Recomiendo:
0

Adrian Elms ya era un cristiano violento antes de convertirse en el terrorista musulmán Khalid Masood

Atentado terrorista en Westmister, Londres

Fuentes: Archbishopcranmer.com

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

A través de las modernas lentes geopolíticas de la conveniencia categórica occidental, los países del mundo se adscriben invariablemente a una religión, o al menos se identifican por las creencias religiosas de la mayoría de su población. De ahí que se utilicen términos como «mundo musulmán» o «mundo islámico» para describir aquellos territorios donde impera el Corán, se venera a Mahoma y se identifica a la Sharia [ley islámica] como máxima ley. Apenas se considera la variedad existente entre dichas culturas y dentro de cada una de ellas: la diversidad de modelos políticos, sistemas económicos, costumbres sociales, diferencias religiosas o distintas prácticas de la Sharia. Un musulmán es un musulmán y nada más que un musulmán, y sus países constituyen «el mundo islámico» porque en diversas etapas de la historia proyectaron un cierto poder musulmán, razón por la cual hoy son asociados a la misión de Mahoma, que es el establecimiento del Califato. Simple y llanamente.

No debería por tanto sorprender a «Occidente» (que no deja de ser un constructo geopolítico de una historia compartida, valores compartidos y una religión dominante o primordial) que muchos musulmanes del «mundo islámico» hagan exactamente lo mismo con «Occidente», entre otras cosas porque muchos en Occidente se siguen aferrando a la noción de cristianismo, o al menos a la misión de proyectar algunos valores cristianos hacia el mundo (solo algunos). Por tanto, esos países cuyos dirigentes electos van a la iglesia deben estar poblados por cristianos, que les votan para que les dirijan a la iglesia o al menos a una tierra donde florezcan los valores cristianos (solo algunos de ellos). Esos países que celebran el nacimiento de Cristo con árboles adornados con espumillón y conmemoran su crucifixión y resurrección con huevos de Pascua son simple y llanamente cristianos. Olvidemos la contrición y la transformación; olvidemos las distintas formas de vivir la fe, los distintos credos religiosos o el evangelismo renacido: si te tocó nacer en un «país cristiano», eres cristiano. Y, a través de las lentes del wahabismo o salafismo saudí, eso te convierte en un infiel o kafir. Creer sin pertenecer se ha convertido en creer sin creer: tienes la religión del suelo sobre el que pisas.

También existe, claro está, el Israel judío, la India hindú y el Punjab sij, por no hablar de la China taoísta, el Tíbet budista y el Japón sintoísta. Pero estos no tienen importancia en este caso… bueno, el Israel judío podría tener cierta relevancia, pero solo si sustituimos «judío» por «sionista»…

Y ya podemos olvidar la enorme diversidad de estos núcleos geo-teológicos: se trata de simplificar.

El autor del ataque terrorista de Westminster nació el día de Navidad en la bonita ciudad costera de Rye, en Sussex Oriental, de padres cristianos afrocaribeños. Su nombre cristiano fue Adrián, y su apellido Elms. Creció y fue a la escuela en Kent. Todo estupendo, inglés y cristiano. No sabemos si fue bautizado, pero en Sussex Oriental es costumbre hacerlo, incluso si los padres solo son cristianos nominalmente, así que probablemente lo fue, especialmente porque sus padres eran afro-caribeños y nació el mismo día que Jesús. Digamos, dicho sea de paso, que a los islamistas no les importan mucho las tediosas cuestiones relativas al bautismo de los niños o de los creyentes: si posees un nombre cristiano, eres cristiano. Si has nacido en Sussex el día de Navidad y eres hijo de padres cristianos, seguro que eres cristiano. Es un hecho cultural, vamos.

Adrian Elms acumulaba toda una serie de sentencias condenatorias desde la edad de 18 años: daños criminales, posesión de arma blanca, agresión, lesiones corporales graves y otros delitos de orden público. No cabe duda de que fue un chico malo. Parece que su capacidad y propensión hacia la violencia eran anteriores a su conversión al Islam, así que Adrian Elms fue un cristiano violento antes de convertirse en el terrorista musulmán Khalid Masood. Tenía un carácter imposible: un corazón duro y un alma atormentada. El Islam no le convirtió en un cabrón; ya era un mal bicho desde antes.

Bueno, es posible estar convencido de que su conversión al Islam lo radicalizó y que el ejemplo de la visión moral de Mahoma inspirara su extremismo. Pero sería más apropiado (y más útil) decir que su conversión a la corriente wahabista-salafista saudí es la responsable de inculcarle la mentalidad simplista de «¡Allahu Akhbar! Dios maldiga a los infieles». Lo que es indudable es que la violencia contenida en su atormentado corazón precede a su conversión. La violencia descontrolada y la brutalidad política ya formaban parte de su ética personal y de su identidad. El cristiano Adrian Elms ya odiaba antes de que la rama basada en el odio del islam santificara el odio yihadista de Khalid Masool. Bien, puedes decir que esa característica suya no era especialmente cristiana. Millones y millones de musulmanes suníes, chiíes, y sufíes te dirán que el wahabismo-salafismo saudí simplemente no es islam.

Fuente: http://archbishopcranmer.com/adrian-elms-violent-christian-became-muslim-terrorist-khalid-masood/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.