Laura Richardson, comandante del Comando Sur de EE.UU., necesitó apenas un minuto para explicar, de forma muy clarificadora, la naturaleza del imperialismo yanqui.
Aunque, como era previsible, no tuvo eco en los medios de comunicación del sistema, esta entrevista del 19 de enero se puede ver en internet. Tras advertir del reto de cimentar las relaciones con América Latina sobre la participación, la seguridad y la prosperidad, y del riesgo de la influencia de China y Rusia, tomó tierra. Literalmente. Mencionó el triángulo del litio (Argentina-Bolivia-Chile), el petróleo de Guyana y Venezuela, los minerales y las tierras raras, el Amazonas y las reservas de agua dulce. Terminó el minuto afirmando enfática: “Tenemos mucho que hacer. Esta zona es importante. Está íntimamente ligada a la seguridad nacional y debemos intensificar nuestro juego”.
Estas declaraciones sin complejos muestran la vigencia del discurso pronunciado por el presidente Monroe en 1823. Desde entonces, la doctrina del “América para los americanos” ha guiado la política internacional de EE.UU. (entendiendo por “americanos” los descendientes de los colonizadores anglosajones, evidentemente). Quedó suficientemente probado lo que alertaron líderes visionarios como Simón Bolivar o José Martí. La doctrina Monroe sigue viva y sigue siendo lo mismo: imperialismo (a pesar de que los altaneros de la post-verdad digan que es un término trasnochado…). Exactamente dos siglos después, EE.UU. sigue considerando a Abya Yala-Latinoamérica su “patio trasero”. En comparación con 1823, las fronteras formales estadounidenses se extienden mucho más allá, tras haber ocupado el norte de México y tras haber consumado, mediante la conquista del “Salvaje Oeste”, el confinamiento de los pueblos originarios en reservas y el robo de sus tierras. De hecho, esta operación de exterminio sirvió de inspiración a Hitler para la conquista del Este de Europa en busca del “espacio vital” para el III Reich. Dos siglos después, el imperialismo yanqui está militarmente presente mucho más allá de América: desde la imposición en 1903 de su primera base en Guantánamo, hasta disponer en al menos 80 Estados de cientos de instalaciones militares (250-800, según la fuente; algunas son secretas). Pocas regiones se libran de su presencia militar, destinada a controlar puntos estratégicos por su valor en recursos naturales o por rodear a sus enemigos (el recientemente acordado acceso a 4 bases militares filipinas se sitúa en esta lógica). La OTAN, la AUKUS y otras alianzas militares responden a esta voluntad de mantener la hegemonía mundial, incluida la partida que se juega en Ucrania. La doctrina Monroe hace tiempo que pasó a convertirse en “El mundo para los americanos”.
La doctrina formulada en su día frente las potencias colonialistas europeas se extiende hoy a China y a otras potencias. “Esta es mi área. No entrar”. Complementariamente la doctrina incluye la sangrienta represión del “enemigo interno” dentro del “patio trasero”, materializado en un largo siglo de sangrientas intervenciones militares, golpes de Estado y represión generalizada bajo el pretexto de la lucha contra el comunismo. A pesar de la complejidad inherente a la realidad y al cruce de intereses de los diversos actores, los acontecimientos relevantes de América Latina no pueden entenderse fuera de esta estrategia del imperialismo yanqui. Ni en Bolivia, ni en Perú, ni en Venezuela, ni en Brasil…
Aunque los colonialistas europeos fueron expulsados hace tiempo, la “Patria Grande” peleada por tantas y tantos revolucionarios americanos está lejos todavía. Frente a la intervención imperialista y los intereses mezquinos de las oligarquías locales, la integración de los pueblos de la región es una vía imprescindible para transitar hacia la segunda y definitiva independencia.
La integración tuvo un impulso muy notable a comienzos del siglo XXI, gracias a numerosos proyectos y marcos de colaboración puestos en marcha por iniciativa de Chávez: ALBA, Mercosur, Unasur, Telesur, CELAC… Sin embargo, debido a la combinación de múltiples elementos (dificultades y contradicciones internas, ataques de las élites económicas locales, guerra híbrida del imperialismo yanqui), la burguesía recuperó el aliento y el proceso de integración sufrió un retroceso considerable. Parecía como si la iniciativa hubiera pasado del ALBA al Grupo de Lima. La reciente llegada de la socialdemocracia al gobierno en importantes Estados ha modificado relativamente la perspectiva. La necesidad de la integración está recobrando la atención. La cumbre de la CELAC en enero fue una muestra, donde, entre otras propuestas, Argentina y Brasil se mostraron a favor de una moneda propia para América Latina y el Caribe. Veremos cómo se desarrolla este nuevo intento de integración. Los ajustados triunfos electorales y la debilidad política de estos partidos y alianzas socialdemócratas son evidentes; muy alejados del control del poder económico, judicial y mediático y del dominio de las instituciones de gestión de la violencia. También son evidentes las contradicciones internas y algunos retrocesos (por ejemplo, el enfoque represivo del gobierno Boric hacia las reivindicaciones mapuches). En cualquier caso, si algo está claro es que la soberanía real y el desarrollo de los pueblos solo puede venir de un proyecto socialista. Y esto se construye desde abajo, desde la organización y la lucha del pueblo. Ésa es la única garantía para el avance de los proyectos transformadores, para que los gobiernos de izquierda puedan adoptar decisiones valientes y mantenerse en el poder político frente a las arremetidas de la oligarquía local y el imperialismo. Del mismo modo, dicha transformación solo puede materializarse desde un planteamiento integrador para toda la región.
La contienda no es nada fácil. Está en juego la hegemonía mundial y América Latina es una zona clave en este juego/guerra. La comandante del Comando de Sur anunció un aumento del intervencionismo. Nuevos golpes de Estado e intervenciones militares más directas pueden estar próximas. En esta Europa alineada con el imperialismo yanqui, estemos atentas/os para hacer frente a la desinformación y propaganda de la estrategia imperialista y para mostrar decididamente nuestro apoyo a las luchas de los pueblos de Abya Yala. En la medida en que derroten a la doctrina Monroe, el imperialismo que nos domina a los demás pueblos quedará debilitado.
Iñaki Etaio. Militante de Askapena (Euskal Herria-País Vasco)
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