Las celebraciones de cumbres están de moda, pero en una buena parte de ellas no se solucionan los graves problemas que vive el mundo hoy, debido a la falta de un dialogo serio y respetuoso por parte de los gobernantes de las naciones del norte rico con los del sur global.
Analistas coinciden que en no pocos casos los cónclaves internacionales de alto nivel se convierten en citas turísticas, o shows mediáticos a favor de los poderosos de occidente que siempre procuran imponer sus intereses sobre los pobres.
Ocurre también que previo a encuentros de jefes de Estado y de Gobierno se excluyen a países por diferencias políticas con los ricos, y otros se ausentan por solidaridad y dignidad ante exigencias injerencistas que violan su soberanía e independencia.
Un ejemplo de lo anterior son las cumbres de las Américas, en las cuales EE.UU. ha impedido la presencia de Cuba en varias ocasiones, y ahora lo hace nuevamente en vísperas de la X edición, a efectuarse en República Dominicana en diciembre venidero.
Washington igual ha excluido a Venezuela y Nicaragua de ese nuevo foro, al que ya anunciaron no asistirán la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y su similar de Colombia, Gustavo Petro, mientras se esperan más ausencias en respuesta a la decisión imperial del mandatario Donald Trump y su secretario de Estado Marco Rubio.
Diversas fuentes concuerdan en que la conducta prepotente de Trump y de su palanganero Rubio, puede provocar la suspensión de la cercana reunión cimera y cuando menos fracasar antes de comenzar.
La referida cita deberá tener lugar en momentos en que EE.UU. amenaza con una intervención militar a Venezuela, y despliega barcos de guerra, submarinos, aviones de combate y efectivos militares en el Caribe, un inminente peligro para la paz en Nuestra América.
De seguro, los gobernantes de Washington buscarán en la X Cumbre, con algunos de sus lacayos en ese hemisferio, justificar la agresión contra la patria de Simón Bolívar y de Hugo Chávez, y conseguir destronar a su presidente Nicolás Maduro.
Es hora entonces que latinoamericanos y caribeños defiendan a ultranza la paz frente al desespero del imperio decadente del norte brutal y revuelto de dominar la región, que sigue considerando su patio trasero.
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