Un silencio sepulcral cubrió la sala donde el general de cuatro estrellas Christopher G. Cavoli, comandante general del Ejército de Estados Unidos en Europa y África, desmintiera al representante Joe Courtney, en su comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Congreso.
En dicha reunión, Cavoli afirmó que: “… gran parte del ejército ruso no se ha visto afectado negativamente por este conflicto [el de Ucrania]. Una de esas fuerzas son las submarinas. Es muy difícil hablar en público, como usted sabe señor sobre la guerra submarina y nuestros esfuerzos al respecto. Pero puedo decir que los rusos están más activos de lo que hemos visto en años y sus patrullas en todo el Atlántico están a un alto nivel la mayor parte del tiempo. Y esto es, como usted ha señalado a pesar de todos los esfuerzos que están llevando a cabo dentro de Ucrania”.
A buen entendedor, pocas palabras, con extraordinaria delicadeza dado el escenario en que se encontraba, Cavoli le hizo saber a estos afiebrados de la guerra que a pesar de estar involucrada en la guerra en Ucrania, los submarinos rusos portadores de misiles hipersónicos están rondando las costas de Estados Unidos “a un nivel más alto de lo que hemos visto en años”.
Al comentar el hecho los periodistas del sitio web de extrema derecha Trunews se mostraron sorprendidos de que los medios de comunicación estuvieran afirmando que Ucrania estaba ganando la guerra y que el ejército ruso iba a colapsar. “Todo es mentira” afirmó unos de ellos, diciendo que tal aseveración era mera propaganda porque en realidad “los rusos están ganando y […] la única razón por la que los ucranianos están aún allí es porque las naciones occidentales han gastado miles de millones de dólares colectivamente para promover un gobierno corrupto liderado por Zelenski quien está robando cantidades desconocidas de dinero y si no los apoyamos, los rusos habrían barrido con él hace un año”
Esa es la cruda situación expuesta por militares y periodistas muy lejanos de simpatizar con Rusia y es la realidad que Occidente pretende ocultar. También es el marco objetivo sobre el cual se desarrolla un conflicto en el que parecía estarse abriendo un espacio a la negociación. Sería igualmente la razón de la tan “cacareada” contraofensiva ucraniana que Kiev parece estar preparando, más por la necesidad de ensanchar su pliego de cara a eventuales negociaciones, que por la suposición de que pueda obtener un triunfo militar que hoy se ve lejano.
Nadie como el secretario de Estado de Estados Unidos Anthony Blinken lo pudo haber dicho con tanta claridad. En una entrevista con Fox News, ante una pregunta sobre las perspectivas de Ucrania en el conflicto afirmó que: «Al final, su éxito en el campo de batalla es el mejor y quizás el camino más rápido hacia las negociaciones que traerán una paz justa y sostenible”.
El problema es que casi nadie en su sano juicio cree que Ucrania pueda desarrollar una contraofensiva con éxito. El periódico londinense The Times propiedad del magnate Rupert Murdoch, citando fuentes de la inteligencia británica aseguró que Ucrania no estaba preparada para la contraofensiva. Así mismo, según fuentes de inteligencia de Estados Unidos también citadas por dicho medio de comunicación, Ucrania “ya no tiene elección” incluso sabiendo que es poco probable que consigan [algo] más que «modestas ganancias territoriales».
The Times argumenta que las fuerzas armadas ucranianas carecen de una defensa antiaérea adecuada para desarrollar una campaña ofensiva, lo que las haría presa fácil de la aviación rusa. Tampoco parece probable que puedan superar el sólido sistema de ingeniería ruso compuesto por trincheras y fortificaciones construidas durante un año, la cual parece inexpugnable ante la mirada de los satélites.
Por su parte, el presidente checo Petr Pavel quien antes de incursionar en la política se desempeñó como Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas checas desde 2012 hasta 2015 y como Presidente del Comité Militar de la OTAN desde 2015 hasta 2018, manifestó que las Fuerzas Armadas ucranianas no tienen capacidad para enfrentarse a Rusia con eficacia por la “escasez crítica” de municiones, por lo cual opina que Ucrania en realidad lo que necesita son municiones para estructurar una defensa triunfante porque tal “escasez crítica” […] limita su capacidad para llevar a cabo una contraofensiva exitosa”
En este marco, se multiplican las iniciativas de búsqueda de una salida negociada. La llamada telefónica del presidente Xi Jinping a su par ucraniano el pasado 26 de abril, envió una fuerte señal en ese sentido, sobre todo tras el éxito de Beijing al lograr el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí con las innumerables repercusiones que este acuerdo ha tenido para todo el Asia Occidental y el norte de África.
Aunque ya era difícil suponer que esta iniciativa hubiera podido prosperar toda vez que Moscú no iba a ceder los territorios que decidieron incorporarse a su soberanía, el ataque con drones del día de ayer al Kremlin, alejaron cualquier posibilidad en ese sentido.
China había manifestado que la única salida era el diálogo y la negociación pero su plan partía de la existencia de condicionantes que no se observan en el escenario de un conflicto que al revés, camina en dirección contraria. Estados Unidos y la OTAN supusieron que podían obtener una victoria militar, política y económica que destruyera a Rusia para siempre y que eso podía lograrse a costa de la pérdida de cientos de miles de ucranianos que se iban a sacrificar para sostener los valores y el dominio de Occidente.
La
respuesta ucraniana a la iniciativa china no se hizo esperar. Aunque
en el primer momento Kiev emitió tibias opiniones a favor de la
propuesta, Mikhail
Podolyak, asesor del jefe de la oficina de Zelenski sentenció que
Beijing tendría que distanciarse de la Federación Rusa para seguir
siendo un jugador económica y políticamente fuerte. Podolyak, un
hombre muy cercano a Zelenski dudó de la posición china. Afirmó
que:
“Durante
un año, China no pudo decidir sobre una posición y ahora tiene que
tomar una decisión: o trabaja dentro del marco definido por el
derecho internacional y luego reemplaza a Rusia en el sentido
completo de la palabra, o se hace a un lado y luego perderá
gradualmente su influencia, incluida la económica”. No sé si lo
fue, pero se pareció mucho al acta de defunción
de la propuesta china.
Otras iniciativas menos conocidas son las del Papa Francisco quien durante el vuelo de regreso tras su visita a Hungría dio a conocer que el Vaticano estaba involucrado en una “misión en curso” para poner fin al conflicto, pero que todavía no era pública. El problema de este ofrecimiento que supuestamente se está gestionando es que una de las partes negó conocer algo al respecto. Así lo hizo saber el vocero del Kremlin Dmitri Peskov quien de forma escueta aseguró que: «No, no se sabe nada», dejando a Francisco en una incómoda situación, que se debe interpretar como una nueva jugada en su contra de la diplomacia vaticana que todavía hoy, a diez años de su entronización, no logra controlar.
Desde otra perspectiva, también el pasado 26 de abril, el analista turco Mehmet Perinçek en un artículo publicado en el portal United World dio a conocer que Finlandia estaba mediando en conversaciones no oficiales entre Rusia y Ucrania. En este sentido, informó que la fundación finesa para la paz CMI Martti Ahtisaari, una organización independiente de ese país, “publicó un documento a principios de abril de 2023, […] que da a entender que [Rusia y Ucrania] habían llegado a un acuerdo en ciertos puntos” aunque advierte que este acuerdo era “el resultado de conversaciones no oficiales entre los representantes de los dos países”.
Al coro de las variopintas voces que emiten opiniones sobre eventuales negociaciones de paz en Ucrania se han sumado disimiles personajes como el embajador de Estados Unidos en Hungría que con total desfachatez criticó las posturas «cínicas» de Budapest que pidió un alto el fuego en un país “invadido y parcialmente ocupado por Rusia”.
Por su parte, en una posición bastante ambigua que refleja el carácter multipartidista de la coalición que lo llevó al gobierno, el presidente de Brasil Lula da Silva ha subrayado que condena la violación de los derechos humanos de Ucrania por parte de Rusia pero que «no sirve de nada decir quién tiene la razón» pues a su juicio lo más importante ahora es parar la guerra. «Solo se puede discutir y conversar cuando la guerra pare», ha afirmado.
En Europa, donde la guerra ha comenzado a manifestarse en toda su complejidad, se empiezan a observar distintas y a veces hasta antagónicas opiniones sobre la búsqueda de las negociaciones. La presidencia de Francia dio la bienvenida al intercambio telefónico mantenido entre los líderes de Ucrania y China y manifestó que París «alienta todo diálogo que pueda contribuir» a lograr la paz conforme «a los intereses fundamentales de Ucrania» y al derecho internacional.
Desde otra perspectiva, el rey de España en su reunión con Lula ha pedido una paz basada «en la integridad territorial» de Ucrania. Felipe VI ha argumentado la defensa del «multilateralismo y el derecho internacional» como vocación común de España y Brasil. Sin embargo, el Rey ha recordado que para que la paz sea duradera «debe sustentarse en el respeto a la soberanía nacional e integridad territorial». Al monarca español se le olvidó que en relación a Venezuela opina todo lo contrario, justificando la injerencia, el irrespeto a la soberanía nacional y la violación del derecho internacional, así que su punto de vista parece poco relevante.
La realidad se ha mostrado veleidosa a la hora de evaluar el estado en que se encuentra Europa sobre todo en términos económicos y financieros y también militares. Este contexto es el que está motivando su desesperada búsqueda de una paz favorable a Ucrania a través de la diplomacia. Así mismo es lo que explica los urgentes desplazamientos a Beijing de los presidentes de España y Francia, así como de la presidenta de la Comisión Europea y del alto representante para asuntos exteriores y política de seguridad de la Unión Europea. Desesperadamente desean que China haga para ellos en la mesa de negociaciones, lo que no pudieron lograr en el terreno militar y en el de las sanciones económicas y financieras.
De hecho hay un conflicto bélico, y las guerras se terminan cuando triunfa una de las partes sobre la otra, se firma un armisticio, un acuerdo de paz o una capitulación. Esto último es lo que Estados Unidos, la OTAN y Europa quieren evitar a toda costa, dada su incapacidad de dar “solución” a la situación creada, por vía de la fuerza,
Llegó mayo, la primavera comienza a resplandecer, los suelos se secan, según los especialistas las condiciones mejoran para la realización de la contraofensiva ucraniana. La pregunta es si ella llevará a Kiev y a sus líderes a la victoria, a la mesa de negociaciones o al cadalso. En esta situación es bueno recordar a Carlos III de Suecia en Poltava en 1709, a Napoleón en Borodinó en 1812 y a Hitler en Stalingrado en 1943. ¿Será que Zelenski desea incorporarse a la lista en representación del siglo XXI?
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