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Antes y después

Fuentes: Rebelión

¿Qué cambió? Todo, aunque en apariencia las cosas seguirán igual: la CIA no cesará de intervenir en todo el mundo; las bases norteamericanas continuarán instaladas donde estaban; la OTAN no será desmantelada, todavía; los besos, abrazos y rendiciones de pleitesía de líderes occidentales hacía los políticos de Washington continuarán, aunque serán menos cálidos; los medios […]

¿Qué cambió? Todo, aunque en apariencia las cosas seguirán igual: la CIA no cesará de intervenir en todo el mundo; las bases norteamericanas continuarán instaladas donde estaban; la OTAN no será desmantelada, todavía; los besos, abrazos y rendiciones de pleitesía de líderes occidentales hacía los políticos de Washington continuarán, aunque serán menos cálidos; los medios masivos de información seguirán cantando ditirambos al poder hegemónico imperial, aunque habrá una que otra voz disonante… En fin, aparentemente, nada nuevo bajo el Sol.

Pero bajo tierra, todo hierve y lo peor es que los aludidos están amarrados prácticamente de manos y píes, sin posibilidades de desatarse. Es que no hay peor enemigo de uno, que uno mismo cuando se traga sus propias mentiras. Ellos propagaron que todo lo ruso era malo: Iván I fue un zar terrible; Pedro el Grande, un zar grandototote; la emperatriz Catalina la Grande, sólo una gran meretriz; a Napoleón lo derrotó el mariscal invierno, igual a Hitler; la Revolución Socialista de Octubre, sólo fue una orgía sangrienta; Lenin, un tirano de la peor especie; Stalin y Hitler, la misma cosa; la guerra la ganó EEUU; la URSS, un experimento fracasado; el presidente Putin, un nuevo tirano; la cultura rusa, chabacana; su ciencia, una copia de la occidental; sus escritores, ni para telenovelas; su cine, aburrido; su prensa, propaganda estatal; sólo Gorbachev se salva porque casi libera a Rusia. Esto dijeron al mundo y esto se creyeron, aunque el Sol no se pueda tapar con un dedo.

Ahora, desde este marzo, tendrán muchas dificultades para seguir mintiendo. ¿Cómo podrán justificar ante su pueblo los enormes gastos militares que desde hace mucho derrochan? Ahora que en caso de guerra cada una de sus flotas puede ser derrotada con un sólo torpedo; ahora que su paraguas protector no los va a proteger ni de la más leve llovizna; ahora que sus bases militares son un estorbo para los países donde las instalaron y que ya mismo les van a pedir desalojarlas; en fin, ahora que el mundo entero va a ver que el rey está desnudo.

¿Seguirán soportando los dirigentes europeos que cualquier funcionario de tercera categoría del Departamento de Estado de EEUU los mande a la punta de un cuerno? Puede ser, pero no por mucho tiempo. ¿Seguirá soportando Europa la existencia de la OTAN, ahora que perdió su razón de ser, si es que alguna vez la tuvo? Puede ser, pero no por mucho tiempo. ¿Volverán algunos gobiernos a comprar a los proveedores del Pentágono armamento, que desde este marzo es de la edad de piedra? Puede ser, pero no por mucho tiempo. ¿Seguirán algunos países soportando el vasallaje y pagando tributo al poder hegemónico, con el que han colaborado por las buenas o las malas, ahora que tienen la posibilidad de liberarse? Puede ser, pero no por mucho tiempo. ¿Seguirán los pueblos soportando la humillación de tener bases de EEUU en su territorio? Puede ser, pero no por mucho tiempo. ¿Seguirá el mundo aceptado dólares, dinero sin respaldo real alguno? Puede ser, pero no por mucho tiempo.

Todo esto tiene su historia. Durante la Crisis del Caribe, ambas potencias, Rusia y EEUU, comprendieron que era impensable una guerra atómica entre ellas, porque sería el fin de la especie. Eso se llamó equilibrio del terror. Más adelante, Reagan, quien a pesar de tener pocas luces, es considerado uno de los mejores presidentes de EEUU, formuló la idea de la guerra de las galaxias, que fracasó por ser muy costosa. Posteriormente, el Pentágono desempolvó esa idea y la reformuló como paraguas atómico, esto es, cercar a Rusia con sistemas antibalísticos, de manera que luego de un ataque no le pudiera responder. Esta impunidad, que rompía el equilibrio del terror, se hizo posible gracias al vasallaje colectivo de los países vecinos de Rusia, antes miembros de la URSS, y del Japón y Corea del Sur, que aceptaron a regañadientes estos sistemas que dizque iban contra Irán y Corea del Norte.

Rusia, imposibilitada de dar una respuesta simétrica al rompimiento del equilibrio estratégico por parte de EEUU, hizo llamamientos para parar esta locura, que cayeron en saco roto. El 2004, Putin les advirtió que para contrarrestar la agresividad en contra de Rusia, sus científicos iban a desarrollar equipos militares innovadores sin análogos en el mundo. Pero qué va, no le creyeron. «No hicimos ningún secreto de nuestros planes, sino que hablamos sobre ellos abiertamente y, ante todo, incitamos a nuestros socios a negociar», dijo. El 2007, los servicios de seguridad de Rusia permitieron el escape de información sobre las pruebas del cohete intercontinental Sarmat, que esquiva cualquier sistema de defensa antimisiles estadounidense y es invulnerable por no seguir una trayectoria balísticas predeterminada. ¿Qué intereses creados habrá en la industria de armamentos norteamericana que, aún así, no pararon sus planes belicosos? Siempre se escuchó rumores sobre la creación de armas fantásticas por parte de Rusia, pero la confirmación oficial sólo llegó este 1 de marzo cuando, en su mensaje anual, Putin ante la Asamblea Federal de Rusia hizo referencia a los innovadores modelos de armas desarrollados por su país en respuesta al abandono unilateral del Tratado sobre Misiles Antibalísticos por parte de EEUU.

Este informe es tan asombroso y demoledor que a los que indirectamente iba dirigido no se reponen ni acuerdan en cómo reaccionar, peor todavía, en qué hacer para sobreponerse. La mejor solución es sentarse a negociar un desarme que garantice la seguridad de todos. Esta salida es imposible porque si el presidente Trump diera un paso en esa dirección, se lo comerían vivo. Deberían entonces reformular toda su caduca estrategia, algo también imposible porque tendrían que redistribuir el actual presupuesto, que hoy en día engorda a los grandes monopolios fabricantes de armas, para que los estudiantes estadounidenses, que ahora siguen carreras administrativas, comiencen a estudiar ciencias básicas, esto es, matemática, física, biología y química. Para ello tendrían que reformar la educación escolar y universitaria. Pero eso cuesta mucho tiempo y dinero. Podrían atraer a más cerebros del exterior, pero estos no abundan. Por lo tanto, más allá de ligeros cambios, que tranquilicen a la opinión pública, nada va a cambiar, aunque digan lo contrario.

Es increíble que EEUU dé los mismos pasos que dio el imperio romano antes de su caída, depender de terceros. O sus gobernantes no conocen historia o en su fanfarronería la desprecian, en ambos casos están perdidos. Tienen otra salida de locos, que ojalá no se les ocurra dar, esta es comenzar una guerra nuclear, que tendría una respuesta inmediata, infalible y devastadora. Es de suponer que en el Pentágono todavía hay mentes sanas que la evitarían. Ojalá, así sea.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.