“…. y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
(Carta del Che despidiéndose de sus hijos)
Las condiciones de vida de la humanidad, serían más crueles, si no fuera por los héroes sociales que ofrendaron su vida luchando por la justicia social. Sería una ingratitud muy grande, no conmemorar la gesta guerrillera del “Che” Guevara y los revolucionarios peruanos, que lucharon por la liberación socialista en 1967, en que intentaron desde Bolivia, “crear uno, dos, tres, muchos Vietnam”.
A fines de 1965, toda América Latina estaba convulsionada, con grupos guerrilleros en varios países, siguiendo el ejemplo de Fidel Castro y el Ejército Rebelde en Cuba. En el nuestro, operaba el Ejército de Liberación Nacional –ELN, en la selva de Ayacucho y, el MIR. Para enero de 1,966, Cuba convocó a los líderes que luchaban por la liberación anticolonialista en África, y por el socialismo en Asia como Vietnam contra EE UU y América Latina a una Conferencia Tricontinental. En representación de Perú, fue invitado el c. Juan P. Chang Navarro-Lévano, que era el jefe de la red urbana del ELN.
Fue en esta ocasión que, el “Che” Guevara se contactó con Chang, para incorporarse al ELN, debiéndose organizar su viaje inmediato hasta la zona de operaciones en Ayacucho. Por razones que, explico en mi libro “Trazos para una República Equitativa”, el Che opta por abrir un foco guerrillero continental en Bolivia, con el mismo nombre de nuestra organización. Parte de nuestros compañeros pasó a conformar el nuevo proyecto en Bolivia, junto con compañeros bolivianos, cubanos y, argentinos. Los vietnamitas estaban derrotando a las tropas de EE UU y la estrategia del “Che” era crear muchos Vietnam para derrotar al imperialismo norteamericano.
Como se sabe, la guerrilla continental del “Che”, inició sus operaciones en la zona de “Ñancahuazú- Camiri, al sur de Bolivia cerca de la frontera con Paraguay, y con Argentina. El primer enfrentamiento ocurrió en marzo de 1967 y los últimos en octubre, tras seis meses de marchas agotadoras en terreno agreste, combates, y todas las vicisitudes de la vida guerrillera, viviendo en permanente tensión, hambre, sed, etc. Nuestro compañero Julio Dagnino (“Sánchez”) coordinaba la logística de apoyo a la guerrilla desde La Paz.
Nadie del grupo conocía la zona y la exploración era una constante. El pelotón de la retaguardia se extravió en agosto y cayó en una emboscada cuando cruzaban “Río Grande”. En este pelotón estaba nuestro compañero Restituto José Cabrera Flores (Negro), cardiólogo chalaco. Logró escapar nadando y estaba buscando al grupo principal, cuando fue capturado dos días después y ultimado a mansalva.
A fines de setiembre de 1967, la guerrilla estaba subiendo las estribaciones de Valle Grande, rumbo a la selva de Santa Cruz. La vegetación era rala para ocultarse y no había agua para beber. La guerrilla había tenido varias bajas y los compañeros escuchaban la radio que informaba que el “Che” estaba entre los abatidos.
Se exploraba buscando una salida segura, ya que, había numerosas tropas enemigas por todos lados (1800 soldados en total. Solo quedaban 17 guerrilleros). El huancaíno Lucio Galván ((Eustaquio”) y Julio Méndez(“Ñato”) que tanto nos ayudó en la incursión por Puerto Maldonado en 1963, eran los comisionados para buscar agua. Había mucha sed. Se caminaba solo de noche para evitar al enemigo.
La primera semana de octubre la guerrilla estaba por escalar la cumbre de escape hacia Santa Cruz, pero el cerco enemigo se estaba estrechando. Había que subir la cuesta a toda velocidad para romper el cerco a fuego cruzado, pero había compañeros en mal estado y no se les podía abandonar.
El 8 de octubre cuando escalaban la cuesta sin protección boscosa, fueron avistados por las tropas enemigas, que movilizaron toda su maquinaria bélica por tierra y aire. Los combates empezaron a media mañana, pero la diferencia en potencia de fuego era abismal. Hubo dispersión y nuestro compañero Lucio Galván Hidalgo, con otros combatientes lograron romper el cerco y voltear la cumbre. Días después fue abatido en un combate lejos de la zona.
Nuestro compañero, Juan Pablo Chang, que estaba en el comando junto al “Che”, agotó sus municiones en el combate. El “Che” fue herido en una pierna y un balazo inutilizó su fusil M-1. Cojeando trató de trepar la cresta con la ayuda de un compañero boliviano, cuando fue rodeado y capturado. Chang, corrió igual suerte y ambos fueron conducidos prisioneros al pueblito llamado La Higuera. Ambos fueron fusilados.
Entre los documentos capturados al “Che”, encontraron las referencias a nuestro foco guerrillero que se estaba gestando en Puno y desató la alarma en el ejército peruano. Julio Dagnino fue capturado en La Paz, en marzo de 1968 y torturado por la CIA de EE UU, pero mantuvo una actitud firme y consecuente con sus ideales. Liberado tiempo después, regresó a Lima. Los tiempos habían cambiado tras el gobierno de Velasco. Trabajó en pedagogía del desarrollo. En setiembre del 2020, falleció víctima del COVID-19, a los 91 años.
En 1997, los cadáveres del “Che” y de los peruanos fueron recuperados y trasladados a Cuba, donde permanecen en una cripta del mausoleo construido como monumento histórico. Allí los visitan familiares, amigos y socialistas de todo el mundo. Esta semana recibirán los más grandes honores de la República de Cuba.
Recordar esta inmolación revolucionaria socialista no es solo para rendir homenaje a los protagonistas. Es para renovar nuestra fe en la lucha porque la historia está de nuestra parte y asumir los retos de nuestro tiempo en la misma dirección, de acuerdo a las condiciones actuales. Ser consecuentes con nuestros ideales fortalece nuestra vocación de justicia social. Podemos morir sin remordimientos. Ojalá esta nota, remueva los ánimos y prenda de nuevo el fuego de la lucha revolucionaria. ¿Será posible?
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