Pero vamos al grano: mi problema con el concepto “neoliberalismo” es similar al que tengo con los de “imperialismo” y “fascismo”: no es que no sirvan para designar ciertos fenómenos y aspectos de la realidad respecto a los cuales hay que posicionarse estratégicamente, pero cuando la izquierda se obsesiona con ser antiimperialista y/o antifascista, olvida nombrar (y combatir) al capitalismo mismo. Deja de pensar en términos de Crítica de la Economía Política (lucha de clases, subsunción formal y real, alienación y plusvalía relativa), para “defender la democracia” (liberal o iliberal según el caso) y realizar una serie de consideraciones “geopolíticas” para justificar su “campismo”, por lo general apoyando los BRICS y viendo en Putín y Jinpíng una nueva encarnación de Lenín.