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Espresso Americano: Primera Estación

Panamá: Si lo ves que viene, palo al tiburón

Fuentes: Rebelión

Nacida como enclave colonial geopolítico, Panamá es para el mundo sinónimo de Canal. Sus 76 mil km2 fueron arrebatados a Colombia hace 122 años para construir y controlar esta monumental obra civil. Durante casi un siglo EEUU ocupó y colonizó la “Zona del Canal” (1400 km2) y se benefició de sus ingresos. 10 años antes de la entrega, bombardeó el país y disolvió su ejército.

Hoy la nación, formalmente soberana y funcionalmente vasalla, basa su economía en el Canal, sus servicios derivados -logística, comercio, banca-, y la extracción de minerales. Las comarcas indígenas representan el 20% de la población y la mitad del campo, y la Ciudad de Panamá aloja al 50% de los 4.5 millones de personas que pueblan el territorio.

En la “diversificación comercial” hacia activos financieros con una opacidad que enamoró a varios millonarios regionales salpicados por los “Panama Papers”, es clave la relación con (Israel). El espía del Mossad Mike Harari, delegado panameño en Tel Aviv durante los ’80, utilizó el país como estación financiera para asesinar palestinos por el mundo y globalizó la fama de Panamá como paraíso de la banca. No sorprende entonces, que hoy Panamá tenga un TLC con la Entidad Sionista y sea el único país latinoamericano que no reconoce a Palestina como Estado.

Las protestas llevan más de tres meses. Sin solución a la vista y con razones claras: La ley 462 que modifica el régimen de pensiones, la construcción del embalse en el río Indio para alimentar el Canal, la reapertura de la mina de cobre en Colón y el memorándum de entendimiento con EEUU.

¿La respuesta institucional? Represión, persecución e intransigencia. El nuevo régimen de pensiones duplicará el mínimo imponible por el trabajador para retirar su pensión. El embalse se construirá pese al desplazamiento forzado de poblaciones indígenas. La mina de cobre será reabierta para “trabajos de mantención” que hará la misma transnacional que pretende operarla. Los barcos gringos pasarán “primero y gratis”. Las bases militares no serán entregadas al ejército de EEUU pero habrán “tropas de manera rotatoria en todo momento, autorizadas para realizar las operaciones que deseen”. Por último y como gesto geopolítico al amo, Panamá abandonará la “Ruta de la Seda”, reemplazará las torres de comunicación de Huawei por “tecnología segura” (gringa) y cederá el control de los puertos de empresas chinas a empresas de EEUU.

Latinoamérica vive momentos difíciles. Quien alumbró las independencias del siglo XIX, las liberaciones del XX y la renovación de las esperanzas en el XXI hoy transita un período de sumisión imperial y fragmentación regional, con las opciones revolucionarias apenas resistiendo, bizarros monstruos fascistas y el progresismo degenerado en una timorata versión de si mismo. Pero los pueblos conservan su memoria histórica. Si la soberanía panameña fue recuperada una vez será recuperada nuevamente por su pueblo en lucha que volverá a responder, como el general Torrijos en el Consejo de Seguridad de la ONU exigiendo el fin de la ocupación gringa del Canal: “Queremos decirle a la conciencia mundial, y que esto quede bien claro en la mente de todo el mundo, que nunca hemos sido, que no somos ni nunca seremos, ni Estado ni Estado Asociado, ni Colonia o Protectorado, ni queremos agregarle una estrella a la bandera de los Estados Unidos.

Primer capítulo aquí:

Fernando Bermúdez Kuminev – Roberto Bermúdez Pellegrin. Corresponsales del multimedio Muros y Resistencia

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.