Su último libro, «Querido capullo», traza un retrato de la sociedad del MeToo, de la caricatura que algunos han tratado de hacer de esta época, de la perplejidad de los hombres ante el nuevo escenario, pero también de las consecuencias de denunciar para las víctimas, del acoso online y de la ayuda entre mujeres.
Categoría: Feminismos
>>Quizás nos empeñamos en que toda la solución es un tema de presupuesto, obviando que matan por sus ideas, ideas reforzadas por parte de una sociedad aún negacionista, que envalentonan a estos tipos.
>> Igualdad pide que las víctimas de la violencia machista vayan acompañadas a recoger sus cosas a su casa aun sin denuncia.
>> Un agosto negro en violencia machista obliga a convocar un nuevo comité de crisis.
Hablar sobre los silencios puede parecer una contradicción de términos. Verbalizar lo que no se escucha y analizar lo no dicho puede parecer un exceso. Quizás esto se deba a que el silencio se piensa normalmente como ausencia. Vacío. Lugar en blanco de todo acto comunicativo. Suponemos, entonces, que nada podemos hacer con lo que no se nos dice y lo que no se nos cuenta. Sin embargo, en las migraciones hay demasiados silencios como para dejarlos pasar así, sin más.
El caso Rubiales pone en evidencia que en muchos sectores no se entiende qué es la violencia simbólica y el derecho a una representación justa.
La manera en que medios deportivos como Relevo abordan el episodio revela un cambio de percepción que sigue al provocado por hitos como el de Ana Orantes, Nevenka o La Manada.
La socióloga Beatriz Ranea analiza en ‘Desarmar la masculinidad’ el papel del fútbol como espacio por excelencia para la ostentación de poder real y simbólico del hombre.
En la última semana una idea ha retumbado en mi cabeza sin descanso, sin tregua. Y las preguntas. ¿Cómo ha sido posible llegar a este punto? ¿Cómo nosotros, la prensa deportiva, no hemos fiscalizado lo suficiente a Rubiales y compañía? ¿Cómo hemos tolerado, normalizado, aplaudido, servido como correa de transmisión cuando había tantas señales que estaban a la vista? ¿Cómo compramos tan fácilmente el discurso sobre las 15 calificándolas de niñatas, caprichosas, malcriadas, chantajistas y lo aireamos generando un rechazo generalizado hacia ellas?
Desde que a las mujeres nos ha dado por no dejar que nos toqueteen sin nuestro consentimiento, la machosfera vive desubicada.
El poder masculino implica la posibilidad de controlar los silencios, tener la capacidad de decretarlos así como de romperlos.
Un análisis detallado de la agresión de Luis Rubiales a Jenni Hermoso: pocas veces una sola imagen concentra tantos significados, representa de manera tan exacta y contundente las tensiones y esperanzas de nuestro tiempo, y habla tanto del país que somos.
La violencia contra las mujeres y niñas está íntimamente vinculada con los estereotipos sexistas. Unos estereotipos más arraigados entre los varones jóvenes, que tienden a justificar la violencia y culpabilizar de la misma a las propias mujeres.