción pragmatico; propone la unidad del Perú, para buscar el crecimiento economico atrayendo la inversión privada. Tambien critica la corrupción, encarnada en el fujiaprismo y en los políticos de de derecha, propone cambios constitucionales, en la política monetaria y en el BCR. Ofrece solucinar los problemas urgentes en salud, educación, pandemia, alza de precios.
La opción progresista recae en la conciliadora Verónica Mendoza (Juntos por el Perú). En su intento de colocarse al centro y competir con Lescano, propone un dialogo con los poderes establecidos; pactos para no llegar a antagonismos, nueva constitución previo referéndum ciudadano, reforma tributaria para aumentar la presión fiscal del 14% al 18%, aumentar el valor agregado a la producción peruana, garantiza la inversión en minería, si esta es responsable, entrega periódica de bonos, etc. Nuevamente estamos frente al mal menor.
Otras organizaciones criminales secuaces de la madrina Keiko Fujimori, son Hernando de Soto (Renovación Popular) falso tecnócrata mediocre, ex asesor de Alberto Fujimori acusado de plagio; o el futbolista George Forsyth (Victoria Nacional) con 12 candidatos a congresistas fujimoristas, pragmático burgomaestre del distrito de La Victoria. La derecha empresarial tiene mucha de su gente con un pie en la cárcel; y por otro lado están aterrados con la posibilidad de que venga alguien y cambie el modelo.
Según las últimas 1200 encuestas las del IEP, Datum y otras. Y de acuerdo con el debate propiciado por America Televisión. Todas, poco significativas pero indicativas de la influencia de medios monopolizados y la desconfianza en las elecciones como herramienta de cambio. Lescano y López, o quizas Lescano y Forsyth o Lescano vs Veronica Mendoza, irían a segunda vuelta. Dos de estos serán víctimas del fraude. El ganador, si fuera un progresista de derecha o izquierda, tendrá enormes problemas para gobernar, considerando precisamente, la privatización de la política, la Constitución -que sera el principal pretexto para no cambiar nada- y el Congreso. En realidad, con mas del 30% de indecisos y otro tanto que votaran en blanco o viciando su voto, lo que han logrado el neoliberalismo es la antipolítica y si el voto no fuese obligatorio no votaria ni el 30%. Lo que predomina, de acuerdo al diseño, es la invesrión y el marketing, lo que dicen los medios sobre la ignorancia y la cultura TV, la clase media de Lima y grandes ciudades. Los porcentajes irán cambiando en cada encuesta posterior a cada debate. Solo faltan dos semanas .
Lo expuesto pone en evidencia que el Perú no solo no ha dejado de ser un Estado colonial, ahora neoliberal, antidemocrático, corrupto, sin soberanía, construido para unos pocos, que por su lógica intrínseca continuaran en sus propósitos de consolidarse y trataran de sacar de su descomposición a los partidos asimilables, corregir a su favor las herramientas de poder y redefinir los desajustes electorales siempre buscando que sean a su favor (llamada reforma política y judicial). Los recientes datos de las elecciones internas muestran, promediando, a grosso modo, que solo 4.3% de los militantes fueron a votar. Esto, solo prueba que las firmas de la militancia son un fraude, que la ciudadanía y los partidos solo son palabras. Los embates de la antidemocracia llevan a la corrupción electoral y se expresa al interior de los partidos. El Estado mediante el JNE negocia con organizaciones criminales para tengan la opción de ser candidatos y que un lustro mas les sirvan. El financiamiento publico-privado de partidos y campañas, los altos salarios y privilegios de los congresistas, gobernadores y alcaldes. La posibilidad de coimas en obras,[2] el reparto de regalías, los estímulos para aprobar leyes que favorecen a grupos privados. han corrompido aun mas a organizaciones que ya nacieron así y han incentivado el surgimiento de problemas internos relacionados con el caudillismo presidencialista, la penetración de la mercantilización electoral, la consolidación de franquicias y organizaciones criminales en competencia y el individualismo del voto preferencial; configuran un sistema corrupto y corruptor.
Las cosas aun son mas graves. Existen contradicciones políticas fundamentales de las que nadie habla: 1. La mas importante es entre una mayoría de políticos que forman parte de diversas organizaciones criminales, grupos de la ultraderecha oligárquica, lumpen empresarios de la CONFIEP, militares y policías corruptos que controlan el Congreso, el sistema judicial y directa o indirectamente el ejecutivo; frente a otro grupo minoritario de gente honesta que trata de impedir la definitiva consolidación de los primeros. Frente a ambos, están las clases medias en proceso de precarización y los sectores populares en el desempleo y empobrecimiento. Tampoco se habla del diseño electoral, hecho a la medida de los poderosos. Se caracteriza por: a. que el poder electoral este subordinado jurídicamente a un podrido sistema judicial b. que solo se pueda candidatear por un partido reconocido por el poder, cuando todos saben que son en su mayoría organizaciones criminales y, en el mejor de los casos, empresas de franquicias que designan a los candidatos c. que el gran atractivo de ser político es la corrupción impune en gobiernos regionales locales y Congreso, o los enormes privilegios de los congresistas -incluyendo la inmunidad- que han hecho de esta entidad cloacas delincuenciales d. que los comentaristas políticos -sicarios de corporaciones empresariales- son los verdaderos políticos que orientan las preferencias ideológicas y por los candidatos, e. que el poder judicial define quienes deben ser encarcelados y quienes pueden hacer política siendo reos sentenciados, procesados o investigados. Incluso quienes pueden ser candidatos y quienes no. F. que la gran política esta reservada para asesores, consultores, tecnócratas formados en los países colonialistas y algunos personajes elegidos por el poder.
Otra contradicción tiene que ver con la construcción del Estado-nación, donde el rechazo a la coexistencia de grupos en un mismo territorio y dentro del mismo Estado, ha sido la base del Estado-nación. Un Estado territorial multinacional que se identifique con una sola de sus “naciones” étnico-lingüísticas al privilegiar ésta sobre las otras, crea conflictos centenarios. Problema no resuelto por las constantes recolonizaciones que benefician a unos pequeños grupos y afectan negativamente a las mayorías. La apropiación de los “recursos baratos” (minerales, tierras, agua, etc) por las grandes corporaciones va de la mano con su oposición a pagar impuestos. Según Servindi “Pese a que el patrimonio del sector minero creció casi en un 400 % entre 2005 y 2016, su contribución tributaria al Estado no supera el 10 %” y la presión tributaria que en los países de la OCDE es de 34% en Peru no llega al 15% (https://www.servindi.org/actualidad-noticias/25/02/2021/peru-recomiendan-aplicar-reforma-tributaria-para-lograr-recaudacion)
Frente a la nación política y al imperio, con la opresión de mayorías en desintegración parcial, hay que distinguir el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, colocándonos al lado de esta última. Los pueblos estan luchando contra el despojo y la crisis civiizatoria, defendiendo una estrategia nacional-popular basada en la construcción de poderes sociales, fortaleciendo la unidad desde abajo que fomente el trabajo voluntario, y la auto organización social. Creemos que la izquierda, junto con todas las fuerzas sociales, políticas y culturales que todavía quieren rebelarse deben luchar por la autodeterminación y la emancipación.
¿EXISTEN ALTERNATIVAS?
Las elecciones no son una alternativa al neoliberalismo, pero deben usarse para desarrollar la conciencia política y abrir espacios para continuar la lucha en sus diversas modalidades. De ganar Verónica que esta entre Johny Lescano y Rafael López Aliaga, solo podría posibilitar un mejor escenario para desarrollar (o confundir aun mas) una conciencia colectiva fuertemente fragmentada, que no logra comprender las relaciones sociales mas profundas respecto a la crisis experimentada en su vida cotidiana y dónde esta su origen, gracias a los embrutecedores medios que actúan sobre una cultura caudillista, mesianica, religiosa y sumisa. El desafio es eliminar los cerrojos autoimpuestos por el autoritarismo cupular oenegero del reformismo como de las ilusiones míticas del vanguardismo escolástico. La autoorganización y autodeterminación, donde el propio pueblo ejerza su soberanía y se convierta en el real protagonista de la defensa de sus derechos, intereses y aspiraciones pasa por elevar los niveles de conciencia política, de organización y movilización del pueblo en la lucha.
Las izquierdas divididas y enfrentadas por apetitos de poder, influenciados por la privatización del poder, con cada vez mas débil enraizamiento de los espacios político-sociales en los territorios y en las dinámicas cotidianas de vastos sectores sociales, persiste la cultura política centrada mas en la representación que en la participación. Los activismos frecuentemente quedan atrapados en lógicas parciales, testimoniales sectoriales y de fragmentarios vanguardismos como ecologistas, indigenistas, LGTBI, reducidos sectores asalariados, con dificultades para entablar un diálogo con el conjunto de la sociedad como ocurre con el feminismo y su dificultad de empatar con las demandas de la mayoría de mujeres consideradas desde la clase.
Dos tendencias negativas -entre muchas otras- en el movimiento popular son el vanguardismo y el espontaneismo. El vanguardismo consiste en esta sobrevaloración del nivel consciente y privilegiado de la comunidad de militantes expertos responsables de los órganos centrales del partido o del Estado, de “arriba-abajo”, burocratismo. El espontaneismo, por el contrario, seria la confianza cuasi irracional en el poder auto regulador o creador de las masas de víctimas. Muchos lideres de izquierda, arguyendo siempre razones ideológicas, doctrinarias, científicas o simplemente de linea correcta que debe bajarse a las masas, son incapaces de entender que antes de proponerse actuar en la lógica de frente político, la apuesta es con los de abajo construyendo al pueblo. Los gremios de izquierdas y los activismos de diverso tipo se encuentran en crisis o son marginales, por que no quieren reconocer que “…la lucha por la humanidad es mundial. “Así como la destrucción en curso no reconoce fronteras, nacionalidades, banderas, lenguas, culturas, razas, así la lucha por la humanidad es en todas partes, todo el tiempo”.[3]
Junto a esta amenaza, acecha el peligro de lo que el analista Tariq Ali llama el “extremo centrismo” que es, en realidad, una expresión de la Tercera Vía y la defensa de un inexistente capitalismo de rostro humano, peor aún que un neoliberalismo con rostro humano, una expresión de la socialdemocracia convertida en un “social liberalismo” que se constituye así en la mejor forma en que se disfraza la hegemonía y que ante una crisis de hegemonía puede resultar, como lo demuestra la historia, en una restauración reaccionaria. Y, no hablamos solo de la hegemonía en su sentido común, es decir, como dominación exitosa y consensuada de un grupo dominante por sobre grupos subalternos, sino que, más bien, de hegemonía en el sentido más profundo que le da Gramsci a este concepto, es decir, como la ilusión de escoger libremente los universalismos morales, políticos e ideológicos del bloque histórico dominante, creyendo que son el producto de la libertad individual misma de los de abajo. Para Gramsci la cultura es un terreno crucial de batalla, hay que abrir la subjetividad a efecto de descubrir allí al sumiso hegemonizado, que yace dentro de la misma y que opera en base a la ideología del sometimiento libre, sea en sus formas extremas bajo formas fascistas o en sus formas moderadas bajos distintas modalidades de liberalismo y neoliberalismo consumidor.
La dominación se inscribe en la imposición de una subjetividad sumisa en capas históricamente construidas, manteniendo la religión y la aceptación de seres superiores que disponen la apropiación de territorios y seres humanos como sustrato; sobre esta relación se organiza el estado colonial, la propiedad privada y el monopolio de la fuerza. Al no ser conscientes de estas relaciones, no responsabilizamos a los verdaderos sujetos del despojo colonial, ni a las grandes corporaciones, ni a la lumpen burguesía y menos al poder imperial colectivo. Solo vemos, en una condición sumisa y con ideas incrustadas en nuestros cerebros, que los logros positivos están en la minería y buena gestión; y la culpa de nuestros males están en la violencia de los años 80, en los gobiernos socialistas de Venezuela o Cuba. Así de simple. Hoy en día, frente a un proceso electoral, en medio de los conflictos y crisis en el estado fragmentado, aparecen nuevos conservadores que critican algunos excesos neoliberales, al autoritarismo, a la violencia, la política y al Estado, asociándola al senderismo, la violencia y el fracaso venezolano. En consecuencia, quienes defienden que se fortalezca el estado, la planificación y que intervenga el estado aparecen como enemigos. Y, por el contrario, a los supuestos anti-estado, a los anti políticos y hasta se dicen anticorrupción, los apoyamos. Esa es la hegemonía que han conseguido y si no avanzamos en desarrollar la conciencia política que esclarezca en las mayorías esta compleja forma de dominio, la lucha contra hegemónica estará paralizada.
Estos, pues, son peligros a los que puede dar lugar una crisis de hegemonía y el peligro de la hegemonía misma que funciona de modo subjetivo como un proceso de sometimiento libre a la dominación. Esta es una forma de dominación que también funciona dentro de la izquierda, en forma de una sutil quinta columna, incapaz de la auto crítica ideológica y ética. Es el seguimiento doctrinario a los principios del liberalismo político que resulta en una rancia versión del social liberalismo. Ante estos dos peligros concretos se requiere de un cierto pesimismo de la inteligencia. Pero de dicho pesimismo surge, para los movimientos sociales, la opción de desarrollar el poder constituyente con toda la audacia que nos sea posible.
En un artículo anterior decíamos:
Hay una posibilidad de lucha contra el neoliberalismo, pero, al parecer, será principalmente local, pues es el horizonte que la gente conoce y controla. A ese nivel hay una lucha posible. No vemos otra posibilidad de lucha contra el neoliberalismo más que el pueblo, la clase fundamental, encuentre medios para organizarse políticamente. En esa globalidad el orden estructural es el mismo, articula clase y Estado; y en el mundo la relación centro-periferia.[4]
Los candidatos de una izquierda desprestigiada optaron por omitir la anticipación socialista de un proyecto revolucionario concreto, desde lo local, lo que significó hacerlo inverosímil a los ojos de las amplias masas. Una praxis de clase, que quiere cambiar la sociedad, viene determinada en última instancia por los intereses de la clase y la afirmación cultural, pero crece en alcance y eficacia cuando está acompañada de deseos y expectativas que transmiten estos intereses de una forma inmediatamente comprensible y accesible para el pueblo. Movimientos y organizaciones activas y movilizadas (indígenas, socioambientales, sindicales, disidencias sexuales, feministas), no quieren permitir ser colonizados por el capital transnacional.
De hecho, hay muchas alternativas a las caricaturas de democracia, algunas basadas en antiguos sistemas de gobierno colectivistas, como es el caso entre muchos pueblos indígenas, otras fundadas en diversos enfoques más radicales, incluso el poder anárquico centrado en la gente. Es fundamental para todas estas formas el reconocimiento de que cada individuo, y, aun mas colectivamente, tenemos el poder de apartarnos de la sumisión y tomar decisiones como derecho inherente, y que, al ejercerlo, optamos por el poder del pueblo y con él, para usarlo desde abajo para el bien común, para beneficiar a todos, incluida la naturaleza. Sin dominar y explotar a otros. Diversas iniciativas recorren el mundo intentando establecer un poder responsable, fundamentado, de todos y para todos. Destacan las experiencias de autonomía distribuida, radical, y autogobierno entre los zapatistas en México, y el pueblo kurdo en Asia occidental, los celtas en España.[5] De distintas formas, las asambleas e instituciones de vecindario o comuna bajo la consigna de mandar obedeciendo, dirigen los asuntos locales, y están federadas en colectivos mayores de forma que no centralizan el poder en estructuras representativas de nivel ‘superior’. Otros mecanismos, como la delegación obligatoria de mujeres y múltiples etnias, y también la rotación frecuente de representantes o delegados, garantizan una amplia participación y disminuyen la probabilidad de concentración de poder.
La propiedad privada deberá ser puesta en cuestión. La propiedad individual complementa la común y, del mismo modo, la democracia directa da mayores niveles de participación en la toma de decisiones al pueblo, que las llamadas democracias predominantemente representativas. En el proceso se corrigen las taras coloniales como las jerarquías de género, clase, casta o raza. Las luchas por la justicia social deben por tanto ir de la mano con la democracia radical. Y el control democrático de la economía, con la localización de las necesidades básicas y servicios esenciales, el acento sobre lo común en lugar de sobre la propiedad privada del territorio y los medios de producción, y el rol central del cuidado y el compartir también tienen que formar parte de la transformación. La democracia directa o radical funciona mejor cuando la gente puede deliberar en directo. A mayor escala, son necesarias instituciones delegadas; y, de hecho, es de aquí de donde pueden venir los controles y equilibrios contra la casta, el género y otras formas de opresión. Pero incluso a estas instituciones a mayor escala se les puede hacer más receptivas y que rindan cuentas a las unidades de democracia directa sobre el terreno, como en la nominación, revocatoria, destitución o rotación de delegados, evitando fomentar el amasar poder y riqueza en exceso. Así mismo, la rendición de cuentas y la completa transparencia de las finanzas y decisiones, como el derecho fundamental a la información y la auditoria social, forma parte del derecho a participar, y poner en marcha unidades locales rurales y urbanas de toma de decisión que tengan poderes financieros y legislativos.
En los mejores ejemplos de política liberal, al parecer, hay algunas condiciones para democratizar, que van desapareciendo. La economía ha desmoronado el que todos deben tener el derecho a participar, en cualquier decisión que afecte a su vida. Este derecho de gran alcance no existe casi en ninguna de las llamadas democracias liberales. La gente debe poder acceder a foros para la toma de decisiones políticas: acceso significa proximidad física, estar libres de temores, un lenguaje y atmósfera que sea comprensible, y demás. La capacidad de participar de una manera significativa tiene que ser facilitada para todos; durante siglos de toma de decisiones centralizadas esta capacidad ha sido destruida sistemáticamente en la mayor parte de nosotros, y especialmente entre los marginados social y económicamente. Finalmente, y este es el más importante pero el más difícil, la madurez y sabiduría en la toma de decisiones debe crearse, absorberse y pasarse, lo que hará que la gente sea más sensible hacia los marginados, las minorías, no solo hacia otros grupos sociales sino también hacia otras especies. Esta sería una democracia ecológica radical genuina. En un sentido ideal, y quizás a largo plazo, la democracia radical sería un estado sin estado. La idea de Gandhi de swaraj[6], o algunas tradiciones marxistas anarquistas, como también varias visiones utópicas, no tienen un estado centralizado como principio de gobierno. Se podría concebir un futuro de millones de unidades de autogobierno, autónomas y auto dependientes, pero también responsables de la autonomía y auto dependencia de otros, interconectadas que no socaven la auto dependencia de ninguna unidad. Las fronteras de los estados-nación serían disueltas, para ser reemplazadas por el gobierno al nivel de paisaje biocultural. La elaboración de este tipo de visiones, sin embargo, tendrá que esperar a otro momento.
Las demandas indígenas concretas resumen, en gran medida, las demandas de las mayorías sociales rurales: resolución de la problemática de la tierra por medio de una reforma agraria; la condonación total y definitiva de la deuda agraria; fin a los desalojos, la persecución y criminalización de la protesta social; cancelación de las licencias de exploración y explotación minera, petrolera, la construcción de hidroeléctricas y el impulso de monocultivos.
Queda claro que el actual Estado no representa a los pueblos y naciones, rechaza la soberanía popular, por lo mismo, es necesario convocar y constituir un frente destituyente que construyendo a ese sujeto lo oriente a preparar una asamblea nacional constituyente, sectorial y de pueblos, que devuelva el poder al Pueblo y elabore el nuevo marco legal constitucional. Es el derecho de la ciudadanía a ejercer la soberanía popular y democrática ejerciendo sus derechos legítimos, incluyendo la resistencia popular. Convocar y constituir asambleas ciudadanas permanentes que contribuyan a la reconstitución de los Pueblos, asuman el control de las municipalidades y aglutinen a las diversas fuerzas, sectores y poblaciones que están en los territorios.
Una propuesta con poco apoyo es la que considera que la crisis social que vive América Latina no se resuelve con reformas cosméticas, que es necesario comenzar por una profunda reforma del Estado que inicie por la reforma de ley electoral y de partidos políticos para posibilitar la participación de los pueblos Indígenas y sectores sociales y populares. El programa central es la construcción de un espacio de encuentros, diálogo y articulación de colectivos, para lo cual se trabaja en la construcción de herramientas, desde las simples hasta las digitales, generando acciones colectivas y sumando esfuerzos, buscando tener una voz consensuada con acuerdos mínimos y reconociendo que la divergencia es un elemento de riqueza y diversidad. Comprometidos colectivamente, trabajan y accionan por el bien común, reivindican demandas ciudadanas, y construyen una visión común de país.
Desarrollar en detalle y con todo rigor lo que significa pensar la filosofía de la praxis como una teoría del poder constituyente y, de hecho, como una teoría jurídica y constitucional desde abajo, desde el anticolonialismo rupturista, crítico y emancipador, de refundación. Ese es, en realidad, el significado profundo de la filosofía de la praxis y de la expresión, utilizada por Gramsci, sobre el “pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad”. Ante la crisis y el desorden intelectual y moral, en tiempos de colapso moral e intelectual, cuando la “inteligencia” parece dictar resignación, pesimismo y hasta desesperación, particularmente “ante los peores horrores” que comete o pueda cometer el poder, lo importante es trabajar desde abajo para forjar una voluntad contra hegemónica, una voluntad que rehúsa aceptar el veredicto del poder y las estratagemas del horror y del terror. Consigna emancipadora para ver potencialidades y crear condiciones de posibilidad. Cuando el poder nos aconseja, que solo es posible esperar salvación desde arriba, ya en la forma de una intervención imperial o en la forma patrística de la gracia implícita en la teoría económica del derrame; cuando escuchamos ese canto de sirena del poder, es precisamente cuando debemos plantearnos desde abajo y con optimismo los esfuerzos y los sacrificios que se exigen. Así como la auto transformación y el optimismo que conllevan la construcción histórica y desde abajo del poder constituyente, en tiempos de restauración reaccionaria desde los poderes constituidos. La consigna de la Refundación representa una articulación política contra-hegemónica por cuanto que se plantea no simplemente la defensa de “derechos fundamentales” o civiles -como lo plantea el garantismo constitucional contemporáneo-, ya sea ante una posible amenaza de ingobernabilidad -miedo libertario y neoconservador a la tiranía de las mayorías- o ante la amenaza real del neoliberalismo globalizador y sus esfuerzos constitucionales anti-democráticos -miedo socialdemócrata y de la sociedad civil a la dictadura de las corporaciones y los monopolios, a las libertades básicas y a la dignidad de las mayorías. Y, finalmente, porque también se plantea hacer de la dignidad de las mayorías, de los derechos colectivos sociales, de la lógica de la vida y la ecología, el elemento preferencial y, de hecho, motriz y garantista del proceso refundacional y constituyente.
La separación de poderes, que encontramos en las Constituciones del siglo XIX, tuvo también un valor puramente nominal, es decir, un valor que nunca fue redimido en la res publica criolla. En la realidad política y económica lo que sí encontramos, es más bien la homogenización del poder oligárquico al tope de la pirámide social, en una especie de des diferenciación entre lo estructural y lo súper estructural, contraria al desarrollo del sistema constitucional de derechos civiles y políticos, ocurrido en Europa y Norteamérica al mismo tiempo. Ese fue precisamente el exceso democrático, el exceso social o el elemento jacobino de la Revolución de Octubre que sacudió a las élites locales y transnacionales dominantes en ese momento. La revolución mexicana y la de Jacobo Arbenz en Guatemala, destronaron la concepción dominante de la propiedad privada como forma central de propiedad, aunque se le diera una supuesta “función social” -una doctrina de origen católico – sino que la reemplazó, de modo relativo, con un conjunto de formas de propiedad que implicaban una ruptura con la normatividad inmanente al capitalismo agroexportador y a la economía colonial.
No hay duda de que el desarrollo internacional del lenguaje de los derechos humanos, después de 1948 puso en la mesa nacional la necesidad de debatir la idea del garantismo, no solo en torno a derechos subjetivos o civiles mínimos y fundamentales sino también, derechos políticos con el agregado de algunos derechos sociales. La Constitución democrática es por lo tanto fruto de la voluntad popular; nunca del poder constituido. Y requiere de un proceso constituyente democrático: un hecho político cuyo propósito es construir colectivamente nuestro destino. La Constitución democrática sirve para decidir conjuntamente quiénes queremos ser y cómo gobernarnos, pero desde la participación que supone un proceso constituyente, plural e integrador. Se trata, finalmente, de una refundación, cuyo resultado será exclusivamente la voluntad de la decisión colectiva.
La ruta hacia una constitución democrática, protagónica y participativa es precisamente la ruta del poder constituyente. A medida que el poder constituyente marca sus diferencias con el constituido, con todo lo que ello conlleva de replanteamiento de conceptos como el de legitimidad o representación, cada uno se refugia en su naturaleza: el poder constituido en la institucionalidad y el orden de pretensión inalterable, y el poder constituyente en la legitimidad primera y la creación. En términos de Negri, el paradigma del poder constituyente es el de una fuerza que irrumpe, quebranta, interrumpe, desquicia todo equilibrio preexistente y toda posible continuidad. El poder constituyente está ligado a la idea de democracia como poder absoluto. Es, por consiguiente, el del poder constituyente, como fuerza impetuosa y expansiva, un concepto ligado a la pre constitución social de la totalidad democrática.[7]
Esta dimensión, pre formativa e imaginaria, tropieza con el constitucionalismo de manera precisa, fuerte y durable ¿En qué consiste entonces un proceso constituyente refundacional? No se trata de cambiar leyes, aunque tengan “rango constitucional”, implica un quiebre con muchos de sus principios y sus dinámicas, y también implica un “quiebre epistemológico y axiológico” con el mismo. Aunque se trate inicialmente de un quiebre constitucional, el proceso también tiene como objetivo, conseguir cambios de orden social, cultural, político y económico de más alcance y profundidad. Se trata de un proceso en donde el poder constituyente debe jugar su papel desde el principio y no cesar de jugar ese papel en el proceso como un todo, pues el poder hegemónico no descansa y tampoco puede hacerlo el proceso contra hegemónico. No olvidar que sin poder destituyente no habrá quien concrete el poder constituyente. Ocurrió en Bolivia y en Chile.
Necesitamos dar el paso hacia una preferencia social por la liberación de las mayorías sociales como principio rector, tanto ético como político, del proceso constituyente refundador y de su propio proceso auto crítico y contra hegemónico inmanente. Es necesario romper con el orden jurídico establecido, como inicio de un largo camino hacia una sociedad sin Estado.
Notas:
[1] José Graña Miro Quesada, oligarca colonial, mafioso dueño de la constructora Graña y Montero y jefe del club de la construcción, junto a ODEBRECHT y algunos políticos corruptos se calcula les han costado a los peruanos 55 mil millones de dólares en sobrecosto de obras desde Toledo hasta Vizcarra. Controla la opinión pública al ser dueño de todos estos medios de comunicación: El Comercio, América Televisión, Canal N, Estudios América, Perú 21, Correo, Trome, Gestión, Ojo, El Bocón, Depor, Fusión Gourmet, Revista Amauta, EC Jobs, Grupo Plural TV, Inmobiliaria El Sol del Perú, Orbis Ventures, Prensa Popular, Producciones Cantabria, Punto y Coma Editores, Vigenta Educación, Zetta Comunicadores del Perú, Peru.com, Club El Comercio, Neoauto, Prensmart, EC Jobshark, Coney Island, Data Imágenes (Fuente Wikipedia).
[2] Como Estado subsidiario, la inversión pública esta limitada a infraestructura y servicios para garantizar la acumulación de las grandes corporaciones. Incluso las regalías y canon minero se utilizan con ese fin. Y la llamada inversión publico-privada, con su secuela de puertas giratorias, son un instrumento mas de ese propósito.
[3] Primera “declaración por la vida” de 2021, apro. lja.mx
[4] Jorge Lora Cam, Perú, un periodo preelectoral marcado por la anti política. En el bicentenario del despojo criollo, la sumisión y complicidad colonial. https://www.alainet.org/es/articulo/211240.
“El neoliberalismo: un poder global de clase”: Jacques Bidet, https://marxismocritico.com/2017/03/22/el-neoliberalismo-un-poder-global-de-clase/#more-11751
[5] “La profundidad teórica y práctica de la crítica y alternativa que se construye en Rojava destaca por varios elementos: es un cuestionamiento a la modernidad capitalista, al Estado-nación, a la ciencia hegemónica, al patriarcado y al ecocidio. La crítica viene acompañada de una praxis encaminada a la construcción –no sin contradicciones– de una modernidad democrática con su confederalismo, su autonomía, su economía alternativa, con el protagonismo de las mujeres y también con su ciencia crítica, una ciencia que dio lugar a la Jineolojî o ciencia de las mujeres, basada en la ética, la estética, con poder práctico y relacionada con la economía. Raul Romero, la Jornada, 6 de marzo 2021
[6] La esencia misma de swaraj radica en la nueva política anticolonial de Ghandi que pretendió desechar las instituciones coloniales británicas: políticas, económicas, burocráticas, legales, militares y educativas. Tambien limitaba el consumo y propiciaba una conducta orientada hacia el respeto de lo común.
[7] Antonio Negri, El poder constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad, Traficantes de sueños, Madrid, 2015.