El domingo 24 se celebró en Uruguay la segunda vuelta de las elecciones nacionales para elegir al 43º presidente entre las dos candidaturas más votadas -pero que no lograron la mayoría absoluta de los votos- en la primera vuelta del último domingo del pasado mes de octubre: Yamandú Orsi –Carolina Cosse del Frente Amplio y Álvaro Delgado– Valeria Ripoll por la coalición de partidos en el gobierno.
Todos los sondeos de opinión previos, si bien daban ganador a Orsi, los márgenes entre 1,5 y 3 puntos eran muy ajustados por lo que teniendo en cuenta el posible margen de error, consideraban que había un empate técnico.
Por ende lo sorprendente fue la clara diferencia a favor de Orsi desde el inicio del escrutinio, que hizo que a una hora de cerrados los circuitos, sobre las 20:30, las proyecciones de resultados dieran como claro ganador a Orsi con casi 5 puntos de diferencia.
En la mañana de hoy con el 100% de los 7234 circuitos escrutados por la Corte Electoral (restando solamente escrutar los 35761 votos observados), la fórmula frenteamplista obtuvo 1 196 798 votos (49,84%) y la fórmula de la coalición de derecha 1 101 296 (45,87%).
Con este resultado, la izquierda que gobernó al país por primera vez en 2005 y volviera a triunfar en 2010 y 2015, lo volverá a hacer en el período 2025 – 2030.
Algunas perspectivas e interrogantes
Hay que señalar que por primera vez habrá un gobierno sin mayorías parlamentarias propias. Si bien el FA la tendrá en la Cámara de Senadores, 16 más el voto de la Vicepresidenta serán 17 en un total de 31 miembros, en la Cámara de Diputados tendrá 48 faltándole dos Diputados para lograr la mayoría de los 99 integrantes.
En consecuencia el FA deberá negociar con la oposición o algún legislador de ella para la aprobación de cualquier ley.
Surge entonces la primera interrogante: ¿la autodenominada “Coalición Republicana” hoy en el gobierno; será capaz de mantenerse como un bloque en el parlamento en tanto oposición?
La segunda: si así fuera: ¿cómo afectaría a la aplicación del plan de gobierno del Frente Amplio?
Algunas certezas
Uruguay se destaca en el continente por poseer un entramado social activo, diverso y participativo; surgido a lo largo del siglo pasado y templado en las luchas de resistencia a la dictadura civil – militar de corte fascista que sufriera el país por doce años a partir de 1973.
Y no sólo nos referimos a los partidos políticos, sino a tener una central única de trabajadores forjada en los años 60 del siglo pasado, un potente movimiento cooperativo en las más variadas actividades y comisiones barriales de todo tipo.
En la noche de ayer, la vicepresidenta electa, al dirigirse a la multitud en la celebración de la victoria, mencionó la aplicación del programa y que la población (“todos, los que nos votaron y los que no”) deberá hacer suyo involucrándose en la gestión en cada barrio. Creo que las cosas van por ese rumbo.
Con o sin mayorías parlamentarias, la coherente aplicación de un plan de gobierno y su defensa por parte de la izquierda, deberá reposar siempre en la garantía de las masas organizadas y movilizadas.
El Frente Amplio luego de la derrota en las elecciones generales del 2019, en su VII Congreso Ordinario de octubre 2021 produjo un muy buen documento de balance y autocrítica, del cual nos permitimos citar uno de sus párrafos:
“Si un bloque social y político aspira a predominar en forma sostenida debe procurar implementar políticas coherentes en todos los frentes, continuas a lo largo del tiempo, que conquisten el aval del consenso ciudadano predominante en todo el territorio y que sean sostenibles en distintas fases del ciclo económico y en diferentes contextos internacionales. Nuestros gobiernos no siempre se atuvieron a esas reglas. No siempre se mantuvo una línea de continuidad adecuada: en las políticas públicas muchas veces implementamos estrategias de agregación. Con marchas y contramarchas, ciertos énfasis y empujes sectoriales y también en ocasiones con un manejo de los tiempos con independencia del consenso social y el ciclo económico. En consecuencia, no tuvimos capacidad para sostener en el tiempo y consolidar una hegemonía y crear poder en manos de la sociedad civil y del movimiento popular.
En cierto modo, se puede decir que se gobernó más en favor del pueblo, que con el pueblo”
El diagnóstico y la autocrítica están hechos.
Se trata de ahora en más de actuar en consecuencia.
Carlos Flanagan. Exmiembro de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio. exembajador de Uruguay ante el Estado Plurinacional de Bolivia. Colaborador del CLAE.
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