Cap. XXXVI, 299 a 312: Tess le cuenta a Angel que su hijo, Pain, murió. Y que Alec d’Urberville vive. También, le recuerda que intentó suicidarse con la correa de la maleta, pero no lo hizo por temor al escándalo que caería sobre el nombre de él. Angel se pregunta (con Tess): “¿Cómo vamos a poder vivir juntos mientras viva ese hombre [Alec]? ¡Siendo él tu marido por la ley de la naturaleza y no yo!”. (308)
Categoría: Cultura
El argentino Rodolfo Walsh echó a rodar a mediados del siglo pasado un nuevo género literario, el de las novelas testimonio o de no-ficción, que alcanzó gran desarrollo en español e inglés, con trabajos emblemáticos de Miguel Barnet, Elena Poniatowska o Truman Capote.
Lo básico de esta nota: si tienen algún interés por lo sucedido en Los Álamos, seguramente el proyecto político-científico-militar más importante y decisivo de nuestra historia, no se pierdan este ensayo novelado.
En una época en el que el capitalismo ha conseguido- esperemos que momentáneamente- imponer el fetichismo tecnológico como una suerte de culto subliminal al aceleramiento de nuestras vidas, encontrar una obra que vindique simultáneamente, el libro como un objeto de diseño perfecto e imperecedero, y la lectura como un acto sanador, es, sin duda, un motivo de celebración.
Elvira Sastre llena teatros y auditorios a ambos lados del Atlántico con algo de consumo tan poco masivo en nuestros días como es la poesía. Tiene ya ocho libros publicados bajo diversas editoriales y una legión de fans y seguidores en redes sociales que supera el medio millón de personas. Cualquiera que mire estos datos pensará que se trata de una escritora con una extendida carrera. Pero Sastre (Segovia, 1992) publicó Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, su primer libro de poesía, hace apenas ocho años. Ahora está trabajando en un nuevo proyecto editorial y ampliando su shop, una tienda de productos online con camisetas, bolsos y complementos ilustrados con versos de su poesía.
“Más allá del tono jocoso, Ciges no pierde nunca de vista la voluntad de denunciar la espesa trama de prejuicios en que coinciden las fuerzas vivas –caciques, propietarios distinguidos, clérigos- y el lamentable, crédulo y aborregado pueblo llano”.
El 24 de febrero cumple 184 años y sin embargo Rosalía de Castro, a diferencia de cualquier otro escritor de su tiempo, está más viva en la sociedad gallega que nunca. Su popularidad no deja de crecer. En la academia o en la calle, en la escuela o en las instituciones, sus grandes perfiles literarios e intelectuales no cesan de actualizarse ni de estar vigentes.
En 1970 apareció un libro que recorrió Latinoamérica (y luego el mundo entero) que por su intención divulgadora y docente educó y encendió el deseo de discutir, aprender y cambiar.
Escribe Ramón J. Sender desde su exilio en California a Carmen Laforet: «Es la primera mujer que escribe sin tratar de imitarnos ni de disfrazarse de “gran hombre”». Para Sender, sea lo que sea lo que eso signifique, Nada, publicada veinte años antes de esa carta, es la primera gran obra maestra “realmente femenina” de nuestras letras. Ella le responde: «Las pobres escritoras no hemos contado nunca la verdad, aunque queramos. La literatura la inventó el varón y seguimos empleando su mismo enfoque para las cosas. Yo quisiera inventar una traición para dar algo de ese secreto». Y sigue: «Para que poco a poco vaya dejando de existir esa fuerza de dominio, y hombres y mujeres nos entendamos mejor, sin sometimientos ni aparentes ni reales de unos a otros… tiene que llover mucho para eso».Era el año 1966. ¿De qué traición habla? ¿De qué verdad?