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Su música y sus letras son banda de sonido de la calle, casi resulta imposible imaginar una marcha feminista sin escuchar de fondo su tema «Antipatriarca». Sabe combinar la rabia y el baile, el compromiso político con la investigación artística. Ana Tijoux nació en Chile, es hija del exilio y el año pasado, cuando el estallido social tomaba las plazas del país, vivió como un segundo exilio haber dejado la cordillera para partir hacia Europa. Sin embargo usó la extranjería como tribuna, no dejó de componer canciones que se entonan en la calle y ya está volviendo a su territorio desde donde habla en esta nota sobre la revuelta, la nueva normalidad, el anticolonialismo y antirracismo, sus nuevas producciones y, por supuesto, el feminismo.