Absortos por los devenires de las elecciones de EEUU nos ha pasado desapercibido un hecho de gran magnitud como es el desplome del fracking, aquella forma de extracción de combustibles fósiles que nos quisieron vender. El fracking se desplomaba en EEUU debido a distintos factores como su hiperinflación, la reducción de los propios recursos, la deuda, el efecto de la crisis de la Covid-19 y la crisis de precios que viene sufriendo el mercado del petróleo. Con la quiebra del fracking se multiplican los problemas para la economía de EEUU, para su sistema energético, y por tanto para el mundo, pues el petróleo y ahora el gas también, rigen, como ha quedado demostrado en numerosas ocasiones, la economía mundial. Además ahora las compañías en bancarrota alegan no poder costear los gastos del desastre provocado, dejando detrás un legado económico y ambiental sin precedentes.(1)