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«Dios permite la existencia del mal aunque el mismo no lo desee. Lo permite a causa de la admirable perfección del universo: aparece mejor a partir del hecho de que las cosas buenas son más apreciables, más admirables, más dignas de alabanza, cuando se las compara con las cosas malas» [1] (Sprenger-Institoris: Malleus Maleficarum 1486:190) […]