Javier Franzé

Artículos

Cuando el exministro de Suárez, Ignacio Camuñas, afirma que en 1936 no hubo golpe de Estado y que la culpa de la guerra civil es del mal gobierno de la República, o cuando el líder del PP, Pablo Casado, equipara la República (“democracia sin ley”) a la dictadura (“ley sin democracia”), se pone en evidencia un punto ciego del discurso de la Transición: diluir la  democracia en la República para poder hablar de la guerra civil entre “dos bandos” equiparables, en lugar de diferenciar entre instituciones legítimas y golpistas. Esa indistinción permitió ver a Suárez como “padre de la democracia”.

En el 40 aniversario del golpe de Estado cívico-militar que encabezó Videla en 1976, el presidente Macri ha puesto en marcha lo que a todas luces parece ser -como afirma sugerentemente el investigador argentino Alejandro Grimson- una nueva interpretación de la violencia habida en Argentina en los setenta. En las últimas cuatro décadas fueron varios […]