Tras una jornada transcurrida de forma totalmente pacífica, los primeros resultados difundidos por el órgano electoral (CNE) a través del sistema de transmisión de resultados preliminares (Trep) han trastocado por completo el panorama, con un impacto devastador en las expectativas de quienes apostaban por la continuidad del proyecto de «refundación» del país, promovido por el partido Libertad y Refundación (Libre) y su candidata Rixi Moncada.
Aunque Libre había anunciado desde hacía tiempo que solo reconocería el resultado del escrutinio final de la totalidad de las actas electorales — lo que Moncada reafirmó la noche del martes —, la diferencia de más de 20 puntos porcentuales con respecto a los dos candidatos del bipartidismo acaba con cualquier esperanza.
La desconfianza hacia el recuento preliminar se debe a una serie de audios en los que miembros del Partido Nacional, entre ellos una consejera del CNE, discutían un plan para piratear la transmisión de los datos, creando una narrativa para proyectar a uno de los candidatos de la derecha como ganador seguro. La maniobra serviría para desestabilizar el proceso electoral y obligar a convocar nuevas elecciones.
Las elecciones en Honduras se enrumban, por tanto, hacia un empate técnico entre los candidatos de la derecha tradicional Nasry Asfura y Salvador Nasralla, que encarnan el proyecto neoliberal extractivista y representan los intereses de la oligarquía nacional, del capital multinacional y, por supuesto, de Estados Unidos.
Con el 80% de actas recibidas, Asfura encabeza la contienda con una ventaja de unos 2000 votos.
También a nivel parlamentario, las proyecciones apuntan a un hemiciclo claramente bipartidista, en el que Libre debería conformarse con una treintena de diputados de un total de 128.
El estrecho margen, la enorme brecha entre la candidata de Libre y sus adversarios, la caída del sistema de recuento durante más de un día y la nueva ventaja del candidato nacionalista durante la noche de ayer (3/12), después de una nueva suspensión del sistema de transmisión por «mantenimiento», arrojan más sombras sobre todo el proceso.
Mientras Asfura y Nasralla se intercambian acusaciones mutuas y garantizan, basándose en las copias de las actas que obran en poder de sus partidos, que son los ganadores, la candidata de Libre muestra públicamente el recuento de un par de miles de colegios electorales en los que no se habrían utilizado medidas de seguridad biométricas.
«En la mayoría de estas mesas ganan los dos partidos de la oposición, los resultados están inflados y aparecen en el recuento del Trep. Recurriremos ante las instancias competentes. Como dijimos en su momento, están tratando de engañarnos, pero nuestra lucha no ha terminado y yo no me rindo», dijo Moncada.
Además, Libre está recolectando y mostrando actas físicas, cuyos resultados aparecen alterados en las actas transmitidas por el Trep.
Asimismo, se están encontrando fallas donde los resultados a favor de un partido/candidato son adjudicados a otro.
Se avecina un largo y agotador tira y afloja para decretar el ganador de estas elecciones. El CNE tiene hasta el 30 de diciembre para hacerlo.
Uno de los símbolos del desencanto de una población que hace solo cuatro años llevó al triunfo a Xiomara Castro, castigando al partido del expresidente y culpable de delitos relacionados con el narcotráfico, Juan Orlando Hernández, es la baja participación en las urnas, que sería del 50%. Muy lejos del 69% de 2021.
No es fácil aventurarse en un análisis de una situación en constante evolución. No obstante, intentemos introducir una serie de elementos, tanto exógenos como endógenos.
«El gobierno y el partido han sido asediados desde el principio por una campaña mediática masiva y destructiva, que ha influido mucho en el imaginario colectivo de una población que quería liberarse de una narcodictadura y que tenía expectativas muy altas, pero también en una nueva generación de votantes que no tiene o no quiere tener memoria histórica», explica la analista política Reina Rivera.
Otro elemento es el apoyo descaradamente intervencionista del presidente Donald Trump a Asfura, que ha tenido un fuerte impacto sobre todo en los hondureños que viven en Estados Unidos, en las familias que sobreviven con las remesas o en quienes creen, inocentemente, en las ayudas económicas a Honduras en caso de victoria del candidato nacionalista.
«Es peligroso que con un simple mensaje en las redes sociales se pueda alterar el resultado de unas elecciones. Nos enfrentamos a un reposicionamiento estratégico y militar de Estados Unidos en la región, un nuevo avance global, no solo contra Venezuela, Colombia o Cuba, sino contra todos aquellos gobiernos que no siguen al pie de la letra las directrices de Washington», añade la abogada y activista de derechos humanos.
Rivera también analiza fenómenos internos de Libre y del gobierno que han contribuido al resultado negativo de estas elecciones.
«Libre ha hecho mucho en términos de política social, pero ha errado al construir una narrativa que no ha sabido incluir también a aquellos sectores populares interesados en construir críticamente juntos.
Se ha alejado de un movimiento social y popular que contribuyó a su nacimiento como sujeto político, incorporando al proyecto gubernamental a muchas de sus figuras más destacadas, debilitando así el tejido social de apoyo», explica.
La analista política también destaca las dificultades para dar a conocer los logros alcanzados, contrarrestando así la campaña mediática denigrante y de ocultación de los procesos de transformación en curso.
«Se han hecho muchas cosas que han llevado a una reducción significativa de la pobreza, pero casi nunca se ha logrado romper el muro de silencio y el boicot mediático.
Además —continúa—, se ha prestado mucha atención a las zonas rurales, donde, sin embargo, la inversión en políticas sociales no se traduce automáticamente en votos, sino que choca con las tradiciones políticas familiares y el control «caudillista» del alcalde de turno. Romper estas dinámicas no es fácil».
Para Rivera, el panorama de los próximos años se presenta extremadamente complicado.
«Vuelve la extrema derecha y lo hará sin hacer concesiones a nadie y con un fuerte sentimiento de venganza. La venta de la soberanía, la destrucción de los territorios, el saqueo de los bienes comunes, el Estado de nuevo a merced de los bancos y las fuerzas represivas contra quienes defienden la tierra.
Harán todo lo posible —continúa— para hundir lo bueno que se ha hecho en materia de justicia social. Se avecinan tiempos difíciles para los derechos de las mujeres, de la comunidad LGBTIQ, de los pueblos indígenas y negros, de las comunidades campesinas y de la defensa de la soberanía alimentaria».
Ante este panorama, concluye Rivera, no es momento de bajar los brazos ni de agachar la cabeza.
«Es el momento de volver a las raíces de la resistencia, de pensar y desarrollar un proyecto político-social que vuelva a unir la política con la lucha social, con la dignidad y el pueblo. En la derrota, por favor, no renunciemos a la esperanza ni a la memoria».
Fuente: Pagine Esteri (italiano) LINyM (español)
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