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¿A qué transición se puede aspirar?

Fuentes: La lucha continúa

1. Revolución y transiciones. Transición significa pasaje de un estado a otro. Es un concepto esencial de la dialéctica, para la cual todo está en constante fluir. Marx y Engels explican que el capitalismo -aherrojado en sus contradicciones, la mayor de las cuales es la creación de la clase proletaria, explotada y sepulturera a la […]

1. Revolución y transiciones.

Transición significa pasaje de un estado a otro. Es un concepto esencial de la dialéctica, para la cual todo está en constante fluir. Marx y Engels explican que el capitalismo -aherrojado en sus contradicciones, la mayor de las cuales es la creación de la clase proletaria, explotada y sepulturera a la vez del sistema- devendrá en comunismo. Señalan que en esa transición habrá dos fases, las que después, la Tercera Internacional llamará socialista y comunista respectivamente. El punto de partida a la fase socialista es la sociedad capitalista avanzada, que genera la superabundancia de riquezas, la que podrá ser redistribuida a toda la sociedad, merced principalmente a la sustitución de la propiedad privada por la socialista de los medios de producción y de cambio.

Lenin es el primer teórico obligado a extender la transición. Sostuvo que la Revolución Rusa sería el primer eslabón de una cadena de revoluciones proletarias europeas, y que éstas ayudarían a aquélla para paliar la inferioridad de su base material, propia de una sociedad con menor desarrollo de las fuerzas productivas que las occidentales. Pero cuando estas revoluciones europeas fracasan -muy especialmente la alemana- mientras se procura su resurrección y victoria, debe aplicar planes de emergencia en Rusia, que le permitan a los bolcheviques mantener el poder soviético; medidas que ya no son las de la fase de transición socialista, sino que son una previa transición hacia esa fase, reintroduciendo elementos capitalistas, cuya más prolongada realización es la Nueva Política Económica (1921-1928).

Después de él, los dirigentes y vanguardias constructores de revoluciones que se desatarán en los países coloniales o semicoloniales (Mao Tse Tung, Ho Chi Minh, Fidel Castro, etc.), siempre teorizan la transición previa al socialismo.

De todos modos Marx-Engels y sus continuadores, tienen de común que razonan sobre la base de conquistar el poder, por medio de la violencia revolucionaria. Mao Tse Tung es directo: `El poder nace del fusil’.

2. Un pie en el Estado del gran capital trasnacionalizado.

Pero el ciclo de revoluciones proletarias y/o tercermundistas en general, sufre un eclipse prolongado. En América Latina en particular, después de ser derrotados los movimientos revolucionarios (décadas del 60 y 70) se pasa del `asalto de la fortaleza’ enemiga, a rodearla y poner un pie en ella, en su Estado, utilizando los vestigios reconquistados de la legalidad democrática-liberal burguesa.

La nueva situación de lucha de las masas populares, usando los canales abiertos que tienen, ha llevado a partidos populares a intentar llegar al gobierno, como un paso hacia el poder (aunque muchos no sepan distinguir uno del otro). Se trata de una transición mucho más modesta y limitada. Así se empezó en Venezuela donde ha avanzado, y está en incierto curso en Brasil, Argentina, y tal vez, en Uruguay.

Los gobiernos generalmente han timoneado a los Estados, y son, por lo tanto, piezas gravitantes en su conducción. Sin embargo, los teóricos imperialistas -véase los Documentos de Santa Fe- procuran acotarles sus potestades, anclando el poder efectivo en resortes más estables y difíciles de modificar: las fuerzas armadas, el aparato judicial y el administrativo, el poder de los medios de comunicación, y sobre todo, la influencia rectora de los organismos de crédito y otros de poder mundial dominados por el gran capital trasnacional.

Décadas antes, en la cárcel fascista, Antonio Gramsci elabora el concepto de contrahegemonía. Comprende que en las sociedades de occidente es más difícil la conquista del poder, y que se hace necesario, desde el entramado de las organizaciones sociales, ir consolidando posiciones, en un sentido amplio, que prepare y facilite la victoria y la obtención del poder revolucionario. En síntesis, teoriza una lucha polifacética prolongada, ideológica y política.

3. El ejemplo de Chávez.

Desde América del Sur y con proyección mundial, el proceso liderado por Hugo Chávez, ilustra como desde el gobierno una fuerza política con sentido antiimperialista, conquista posiciones de poder. En un proceso complejo, la dirección venezolana -heterogénea pero liderada con lucidez por Chávez- ha dado sucesivos pasos, cuya clave es la inserción profunda en el pueblo. Los primeros han tendido a modificar la constitución, y con ella, la esencialidad del Estado, transformándolo de Estado al servicio de las trasnacionales, en Estado al servicio de las clases populares.

Marx decía que los avances en la vida real son más trascendentes que los programas perfeccionados, porque son los que modifican la correlación de clases en la búsqueda del objetivo socialista. Por eso, no debe minimizarse ninguno de los instrumentos constitucionales y legales, como bien puede ser la disolución de las cámaras en la eventualidad de carecerse de mayorías para gobernar.

4. Hacia una nueva correlación entre las clases.

De inmediato el gran capital no será derrotado. Para eso se necesita una revolución socialista, y nadie con sensatez, la imagina a corto plazo. Para tomar el `Palacio de Invierno’ hay que tener superioridad militar, y en América Latina los movimientos populares carecen de ella. Pero, en todo caso es esquemático afirmar que `Tabaré Vázquez puede ganar la elección pero el capital ganará la Presidencia’. [1] El capital trasnacional ya controla el Estado. Pero no es indiferente a quien gane la presidencia. Con los partidos tradicionales está defendido. Con el EP-FA-NM, en el mejor de los casos, no las tiene todas consigo.

La situación se definirá, no solo en Uruguay, sino a escala continental, en la medida que haya direcciones lúcidas -enancadas en organizaciones políticas también lúcidas y con masas detrás- que mantengan por sí mismas, o aún se vean obligadas a mantener por la presión popular, el timón firme maniobrando en aguas embravecidas. Como en Venezuela. En el caso contrario que el nuevo gobierno termine sirviendo al gran capital trasnacional, solo la experiencia frustrante que hagan por sí mismas las masas populares las educará para avanzar relegando a quienes se le colocan enfrente y no a su frente.

Como descreemos de procesos `nacionales’ aislados y victoriosos, y menos en Uruguay -país pequeño enclavado entre gigantes, y en un escenario de dura lucha interimperialista entre EE.UU. y la Unión Europea- militamos en una perspectiva de inserción integradora de Uruguay en el marco geopolítico.

Nuestra modesta transición, avanzar desde el gobierno al poder, sería exitosa si cumpliera estos cometidos:

a) el pasaje de Uruguay de la condición de Estado tapón -creado por Gran Bretaña y usado por EE.UU.- a la de articulador del bloque sudamericano, oficiando Montevideo como capital del Mercosur y ayudando a transformar a éste en realidad política estratégica sudamericana.

b) la renegociación de la impagable deuda externa, articulándola a nivel conjunto de Sudamérica, eliminando deudas que no debemos pagar (por ejemplo, las devenidas de los préstamos que se contrajeron al servicio de la imposición de la dictadura terrorista), y mejorando las condiciones de lo que se resuelva pagar. Pero más que nada, no admitiendo imposiciones de nuevas privatizaciones.

c) la defensa de las empresas públicas y de los recursos del país, -primero, el agua- en consonancia con los veredictos populares de los plebiscitos de 1992 y de 2003.

d) la democratización de la sociedad y del estado, poniendo fin a la tutela militar, activando la participación de una nueva ciudadanía que realice un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Y que implica, el notable beneficio material y espiritual de la erradicación de la corrupción.

e) el funcionamiento del Uruguay productivo, con los recursos que existen ya y priorizando a las empresas estatales, al cooperativismo, a las pymes, tendientes a ampliar las áreas de propiedad social y a limitar las del capital trasnacional.

f) la ejecución urgente de un plan de emergencia social, que evite la creación de una sub-humanidad desnutrida, ya en su segunda o tercera generación de gestación.

No será una Revolución Socialista, ni siquiera una transición de `Nueva Democracia’ o de `Revolución Nacional y Popular’ previas, pero sí son pasos hacia una correlación de clases que abra cauce hacia transformaciones más profundas.

5. Con Lenin y contra la conciliación y el ultraizquierdismo.

Los marxistas, y los revolucionarios en general, ya ahora y más aún ante un eventual gobierno del EP-FA-NM, debemos velar contra dos desviaciones nocivas, que se retroalimentan.

La primera, el conciliacionismo de clases. Al interior de nuestra fuerza política, como en el movimiento obrero, popular y social, se expresa por la búsqueda del consensualismo entre todas las clases sociales, entre todos los partidos políticos, entre todos los `actores’. Ya se ha accionado cooperando para que blancos y colorados impusieran esta constitución, y atentando -afortunadamente en vano- contra la defensa de ANCAP en el plebiscito del 2003. La insistencia en formulaciones derrotadas en el FA y derrotadas por nuestro pueblo, marca cual será en filas el peligro principal a abordar.

La segunda, el ultraizquierdismo infantil, que aunque no esté descartado en el FA, es principalmente un fenómeno externo a él. Es el ataque proveniente de sectas sin masas, que gritan impotentes en el nombre de ellas. ¿Revolución obrera sin bases económicas? ¿Sin proletariado fuerte que la lleve al triunfo? Quienes desde afuera del país, o en él pero afuera del sentimiento y del estado de la conciencia popular, fundamentan que el EP-FA-NM es `lo mismo’ que los partidos tradicionales; o aún peor, que centran el ataque contra él en los meses de definición electoral, alentando el voto en blanco, le hacen los mandados al imperialismo.

Los marxistas y revolucionarios, más que nunca, debemos nadar como peces en el agua de las masas populares, a la vez que ir gestando la vanguardia política de clase, al unísono de los acontecimientos que se sucederán.

(1). Rebelión, «James Petras. ¿Frente Amplio o cúpula amplia?.»

Nota de la lucha continúa: El autor cita una opinión de James Petras como publicada en la revista electrónica Rebelión. Está mal informado. En realidad se trata de una nota aparecida originalmente aquí, en La lucha continúa, escrita especialmente para nosotros. Luego fue reproducida por otros medios, Rebelión entre ellos.