Recomiendo:
2

Espresso Americano: Cuarta Estación.

Canadá: La visita que nadie invita

Fuentes: Rebelión

Paisajes de nieve, lagos majestuosos y bosques boreales. Amables personas blancas de uniformes rojos y sombreros anchos, montados a caballo. La simpática bandera con una hoja de maple. Bajo su lavada imagen, Canadá esconde un pasado oscuro y un presente de sumisión, invasión y saqueo.

Rico en minerales como oro, cobre y níquel, el país del norte es centro de operaciones para el 60% de las empresas mineras del mundo. Si estás leyendo desde América Latina, tal vez tengas una en tu país y no te has dado cuenta. Y es que Canadá conserva bosques, lagos y escenarios “épicos” en su territorio, pero a costa de la destrucción del Sur Global y brindando toda la seguridad jurídica necesaria a los perpetradores de ecocidios en nuestras tierras.

Sin embargo, el segundo país más grande del mundo, décima economía global y tercera reserva planetaria de petróleo (bituminoso), sigue estando bajo las órdenes del decadente eje occidental. Por un lado, con una de las Constituciones más jóvenes del continente (apenas unos 43 años) es aún hoy parte de las colonias inglesas de la Commonwealth británica, reconociendo al mediocre Carlos Tercero de Inglaterra como Jefe de Estado.

Por el otro, la condición vasalla frente al hegemón gringo queda al descubierto no sólo en su absoluta dependencia económica, sino también en su colaboración sicaria (cobijando a nazis ucranianos y deteniendo a empresarios chinos a pedido del amo) y su directa coautoría en los crímenes del sionismo. Históricamente ha reconocido al Estado Ocupante sin reconocer más que “la autodeterminación” (y no el Estado) de Palestina, y hoy continúa apoyando el proyecto colonial supremacista con la provisión directa de armamento y de tecnología clave para el armamento ensamblado en Estados Unidos, principal proveedor militar de la Entidad.

Buscando razones más abajo del resultado número 10 que arroja el algoritmo de Google y su “inteligencia artificial”, se puede encontrar que esta tan desarrollada nación, al igual que el sionismo hoy en Gaza, también cometió un genocidio. Desde 1876 y hasta entrados los años 70 del siglo XX las “Escuelas Residenciales”, creadas bajo la Ley Indígena, financiadas por el Gobierno Federal y administradas por las Iglesias, secuestraron a más de 150 mil niños indígenas y, a miles de kilómetros de sus comunidades, los obligaron a punta de violencia a olvidar su lengua, identidad y costumbres y asimilar las del invasor. En 2015 se encontraron las primeras fosas comunes cercanas a estos centros y se corrió el velo del horror. No satisfechos con el genocidio cultural, los curas habían asesinado o dejado morir a, por lo menos y hasta ahora confirmados, 3200 niños y niñas, a quienes enterraron de forma clandestina.

Luego del cierre de las «Escuelas», la mortalidad infantil indígena decreció drásticamente y comenzó un crecimiento exponencial de la población (con una tasa de hasta un 161%). Del horror ha ido surgiendo la esperanza y la llama de Resistencia de las más de 634 comunidades que conforman las llamadas Primeras Naciones, a pesar de la infamia que buscó suprimirlas.

Programa:

Fernando Bermúdez Kuminev – Roberto Bermúdez Pellegrin. Corresponsales del multimedio de Muros y Resistencia

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.