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La vida social suele percibirse según dos paradigmas: el vertical y el horizontal. Hay más, claro, pero me detengo en esos dos hoy. Vista por el vertical, hay y tiene que haber una jerarquía: alguien tiene que estar arriba y alguien tiene que estar abajo. Apenas llegué de Cuba alguien me preguntó que cómo era. «Todo lo bueno y todo lo malo es para todo el mundo», respondí. «Eso es lo precisamente que no me gusta», me respondió. Fin del diálogo. Dentro de la jerarquía todo; fuera de la jerarquía nada.