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Cápsulas sin reverencias

Socialismos liberales

Fuentes: Rebelión

¿A que se refiere el socialismo del siglo XXI cuando hace referencia al proyecto bolivariano? y luego entonces, ¿Por qué, habiendo una tradición de lucha socialista de más de 150 años en latinoamérica, usan referentes liberales?

Empecemos por una parte del principio, los liberales del siglo XIX, TODOS, eran de derecha. Se levantaron en armas contra los conservadores, que siempre han sido de ultraderecha. Pero los liberales eran anti-socialistas, anti-anarquistas, y los que tuvieron tiempo, fueron anticomunistas (cómo Benito Juárez en México, que siendo ex presidente de la Suprema Corte, y presidente de facto y de por vida, mandó matar sin juicio a los primeros comunistas mexicanos-«matenlos en caliente» ordenó-, encabezados por el agrarista Julio López, autor del primer manifiesto comunista en México).

Luego, el libertador Simón Bolívar llegó al poder y construyó la Gran Colombia con la idea de terminar con la aristocracia, el régimen colonial y los títulos nobiliarios. Una vez en el poder, diseñó un régimen pensando en la creación de una nueva aristocracia, iluminista e ilustrada, que fuera capaz de guiar a la plebe (ignorante y sin derechos) hacia las repúblicas nacientes. El principio básico sigue vigente: Los pobres no saben, y no pueden gobernar. Hay que hacerlo «por» ellos.

Con ese ideal, Bolívar decretó presidencias vitalicias, senados y diputaciones hereditarias, y la construcción de una nueva aristocracia «republicana», responsable de «cuidar» de los pobres y la república. Obvio la aristocracia se construye de privilegios, así que en la república de los iguales, hay una clase, la clase dirigente, que tiene más, merece más, y se apropia de más porque su trabajo es cuidar del pueblo, y eso tiene un precio.

Don Francisco de Paula y Santander lo vió con claridad, y por ello intentó un golpe de estado contra Bolívar. Porque Bolívar había traicionado la idea de construir un régimen democrático, con elecciones abiertas, donde cada ciudadano tuviera el mismo derecho que los otros (bajo ese ideal, Santander había estado a la vanguardia de los ejércitos de la Gran Colombia). Santander cuestionó la traición, la confrontó, y perdió.

El proyecto bolivariano es, si lo observamos en forma desapasionada, eso mismo. El llamado socialismo del siglo XXI reclama para sí las heroicidades del liberalismo decimonónico que derrotó a España. Por la vía de los hechos, paso a pasito, en donde se han hecho del poder, han dado paso a la construcción de regímenes autoritarios, con prácticas de derecha neoliberal en lo económico (persiguiendo a la izquierda, desmovilizando al movimiento social, combatiendo a las ONG´s que vigilan el cumplimiento de las legislaciones internacionales) y cambiando las constituciones para dar paso a presidencias vitalicias, y de hecho, fortalecer sistemas legislativos que posibilitan puestos de por vida y heredables a las familias de la nueva aristocracia «socialista».

En Cuba, por ejemplo, todos son pobres, bueno, casi todos. Cuando Obama abrió la posibilidad de restablecer las relaciones diplomáticas, salieron a la luz pequeños detalles de un iceberg que aún no se atreve a decir su nombre. Fidelito+, hijo mayor de Fidel (no hace falta decir nada más que el nombre) fue designado responsable de la apertura comercial para que los negocios como McDonald’s y Starbucks llegarán a la isla sin contratiempos (no quiero que me den, dicen en México, sino que me pongan donde hay).

Ernestito, hijo del Ché, rápidamente sacó a la luz un pequeño negocio, «Tours La Poderosa» que es dueña de una flota de motocicletas Harley-Davidson (de las más caras del mundo) para dar paseos en motocicleta “como su papá”. Impresionante logro en un país con hambre, marginación y comida racionada por el bloqueo estadounidense. La verdad es que al menos yo, tengo prácticamente toda mi vida escuchando como en Cuba hay diversas clases de tarjetas de racionamiento, y cómo, siempre hay una clase política que compra su comida con dólares en las tiendas diplomáticas, reservadas para extranjeros con pasaporte.

En Venezuela, la constitución permite presidencias vitalicias, en Bolivia también, en Ecuador Correa lo intentó, en Nicaragua no hay debate posible hasta que no muera Daniel Ortega, su consorte y su familia. En México, hay un candidato a gobernador acusado de violación, actualmente senador de la república, que amenaza con poner a su hija en el puesto si no lo dejan competir a él (puestos hereditarios) bajo un régimen nacido de expriístas.

El PRI en México nace de los liberales, que asesinaron a los líderes de la revolución de 1910, y luego se apropiaron de membrete y se hicieron revolucionarios de partido. Se han heredado el poder a sí mismos durante todo el siglo XX y lo que va de éste. Sólo que ahora han renovado el proyecto, y ya no se llama PRI, se llama Morena. Son los mismos, y algunos tránsfugas de la izquierda que lograron acomodarse en la nueva aristocracia. Nunca han rendido cuentas y para no tener que hacerlo, se cambian de partido, de membrete, pero no de prácticas.

Anuncian el fin de la burguesía, y se abrazan de los burgueses para aprender (hace unos días AMLO se fotografió en su finca en Tabasco del brazo de Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, que fue a supervisar un mega proyecto extractivista depredador: El mal llamado tren Maya construido en sociedad con la nueva mafia en el poder, el ejército, a quién AMLO ya le construye un estado aparte, sin rendición de cuentas posible), para asociarse, para hacer ganancias, para continuar saqueando el país. Basta, como en las investigaciones criminales, con seguir la pista del dinero, con saber quiénes son los beneficiarios económicos de esos regímenes, para conocer la dimensión de la mentira del discurso. El planeta, la crisis climática, el calentamiento global, los derechos de la naturaleza, los derechos de los pueblos originarios, los pueblos indígenas, los movimientos sociales, la cultura nacional, la posibilidad de tener una vida ambientalmente saludable, todo eso no importa. Lo único importante es el extractivismo, el desarrollismo, el pavimento como idea de progreso. 

Minas a cielo abierto. Selvas desecradas. Territorios sagrados indígenas destruidos. Plantas nucleares en centros poblacionales. Trenes que desguazan culturas, selvas, territorios ancestrales. Todo sucede al mismo tiempo, ahora mismo, en medio de la pandemia, porque lo importante no es la gente, no es el pueblo a quien dicen servir, son sus bolsillos, sus ganancias, su idea prevalente del mundo, por encima de todo. Aunque sea una idea semi feudal, retardataria, y generadora de exterminio. Siempre hay argumentos y razones “de estado” para violar la ley, los derechos humanos, y exterminar pueblos indígenas.

El proyecto del socialismo del siglo XXI, como han reconocido prominentes integrantes (David Choquehuanca, por ejemplo), no incluye legislar para cambiarlo todo. Sólo aspiran a administrar el neoliberalismo, para seguir sacando provecho. 

¿Porque los modelos de héroes nacionales no son los cientos de miles de líderes indígenas, campesinos, estudiantiles, obreros que han dado su vida para intentar cambiar la sociedad?

Porque tendrían que cambiarlo todo. Porque tendrían que ser honestos. Porque tendrían que dejar los puestos, el dinero, los privilegios al fin de su mandato-cuando lo que buscan es que ese mandato no llegue nunca a su fin. 

Hay una tribalidad irreflexiva que apoya la revolución por su nombre, en donde quiera que esta surge, pero no se detiene a analizar sus logros, su contenido, su verdadero rostro. Se es revolucionario por decreto, por ejemplo, Manuel Zelaya, presidente de Honduras, finquero de derecha relacionado con la guerra sucia, pasó en un día de ser eso a ser “Comandante vaquero” designado oficialmente por Hugo Chávez, de ahí, la izquierda latinoamericana comenzó a venerar a un individuo con un pasado inmediato bastante nebuloso. O Cuba, lo siento, que ha terminado sufriendo de la alta traición de la aquiescencia latinoamericana, que renunció a la crítica de lo que ahí sucede. Comenzaron aplaudiendo por la alfabetización, y terminaron validado décadas de discriminación por sexo, por opción política, 2.5 millones de expulsados en un país con 11 millones de habitantes. Loas a la trata con fines de explotación laboral que sufren los médicos, que van en aviones, rondando por el mundo a trabajar afuera, porque en Cuba no hay trabajo ni paga, con salarios controlados por el estado que cobra sus tarifas a los otros gobiernos y les da migajas a los profesionales de la salud, eso sí, de los mejores del mundo.

No hablo de la derecha en el poder, porque de ella ya sabemos que esperar. Son predecibles, y los combatimos todos los días. Lo que me preocupan son los “aliados” a los que trabajamos para que llegaran al poder, por los que murieron miles de personas para que ellos estuvieran ahí. Esos son los que apenas les dimos la espalda para ir a trabajar después de la elección, y nos amenazan, nos persiguen, nos expulsan. A esos es a los que no hay que perder de vista.

Primavera 2021, Segundo año de la peste