Categoría: Opinión
Es probable que de todos los pensadores sociales del siglo XX el más influyente haya resultado ser Walter Benjamin (1892-1940). En él confluyen, con una originalidad radical, el misticismo judío, la llamada Escuela de Frankfurt y un marxismo tan singular que ha sido interpretado en su beneficio por las más diversas obediencias. Acaso una explicación de la heterodoxia benjaminiana sea –como lo sugiere el filósofo franco-brasileño Michael Löwy (1938)– su profunda veta anarquista.
Introducción
Como se sabe, a partir de la gramática profunda de la pregunta que instaura la Ètica, a saber, “¿Qué debo hacer?”, hemos deducido las tres normas éticas fundamentales que nos exigen, respectivamente, luchar para garantizar nuestra libertad individual de decisión, realizar esa libertad en la búsqueda de consensos con l@s otr@s, y preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana. Esas tres normas son la base de una crítica radical al capitalismo, que las viola diariamente, y de la propuesta de un orden socioambiental poscapitalista sostenible, el Ecomunitarismo, cuyas diversas dimensiones recordaremos al final de este texto.