Mark Aguirre es periodista, con experiencia durante muchos años en distintos países de Asia, África y América Latina, autor del libro de reciente publicación ‘Una América Latina inconveniente. Cómo los peones se están apoderando de la finca’ (Viejo Topo).
¿Cómo ha cambiado América Latina en los últimos 20 años?
América Latina comienza a tener una voz por sí misma en el mundo, ha establecido una organización propia de Estados no vinculada a Washington, se ha dotado de una mayor integración económica, de una mayor presencia económica de Asia y África en sus relaciones económicas, en la que sobresale China; y sobre todo ha adquirido una voluntad por recorrer un camino económico y social diferente al que están recorriendo Europa o Estados Unidos, en la mayoría de los casos con gran sensibilidad social. Todo esto ha ocurrido, se ha acelerado como una locomotora, en los últimos 20 años.
¿Qué ha supuesto el proceso de integración regional? ¿Brasil se ha convertido en un nuevo imperio? ¿Y China? ¿Se ha ganado en soberanía o se han reemplazado un imperio por otros?
Ningún país latinoamericano por sí solo tendría capacidad para constituirse en un actor soberano y decidir por su cuenta la dirección de su política y economía, el sueño no realizado de la región desde que se independizó de España y Portugal. Para lograr esta ruptura con la historia necesita unidad e integración algo que no ha ocurrido hasta a hora por su dependencia con Europa primero y después con Estados Unidos.
Eso lo supo Bolívar ya en el siglo XIX y es uno de los legados dejados por Hugo Chávez en el siglo XXI; un legado que una nueva camada de líderes progresistas comparten, entre ellos Lula y Dilma. Ellos rompieron con la idea de lo que es bueno para Estados Unidos lo es para Brasil. Bajo su Gobierno, Brasil se ha convertido en el motor de dicha integración, por su tamaño económico y por sus recursos. Fue clave en la constitución de Unasur y está trabajando para expandir el Mercosur.
China es un actor exógeno a la región, interesado en las materias primas y en la energía. No es la geopolítica, apenas puede manejar sus fronteras marítimas, lo que le ha traído a América Latina. Es verdad que el expansionismo del capitalismo brasileño en la región crea tensiones con actores no capitalistas y otros intereses nacionales. Ése es el desafío que enfrenta Brasil sobre todo en países vecinos como Bolivia para avanzar en la integración latinoamericana. Dilma lo sabe y quiere actuar desde el Estado compensando los daños causados por las empresas brasileñas a estos intereses. Tiene que convencer a la gente que la integración es positiva y no dañina para ellos.
¿Cómo se explica que América Latina siga siendo la región más desigual y donde los multimillonarios más crecieron en los últimos años cuando la mayoría de los países está gobernado desde hace años por gobiernos progresistas o del socialismo del siglo XXI?
Estamos hablando de procesos que no ocurren en el vacío. En América Latina el capitalismo sigue reinando a pesar de que un Estado redistributivo ha comenzado a ser mas activo en los procesos económicos. A pesar de los discursos de izquierda, no ha habido todavía grandes reformas estructurales. En Venezuela, la revolución bolivariana tiene grandes dificultades para romper con el rentismo petrolero. En Brasil, el Gobierno apoya al agronegocio. Se puede hablar de la existencia de un acuerdo tácito entre movimientos sociales y capitalismo articulado por el Estado. Esto quiere decir que el Estado ha ayudado a crear empleo y aumentar el ingreso de los grupos menos favorecidos pero no ha roto con la lógica capitalista. Millones han salido de la pobreza sin que los capitalistas redujeran sus ganancias, en muchos casos las han aumentado. Eso no quita importancia social a lo que esta pasando en América Latina. En América Latina, al limitar el poder del capitalismo, al gobernar pensando en las grandes mayorías, se están creando condiciones reales para que surjan alternativas radicales. El capitalismo esta siendo incapaz de encontrar una solución al calentamiento global y a la distribución de la riqueza. Por eso América Latina es tan interesante y por eso es posiblemente la región más progresista del mundo.
¿Qué es exactamente eso de postneoliberalismo? ¿Qué tiene de neoliberalismo? ¿Qué tiene de post?
El neoliberalismo no es sólo un modelo económico con su consecuente política económica. Es también una relación de fuerzas políticas. Las políticas de ajuste y estabilización, las privatizaciones, la apertura al exterior, poner a las empresas privadas en el centro del altar… fueron consecuencia de una revolución neoconservadora librada en el centro del sistema contra las conquistas sociales, excepcionales dentro del capitalismo, del período de postguerra. Un modelo que se ha hecho global y que limita el poder de los Estados nacionales. El postneoliberalismo es un intento desde abajo por cambiar ese rumbo. El neoliberalismo necesita salarios «competitivos», es decir a la baja y ha hecho mucho mal a los sectores populares. Ha impuesto un modelo de acumulación que necesita saquear a las comunidades para explotar sus riquezas naturales y ha hecho mucho mal a las comunidades indígenas.
De ahí la importancia que los movimientos sociales han tenido en en este proceso de cambio en América Latina. Movimientos que han sido en muchos casos el motor de la victoria electoral de proyectos de ruptura con el neoliberalismo. Lo que ocurre es que estas fuerzas políticas progresistas no pueden cortar fácilmente los tentáculos neoliberales a pesar de llegar al Gobierno. Estos se les escapan a través de la red financiera y política mundial que el neoliberalismo ha tejido a nivel global.
A estos gobierno entonces les resulta más fácil enfrentar al neoliberalismo fortaleciendo el Estado, aplicando ciertas políticas keynesianas y nacionalizando recursos, que haciendo reformas estructurales. Por ejemplo, en Brasil haciendo una reforma agraria que pusiera a los campesinos por delante de los intereses del agronegocio. Estos gobiernos aducen que no hay una acumulación de fuerzas políticas suficientes para ello. Yo creo que es una tarea muy difícil sin que haya cambios en la misma dirección en Europa. En suma, no hay condiciones para cuestionar frontalmente al capitalismo, pero sí para avanzar en un modelo postneoliberal, un cambio de la relación de fuerzas políticas, donde el Estado y lo social tenga más preponderancia que los intereses de las empresas, los accionistas y sus ejecutivos.
En los países gobernados por la izquierda se ha reducido la pobreza… pero las estadísticas dicen que también en los países gobernados por la derecha… ¿Hasta qué punto los mejores datos obtenidos son resultado de las políticas sociales o corresponden a un ciclo económico diferente?
La mejor forma de responder es comparar lo que ha sucedido en México y lo que ha ocurrido en Brasil. México un país adscrito al neoliberalismo desde hace al menos 20 años; Brasil un país con gobiernos del Partido de los Trabajadores que quiere salir del mismo desde hace 12 años. Según estadísticas del Banco Mundial (no sospechoso de parcialidad hacia Brasil), el país más exitoso en América Latina en crear una clase media, trabajadores con un aceptable ingreso, durante los últimos años, ha sido Brasil. En México la pobreza ha aumentado hasta un punto que más de la mitad, el 51% de la población, vive en situación de pobreza, mientras en Brasil, según un estudio de la Fundación Getulio Vargas, el 53% de los brasileños podía ser considerada clase media.
Lula dio una muestra de audacia y creatividad cuando gasto el 0,5% del PIB en gasto social. Fue un multiplicador colosal de la demanda. Cincuenta millones de brasileños se beneficiaron del crecimiento económico. No se trató de «comprar votos», sino de una política económica pensando en los mas necesitados. Se podía crecer y distribuir al mismo tiempo, un anatema neoliberal. Si Dilma no cae en la tentación neoliberal de privatizar la educación y cumple sus promesas de gastar las rentas petroleras de los nuevos yacimientos costeros en ella, Brasil será capaz de sostener y profundizar sus actuales logros sociales.
¿Es posible salir del extractivismo por la vía del extractivismo?
Sería un contrasentido. Lo que si es verdad es que gracias a la locomotora china, que traga todo lo que le eches, los precios de materias primas nunca han sido tan ventajosos para América Latina como son ahora y tendría sentido aprovecharse de ello. Se pueden usar los recursos obtenidos por el extractivismo para gastarlos en infraestructuras, educación e investigación, poniendo las bases para crear nuevos productos, procesos sustitutivos no dañinos al medio ambiente e innovativos, que es el camino para tener una salud económica sostenida. Sin ello, es imposible salir de la especialización (productor de materias primas) que te ha impuesto el centro financiero y político con sede en Washington y Bruselas dentro de la división internacional del trabajo. Una especialización asociada muchas veces con una maldición que sitúa paradójicamente al país de la abundancia en recursos naturales en la pobreza y la dependencia.
Dices en algún momento que América Latina es el continente más progresista del mundo… ¿En qué se concreta esta afirmación? ¿Qué puede aprender España y otros países del sur de Europa de la experiencia latinoamericana?
Yo creo que la humanidad enfrenta tres grandes desafíos: cómo manejar el fin de los imperios, cómo distribuir la enorme riqueza existente y cómo lograr salvar al planeta del calentamiento global. Y pienso que América Latina es la región que más esta haciendo por enfrentarlos. Esta construyendo instituciones como Unasur, Como CELA, como el ALBA para aminorar las crisis que históricamente han acompañado al declive del imperio de turno, esta vez la acelerada decadencia de EE UU, un país vecino y contribuir al multilateralismo. América Latina está haciendo esfuerzos por crear sociedades mas igualitarias usando para ello al Estado y por último está diseñando proyectos ecológicos novedosos como el de dejar el petróleo en el subsuelo del Yasuni para reducir las emisiones de CO2. Son tareas colosales que, como se ha visto con este último caso en Ecuador, es difícil de mantener. Las presiones de los tentáculos que hablábamos antes son fuertes. Uno es optimista porque todo este cambio ha nacido desde la base desde movimientos sociales lo que da potentes raíces a este proceso progresista que conoce la región.
Has vivido tiempo en África… ¿Cómo se ven las transformaciones vividas en América Latina desde allí? ¿Por qué crees que no se ha producido un despertar parecido? ¿O sí se está produciendo y no se sabe?
América Latina es para muchos países africanos un referente en este proceso histórico de remontar las secuelas históricas del colonialismo. Lo sufrieron juntos. Muchos de sus esclavos acabaron en México, Cuba o Brasil en plantaciones. En los últimos años, sus lazos económicos se han incrementado notablemente de la mano de Brasil. Tiene importantes inversiones mineras en Mozambique y sus grandes empresas constructoras están desarrollando importantes proyectos en infraestructura en Angola, por poner algún ejemplo. No está claro si su presencia es una continuidad o una ruptura con la tradición colonialista como quiere Lula.
Pero de cualquier manera África y América Latina son realidades diferentes, aunque los dos estén «especializados» en producir materias primas y energía dentro de la división internacional del trabajo. América Latina tiene una industria y un sector de servicios mucho más desarrollados. África logró la independencia hace poco si lo compararas con América Latina. Sus Estados están menos institucionalizados y tienen mucho menos recursos. El territorio esta poco integrado entre sí. Los colonialistas se encargaron de poner énfasis en construir corredores hacia los puertos del saqueo. En estas condiciones, los gobiernos son presas fáciles de las multinacionales y los intereses de los viejos estados coloniales.
Para que te hagas una idea, en Mozambique en 1975, año de su independencia de Portugal, sólo había cuatro médicos nacidos en Mozambique y los portugueses no habían establecido un sistema de escuelas público. Los recursos humanos, los niveles de educación, la madurez de las organizaciones sociales y políticas son todavía débiles para protagonizar un cambio como el que esta ocurriendo en América Latina quizá la única excepción sea Sudáfrica. Eso no quiere decir que no haya movimientos sociales de base que resisten el expolio de los recursos de las comunidades, pero su expresión política esta muy debilitada. Los frentes de liberación nacional se han convertido en instrumentos de enriquecimiento familiar. El neoliberalismo necesita «millonarios» negros y que mejor vía que la corrupción institucionalizada para crearlo desde el poder.