“Todo fluye, todo cambia, nada permanece” Heráclito.
Las interpretaciones de la vacancia de Dina dan para todos los gustos. Hay los analistas que, a pesar que no avizoraron el desenlace de la crisis, le dan el mérito al trágico atentado contra el grupo musical Agua Marina. Otros como el prestigioso analista Juan de la Puente señalan a la “asonada popular” contra el provocador Phillip Butters. Y no faltan los que hablan del cálculo político de las bancadas congresales en perspectiva de evitar el desgaste electoral. Sin embargo, a pesar que era vox populi que Dina era un títere del Congreso, su vacancia exprés no se puede explicar solo por un cálculo político.
Es cierto, Dina, no tenía personalidad y fue puesta ahí por la Coalición mafiosa con la venia del poder económico y la embajada yanqui para imponer la agenda de estos últimos. Pero, la contradicción es inherente a la materia. Es que a pesar que el sistema necesita “estabilidad”, la clique prefirió vacarla a una insurrección obrera y popular. Como señalamos en una nota anterior, “…podemos plantear que Dina no cierra la crisis política y que su permanencia en el poder es inestable y condicionada en función de diversos factores. Un escándalo de corrupción… la intervención de las masas en lucha (la más importante), puede desencadenar su derrumbe. La volatilidad está instalada en la política peruana…”, (¿Caerá Dina?, Rebelión, 11/07/23).
Y en efecto, la combinación de varios factores como la frialdad, la corrupción, la escalada del sicariato (más de 5,000 asesinados; 200 son transportistas), y las diversas protestas sociales como el de la Generación Z (que interviene reanimando el movimiento social), el atentado al grupo musical Agua Marina, el bulliyng contra butters, acumularon hartazgo contra la incapaz Dina Boluarte. No obstante, fue el Paro de Transportistas contra la inseguridad ciudadana el que puso a la dictadura cívico militar entre la espada y la pared. Es que el inédito Paro, caracterizado por el apagado de motores, paralizó las avenidas principales de Lima paralizando a la vez toda la vida económica. Desde los diversos conos pobres de Lima, los trabajadores transportistas, organizaron piquetes, bloquearon las carreteras, boicotearon a los choferes amarillos y algunas bases marcharon al Centro de Lima.
Además, el Paro del 06/10, convocado por un sector de la patronal y los trabajadores (Martín Ojeda y Miguel Palomino), generó un vacío de poder político (en otras palabras, el poder estaba en la yema de los trabajadores, pero estos no eran conscientes de ello). Es así como se puede explicar que la Policía Nacional del Perú (PNP), no pudo “imponer el orden” y desbloquear las avenidas estratégicas, y más bien fue reprimida por los manifestantes en lucha. Un símbolo de esto fue el coronel (en el óvalo Habich) que “fue por lana y salió trasquilado”. Los obreros del transporte estaban radicalizados y dispuestos a jugarse el “todo o nada” porque los están matando. “Prefiero morir con dignidad a que me maten como un perro”, declaró un dirigente en la Av. Zarumilla (06/10).
Esta cuestión puso con los pelos de punta al gobierno. En la noche del lunes llamaron a una reunión logrando que Ojeda llame a levantar el Paro con el planteo que iba haber una reunión el 14 O, pero Palomino continuó con la medida de lucha porque no había una solución a las demandas. El martes por la mañana, el Paro y la quema de llantas seguían en varias zonas en Ventanilla, SJL y varias empresas de Lima Norte no salieron a trabajar. Para la tarde, y frente a la presión social, el gobierno adelantó la reunión para el 09/10. Sin embargo, a Palomino no lo dejaron ingresar a la misma y el dirigente llamó a radicalizar la lucha si no había solución. Más tarde, a las 2:00 am Dina Boluarte sería vacada por incapacidad moral permanente con 121 votos.
César Zelada. Director de la revista ‘La Abeja obrera’. Escritor y colaborador en varios medios de prensa popular.
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