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Las subvenciones al campo suenan bien pero muchas son una broma pesada. La realidad es que mientras los tractores y cosechadoras destrozan el suelo, los enormes rebaños arrasan tierra, muros y arbustos.
Las subvenciones al campo suenan bien pero muchas son una broma pesada. La realidad es que mientras los tractores y cosechadoras destrozan el suelo, los enormes rebaños arrasan tierra, muros y arbustos.