Categoría: Chile
Mark Twain decía con mucha razón: “Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados”. Desgraciadamente, esta frase podría sintetizar la historia de Chile de estos últimos treinta años.
Ya son más de 2.600.000 trabajadores y trabajadoras quienes han perdido el trabajo o no han encontrado alguno durante la actual crisis capitalista que se desarrolla desde hace más de una década a escala global y que hoy es profundizada por la pandemia del coronavirus y que nos ha golpeado duro como clase trabajadora.
No resulta nuevo señalar que la mercantilización neoliberal ocupó todos los aspectos de nuestras vidas durante estas últimas cuatro décadas. Salud, cultura, educación, pensiones, bienes comunes: todo se transformó en objeto de mercantilización. Un ámbito de especial relevancia, más no tomado con suficiente atención desde aquellas actorías que pretenden terminar con el neoliberalismo en Chile, ha sido la “cuestión territorial”.
En respuesta a una solicitud de Transparencia, la policía indicó que entre el 18 de octubre y fines de diciembre disparó 152 mil cartuchos calibre 12, cada uno con una docena de perdigones. Solo en la primera quincena de la protesta, usó 104 mil cartuchos y hubo 126 víctimas de lesiones oculares. En noviembre los tiros bajaron a 43 mil, pero ese mes los heridos fueron 214.
Todas las fuerzas políticas en Chile han asumido de hecho que luego del estallido social de octubre de 2019, el régimen político transicional –las alianzas y los mecanismos mediante los cuales se ha movido la administración civil del capitalismo chileno desde los 90’s- entró en una crisis final.
Estamos ante un proceso plebiscitario que puede ser capturado por el dinero de los poderosos. Comienza la campaña, y las movidas actuales de los actores en situación de ventaja monetaria dejan presagiar que no habrá ningún recato legal por parte de las instituciones del Estado en permitir que montos cuantiosos de recursos privados financien a partidos y organizaciones destinadas a vender el “Rechazo”.
En el marco de un proceso constituyente que estará atravesado por tensiones políticas y sociales, y en un escenario donde la crisis económica prepara nuevos enfrentamientos de clase, se vuelve a plantear con toda su agudeza el problema de la independencia política respecto de los partidos reformistas. La pregunta es si la izquierda revolucionaria podrá confluir con nuevos sectores de trabajadoras y trabajadores, estudiantes y pobladores que hicieron una experiencia en la rebelión de octubre, a partir de un programa anticapitalista y socialista, para que emerja en la escena nacional una nueva fuerza política de la izquierda revolucionaria y de la clase trabajadora, independiente de las distintas variantes reformistas, ya sea del Frente Amplio o del Partido Comunista.
Si para construir una alternativa de Izquierda sólo se necesitara fundar un partido, ya se sabría. Pero llevamos años insistiendo con ese método, sin resultados.