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La población carece de alimentos y agua potable en cantidad suficiente y no dispone de refugios, protección o servicios básicos mínimos, incluida la atención sanitaria
La organización médico-humanitaria da la voz de alarma sobre el impacto devastador que puede causar la escalada de los ataques
La organización médica está llevando a cabo clínicas móviles en más de 50 localidades de Tigray. En varias de ellas, uno de cada cuatro pacientes a los que ha pasado consulta sufre desnutrición
El desalojo se está produciendo desde la madrugada del sábado
Un conductor de la organización fue también agredido el pasado martes después de que el equipo del que formaba parte presenciara la ejecución de al menos cuatro hombres.
De las 106 instalaciones de salud visitadas por los equipos de MSF entre mediados de diciembre y principios de marzo, casi el 70 por ciento habían sido saqueadas y más del 30 por ciento había sufrido daños; sólo el 13 por ciento funcionaba con normalidad.
Casi 670.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares desde que en 2017 estalló el conflicto entre grupos armados no estatales y el ejército. La coordinadora médica de MSF, Patricia Postigo, describe la situación en la ciudad de Montepuez y sus alrededores, donde unas 50.000 personas han buscado refugio de la violencia.
Malaui, Eswatini y Mozambique están sufriendo los estragos causados por una segunda ola de la pandemia. Si bien es cierto que durante todo 2020 la COVID-19 tuvo un impacto relativamente limitado en todos ellos, en la actualidad, debido en gran parte a la aparición de una nueva cepa del virus, muchos hospitales y centros de salud de estos países ya se encuentran al borde del colapso.
La organización médica está respondiendo también a las necesidades de los refugiados etíopes en Sudán