Sobre la situación política en Perú.
M.H: Menciono al Che y no puedo dejar de preguntarte, vos que fuiste compañero y parte de su proyecto en los primeros años, ¿las ideas, la figura del Che, hoy pueden aportar a nuestro presente?
R.N: Lo primero que tengo que decirte tiene que ver con la reflexión respecto del Che. No solamente contribuí apoyando y colaborando en su proyecto de revolución continental, sino ahora me permito pensar en el personaje.
Yo creo que el Che fue un revolucionario tardío en la medida que por las circunstancias de su vida, él no tomo posición respecto a fenómenos importantes de la realidad política de su país y de América Latina.
El mérito de él fue que tuvo la capacidad de ir resolviendo los problemas en la medida que la realidad le obligaba a tomar posición. Si no hubiera habido la revolución cubana obviamente no existiría el Che, pero en ese cuadro de la revolución cubana y con la dimensión que tuvo el liderazgo de Fidel Castro, él fue resolviendo una serie de problemas. Yo opino que más importante que la figura del Che como guerrillero, porque son frustraciones reconocidas, es el hecho que fue casi el impulsor de la construcción del socialismo como se daba en Cuba con las condiciones particulares de la isla.
Fue inmenso su rol, en la medida que él era desinformado, no había sido un marxista, no había leído los clásicos del marxismo y, sin embargo, se las arregló para tener ideas respecto a una realidad desconocida para él y tuvo recursos para ser prácticamente el gestor ideológico y político de lo que se llamó los primeros tiempos del impulso de la revolución cubana hacia la transición al socialismo. Para mí el mérito más importante del Che fue ese.
Otra figura es ¿por qué el mundo lo ha necesitado, el mundo de los de abajo, el mundo que combate, el mundo que quiere una transformación social? Lo ha tomado como arquetipo y como mito. Ese es otro tipo de problema que no estamos discutiendo acá.
Yo rescato en mi reflexión sobre el Che la capacidad que tuvo para tratar de encontrar el camino en la transición al socialismo en una realidad desconocida y además excepcional y particular como Cuba.
Fue ministro de Economía, dirigió la agricultura, la reforma agraria, las relaciones exteriores y, obviamente, fue casi el ideólogo de ese proceso.
Eso es en mi concepto lo que hay que tomar fundamentalmente y teniendo en cuenta que está pendiente en la realidad de América Latina si algún momento el anticapitalismo llegara a una transición al socialismo.
Y lo de Cuba es importante, como lo fue en su momento la revolución bolchevique en nuestra realidad y ahí tiene un rol particular el Che y hay que estudiarlo por las ideas sui generis que tuvo y la capacidad para enfrentar una realidad con Estados Unidos a 90 millas con la hostilidad que ya se conoce.
M.H: Te quiero traer al presente de tu país, Perú. Tengo la sensación que están esmerilando al gobierno popular que ha emergido.
R.N: Lo dices bien. Tú sabes que yo planteé la idea que inmediatamente subido Castillo el golpe está avisado, el único problema es cómo ese golpe se iba a procesar. Teniendo en cuenta la realidad de cómo asumió Castillo, la debilidad de ese gobierno por dos razones, la primera de ellas es que fue un voto protesta de los de abajo después de una crisis feroz contra los trabajadores.
Ese voto protesta significó que grandes sectores marginales, de los de abajo, siempre los de abajo, ejercieron su protesta a través de la vía electoral y como Castillo, que era un profesor que había sido dirigente del gremio docente, que es muy grande en Perú, son casi cuatrocientos mil y se apoderaron de él.
Pero es un maestro rural sin experiencia política, no está comprometido con la izquierda, no es marxista y, obviamente, fue llegado al poder. El problema que se presenta es que instalado en el poder su debilidad es extrema porque, por un lado, tiene la oposición salvaje del empresariado, los medios de prensa, las Fuerzas Armadas que son militantes y agresivas en Perú, un cuadro de poder extraordinario contrario a cualquier reforma, no solamente a él.
Y lo otro es en el propio terreno de su gobierno, porque él fue invitado a la lista de Perú Libre que absurdamente se llama marxista leninista, pero no era un partido orgánico sino un grupo residual de provincia y como él tenía notoriedad por haber sido dirigente de una huelga importante de maestros, presidió esa lista.
Los componentes principales de esa lista, un señor llamado Vladimir Cerrón, que se dice marxista leninista, le reclama a Castillo que cumpla el programa que entiende como la solución revolucionaria en el país. Obviamente tiene su grupo, tiene la mayoría de los 37 parlamentarios y le exige a Castillo que cumpla el programa que se habían comprometido, no tanto Castillo sino su organización, que planteaba sobre todo la Asamblea Constituyente.
Además, respecto de la minería, porque Perú es un país que el 70% de sus ingresos provienen de la minería, una discusión respecto de la naturaleza de los contratos abusivos que hay ahí. También la reforma agraria que quedó inconclusa luego de Velazco Alvarado. Y otras medidas, incluso el salir del Grupo de Lima y tener una posición aproximada a los gobiernos llamados progresistas que están alineados en el intento de integrar solidaridad sudamericana. Entre otras razones.
Como Castillo se comprometió, ahora este grupo le exige que cumpla con el compromiso electoral común. Lo que pasa es que la derecha no le deja nada y, como sabemos, por la crisis capitalista actual, no solamente en los países avanzados, sino en los países dependientes, el capitalismo no permite reformas. Ya lo hemos visto mil veces. El reformista tiene que ser revolucionario. Eso vale también para la Argentina, como un aviso de lo que puede suceder de aquí en adelante.
En Perú se está dando ese mismo proceso, con elementos muy particulares porque el gobierno es extremadamente débil. Lo fundamental en este momento es el frente interno de Castillo, porque Perú Libre y Vladimir Cerrón le exigen que cumpla el programa de la campaña electoral y Castillo que no es un marxista, que no tiene compromiso con una izquierda militante, que fue un dirigente sindical, un hombre honesto, tiene una soledad espantosa. No está en condiciones de presidir a través de un diagrama estratégico lo que está ocurriendo hoy en Perú, en la realidad latinoamericana y el mundo y lo que puede ocurrir de aquí en adelante. No tiene capacidad para eso.
Pero el grupo que le exige que cumpla el programa comprometido en la campaña electoral tampoco es un grupo revolucionario orgánico ni mucho menos, son contestatarios residuales de toda la época del maoísmo de izquierda.
En Perú como en otros países, después de hacer la revolución electoral y a partir de un gobierno en crisis, le exigen que los contratos mineros sean revisados, la reforma agraria, entre otras medidas, pero para eso se necesita encabezar un proceso revolucionario. Pero eso no ha sido preparado, no tiene guías. Quienes exigen eso parecen izquierdistas que quieren cumplir con la promesa electoral pero no la garantizan porque desde el Parlamento al Primer Ministro o al Congreso son minoría y no puede gestarse un proceso revolucionario desde allí.
Se han combinado una serie de ingredientes complejos, hoy el problema fundamental del débil gobierno está en el ataque de sus propios compañeros que lo llevaron al poder. Castillo, que no tiene compromisos con su propia conciencia política en el pasado, está dando movimientos tratando de defender su gobierno y su propia existencia tirándose a pactar con los sectores centroizquierdistas y centristas como una forma de defenderse. Y estos se han incorporado al gobierno y son los que le han dado la posibilidad de tener ministerios, los 2.000 puestos públicos, etc. Un mínimo de supervivencia.
Si me pedís un final de la fiesta, te digo que es prácticamente una situación de una proyección avisada. La derecha está esperando que el gobierno con sus propias frustraciones, que no puede resolver su crisis interna, se debilite mucho más. Están esperando, como en la esquina al viajante, para recibir al muerto. Y, por otro lado, si por alguna razón Castillo da su viraje a la izquierda moderada, ellos también están preparando un golpe de Estado, porque en Perú la derecha jamás permitirá una Asamblea Constituyente, que traiga una reforma agraria, que revise las condiciones de la opresión en todos los sectores, de la opresión nacional contra las masas que ubique al país realmente en una centroizquierda agresiva, que haga una apertura a los gobiernos llamados populistas de América Latina para hacer un mínimo de resistencia a la opresión y que de alguna forma promueva el ascenso de las masas cambiando las relaciones de fuerzas que hagan peligrar el dominio secular que ellos tienen sobre la economía, la sociedad y el país en la forma salvaje que conocemos.
No olvidemos que Perú tuvo tres presidentes en dos meses, seis presidentes están presos por corruptos y el 60% del país es orgánicamente pobre y 20% son marginales absolutos. En las condiciones de este país, el pobre Castillo que llegó por una coyuntura excepcional al gobierno, se encuentra en una soledad tan personal que no le queda otra cosa que apoyarse en los sectores de la llamada izquierda moderada para ver si puede subsistir.
Y los otros, obviamente, los de los grupos ex maoístas que le exigen que cumpla un programa revolucionario y lo declaran traidor, tendrán que ver si apuestan por la caída del llamado traidor en este momento o si pueden o van a ser eliminados de las posibilidades de cogobernar mientras la derecha espera. Porque a la derecha no le interesa cooptar a Castillo, no les interesa un reformista, menos les interesa con todo el sistema de opresión que un maestro sea el Presidente de ellos, están esperando que esta crisis lo lleve a un final donde lo reciban como moribundo y en última instancia el golpe lo darán.
Mientras tanto las masas esperan porque el voto que dieron es un voto de rebelión, no sabemos si espontáneamente o dirigidos por los sectores que de alguna manera pueden organizarse y hacer una resistencia. Todo puede, en este marco, ocurrir en el país.
M.H.: Las masas ¿dónde están paradas?
R.N.: Ese es otro problema, porque las masas peruanas que son la coyuntura que llevaron a Castillo al gobierno no se movilizaron en un sentido tan radical como los chilenos o como en Venezuela. Sino que aprovecharon la posibilidad del voto para llevar a uno como ellos a la presidencia. Pero nada más. No hubo una rebelión de una movilización revolucionaria.
Hay que tener en cuenta cuando hablamos de las masas, su conciencia espontánea o no, cuál es el sentido de este movimiento. Ahora que esos sectores, que no son orgánicos, no están centralizados, ese voto vino de las provincias, los campesinos abandonados, los sectores descontentos, de las ciudades andinas, porque la costa votó por Fujimori. Esos sectores no están organizados en ninguna organización ni partido.
Para que esas masas se movilicen creando un poder alternativo o una resistencia total, necesitarían una centralización orgánica, grupos que aunque no sean partidos tengan influencia sobre sectores determinados y que estos grupos pudieran coordinarse porque la coyuntura no da pie para mucho tiempo. Y eso no existe en Perú.
Lo que no quiere decir que no haya rebeldías provinciales sobre todo de protesta, porque la gente espera que Castillo haga lo que las masas necesitan y lo que les prometieron. Por todo esto es una incógnita. Parece pesimista lo que digo, pero es real.
M.H.: Algunos han idealizado la figura de Castillo.
R.N.: Yo lo pongo en su lugar, es un magnífico tipo, pero todo esto sucede. Y ahora con el cambio de gabinete, porque cambió 7 ministros por presiones.
M.H.: Y aparte nuevas presiones, porque han cuestionado también a la ministra de Cultura y al ministro del Interior.
R.N.: Castillo dice que es el inicio de una nueva etapa, el sector privado y el público trabajarán juntos para un Perú mejor, después dice que apostará al diálogo y al trabajo conjunto. Ya conocemos estas palabras, está pidiendo a la derecha que lo comprenda. Está dirigiéndose a los sectores moderados para sustentarse ante la presión de sus propios compañeros de movimiento que le exigen, sin sustento real, que haga la revolución en el país. Esa es la tragedia. Tiene una irracionalidad difícil de comprender.
Yo rescato siempre a Allende, el presidente chileno que era un gran tipo, una etapa formidable, pero cuando asomó la revolución se pegó un tiro y llegó Pinochet. Hemos ya analizado mucho qué significa la fuga de los dirigentes políticos cuando llega la posibilidad de alternativas en el poder. Hoy estamos en una situación que podríamos calificar de tragedia histórica porque Perú necesitaba algo más que esto, porque es un pueblo que ha sufrido mucho, una oligarquía salvaje, corrupción en todos los sectores, era más que un cambio de aire esto, era el comienzo de algo nuevo. Pero si eso nuevo termina en esto, va a ser un golpe muy duro.
Cuando las masas tienen ilusiones y son defraudadas el proceso de retroceso es enorme, es el caso de Chile. Cuando en Chile Allende no pudo encabezar la resistencia el retroceso llegó al punto que los propios socialistas han sido neopinochetistas. La rebelión de octubre del 2019 fue contra los dirigentes que supuestamente eran sus dirigentes. Esa es una realidad que hay que comprender en su totalidad. Y hay que ser justos, no podemos hacer concesiones a nuestra propia conciencia teniendo en cuenta que la experiencia de América Latina nos va señalando los límites y frustraciones de quienes se llaman de parte del pueblo y en un momento determinado no son capaces de dar el salto cualitativo, como se dio a medias en Venezuela y como sí sucedió en Cuba derrocando a Batista y abriendo las puertas del socialismo sui generis. Son lecciones y lecciones. En Perú hay una tragedia que nos duele.
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