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La Barra comunista puso la pólvora, y senadores blancos la mecha para la más detonante sesión de la legislatura. La protesta se extendió a las afueras del Parlamento

Con excepción del comunista Lorier, todos los senadores votaron el Tratado de Inversiones con Estados Unidos

Fuentes: La Reåública

La protesta más escandalosa de las barras durante la actual legislatura se produjo durante el tratamiento del Tratado de Inversiones con Estados Unidos. La estrategia preventiva de Palacio falló, y los policías fueron desbordados por la turba. «El Senado ha sido convocado para que se levante el receso», asume a las 16:10 horas el presidente […]

La protesta más escandalosa de las barras durante la actual legislatura se produjo durante el tratamiento del Tratado de Inversiones con Estados Unidos. La estrategia preventiva de Palacio falló, y los policías fueron desbordados por la turba.

«El Senado ha sido convocado para que se levante el receso», asume a las 16:10 horas el presidente Rodolfo Nin Novoa dando paso a la votación que por 17 votos en 17 presentes, inicia el debate.

Existe un ambiente engañosamente navideño, en tanto más parece una reunión de camaradería que otra cosa: tal así que cuando Nin autoriza la lectura de asuntos entrados, salvo Abreu y Korzeniak que miran al presidente, los restantes 14 conversan aquí y allá.

Alberto Couriel arroja e primer balde de agua fría al solicitar que se tratara, al fin de la sesión, el nombramiento de los miembros de la Junta Anticorrupción que el Poder Ejecutivo envió con urgencia al Parlamento.

Susana Dalmás con suma delicadeza cuestiona la iniciativa. Menos delicado es Julio María Sanguinetti que alega no tener inconveniente en venir cualquier otro día ya que el mensaje del Ejecutivo recién entró.

Nin pide sean los coordinadores de los partidos los que decidan el asunto. Así se hará.

El nacionalista Carlos Moreira arroja entonces otro balde de agua fría: pide se trate la regulación de los mozos de cordel de los puertos de Colonia y Montevideo, antes que el Tratado. Hay una veintena de estos trabajadores en las barras. Cuando se va a votar, Couriel literalmente le baja el brazo a Korzeniak, que amagaba apoyar, e incluso a los gritos: «No, Rubio», en tanto el senador aparentaba levantar su mano. 10 en 24: negativo.

Alberto Cid argumenta su voto, a una barra con cara cuestionadora: «Hoy no va a haber límite de tiempo. Esto se agota de madrugada, vamos al grano…»

Eduardo Ríos avala: «Tenemos el compromiso político de tratar hoy este tema y lo vamos a hacer».

 
La «masa» arranca

16:19 Nin Novoa recuerda a las barras que la mesa será inflexible con quienes hagan alguna clase de demostración. Recuerda que el reglamento lo prohíbe y que se han desalojado barras tanto a favor como en contra de lo que se está legislando.

Las barras guardan respetuoso silencio. No así los senadores cuya conversación supera incluso el volumen del micrófono del presidente. Da la palabra a José Korzeniak, miembro informante del Tratado que abre su disertación en una larga, autorreferente y pormenorizada exposición a cuyo comienzo solo parecen atender Lorier y la totalidad de la bancada blanca. Los colorados leen. Korzeniak recuerda «que hay 25 tratados anteriores» (…) reconoce «la existencia de distintas opiniones dentro de nuestra fuerza» y detalla la instancias en que ha debido explicar a comités de base su contenido. Habla del lenguaje «críptico, casi ininteligible» del documento. «He encontrado compañeros que me hacen preguntas que me desconciertan…», y refiere a temas de la interna.

Las barras se colman, la prensa llena los espacios respectivos, alcanzando la sala unos minutos de silencio. Unos minutos. El ingreso constante de diputados a sala aumenta las conversaciones al punto que Nin toma la palabra e invita a diputados y senadores a salir fuera si así lo desean. Nin parece hacer un gesto a Korzeniak para que redondee, éste así lo interpreta y le retruca «Intento hablar a todas las bancadas, también hablar a los compañeros frenteamplistas y quiero ser bien explicativo…». Nin le dice que está en todo su derecho. Korzeniak detalla así su tarea en un comité de base en Atlántida «con el compañero Mangarelli», más extensa todavía.

16:58 El informante anuncia su abordaje de los contenidos. Comienza por el artículo 17, explicando la solución que se ha dado al texto sobre controversias «Acá hay arbitrajes», enfatiza, para describir los pormenores de derecho internacional y constitucional que le avalan. Sanguinetti y Abreu plantean discrepancias, sin consecuencias.

17:14 Piden prórroga para el expositor: afirmativa.

17:25 Korzeniak ahonda su análisis e incluso alerta «que hay puntos que debería abordar y no lo hago porque son verdaderas novelas». Con las barras ahora desbordantes de público y prensa, ingresa al artículo 11, donde se apoya la calidad de públicas de las audiencias de controversia, pero sus explicaciones desbordan hasta analizar la inexistencia de Tribunal de lo Contencioso Administrativo en los Estados Unidos.

Aborda el artículo 12 «no habitual en los tratados de inversiones», advierte, en tanto «cada parte procurará asegurar que no declina, ni deroga ni ofrece declinar» potestades.

17:35 «Temo aburrir», alega Korzeniak al negar una interrupción, para anunciar que se propone culminar su exposición.

«El tratado fue mejorado» culmina, «Estados Unidos aceptó esa frase puesta por Uruguay unilateralmente de las listas de disconformidades, quiere decir que determinados artículos del tratado no se aplican en determinadas situaciones. Como corolario «dejo constancia que las dificultades que ha tenido internamente el Frente Amplio se deberían resolver en un plenario del Frente Amplio» que, advierte «aunque no lo creo», podría cambiar la postura de los partidos mayoritarios de la coalición.

 
Levantan receso «a futuro»

Alberto Couriel anuncia que hay acuerdo para que el miércoles 28 a las 16 horas se trate la designación de miembros para la Junta Anticorrupción, «aunque no parece lo mejor por tratarse del Día de los Inocentes», bromea. Aprobado.

Nin cede la palabra a Jorge Larrañaga que abre la exposición con un lamento. «Esperábamos otra cosa del miembro informante y no que estuviera circunscripto a explicar el tratado de acuerdo a lo que miembros de los comités de base, Atlántida incluído, le planteaban, o como él mismo ha dicho: todo un informe de emociones».

Hace una cronología del tratado desde su origen, que culmina sintetizando su postura: «Este tratado es casi idéntico al anterior con unos levísimos cambios que no tienen sgnificación (…) este tratado es ahora más beneficioso para los Estados Unidos, no para el Uruguay (…) pero si nos permite captar inversiones, estamos dispuestos a votarlo (…) ¿por qué hubo que esperar diez meses para votar algo que es peor que lo anterior, sino igual? (…) Lo que antes era un tratado de Batlle con Bush, ahora es un tratado de Vázquez con Bush: es un tratado Batlle-Vázquez-Bush».

Larrañaga apunta a la frase «tragarse un sapo» empleada en ocasiones por el oficialismo «y ahora van a recurrir a una gran indigestión de sapos, un banquete de sapos…» Recordó que, «los blancos estamos de acuerdo con el acuerdo», pero «podrán hacer discursos de todo tipo, pero acá lo que importa es el voto (…) dijo apuntando a Eduardo Lorier, aunque sin mencionarlo. «Recomendamos al Partido Comunista que compre muchos, muchos litros de cal, para tapar los muros que durante muchísimo tiempo estuvieron pintando hasta hoy, diciendo NO al tratado de protección de inversiones con Estados Unidos».

Michelini pide una interrupción, pero el disertante la niega. «¿Por qué no?» reclama Michelini. «Porque no se me da la gana», es la respuesta que agita visiblemente la colmada barra. Larrañaga aprovecha haber ganado público y convoca al «dedazo del presidente» que apunta a Lorier y le espeta «atornilladitos a los cargos, así que a levantar la mano senador Lorier, a levantar la mano…Serviles, son unos serviles»

 
Parlamento «duro»

Todos los cronistas coinciden en que el desalojo de las barras fue el más fuerte que se recuerda desde el retorno a la democracia. Claro que para una barra desbordante, con un tema candente, ocho policías de la guardia de Palacio, parecen una imprevisión flagrante. Los hechos.

18:20 Larrañaga, al galope y parado en los estribos, acusa de traición ideológica al oficialismo. Su grito de «serviles» detona en la barra que se para, coreando a voz en cuello: ¡Partido Comunista! ¡Partido Comunista!… (Salvo cuando Wilson regresó en el «vapor de la carrera», nadie recuerda tantos comunistas manifestando por un blanco).

La cara de Larrañaga muestra que no esperaba lo que ocurre. Entiende que dio en el clavo, y se calla.

El timbre de sala atruena y ensordece; Nin ordena desalojar. El tono de los manifestantes sube y media docena de policías de Palacio, es insuficiente… para evacuar a una militancia habituada a lidiar con Coraceros. Los insultos se personalizan (¡traidores! ¡vendepatrias!, son los más suaves), llueven volantes sobre los senadores, agitan banderas del Partido Comunista y el Frente Amplio. La bancada nacionalista, sentados y cruzados de brazos, callados, apenas ocultan sonrisas por el detonante. Los tres colorados hojean algo, miran de soslayo: la cosa no es con ellos, parecen decir. Con excepción del comunista Lorier (una esfinge inmóvil), los demás senadores frenteamplistas se paran o pasean, mirando a la barra alzada, algunos con caras de incomprendidos, otros sonriendo con rictus irónico, otros de cabeza gacha. La baraúnda aumenta, la policía consigue evacuar por la colaboración de los más. Pero los menos, desatan la violencia enfrentando a los azules, mientras amenazan desaforadamente y puño en alto a los senadores oficialistas.

Concluida la evacuación, el ensordecedor timbre cesa y un silencio incómodo cubre el cansancio general de la sala. La bancada blanca se llena de jovencitos del Partido, provenientes de quien sabe donde: rodean a Larrañaga, le miran arrobados, como a Napoleón en 1805, cuando cantaba victoria ante el Sacro Imperio Romano Germánico. Los colorados, impertérritos. Se aprueba un cuarto intermedio. Un último altercado: Michelini hace un comentario gracioso; Cid le increpa duramente; son conducidos por sus pares, afuera.

 
Vuelta al ruedo

Al regreso del cuarto intermedio Nin concede la palabra a Isaac Alfie que centraliza su alocución en las cláusulas cambiadas del Tratado. El ex ministro de Economía de Jorge Batlle dice sobre las variantes que, «fueron pedidas tres y concedidas dos pero hay una jamás notificada que es en el anexo g numeral 3. Se cambia una cláusula la 261, lo que va en detrimento de Uruguay en caso que Uruguay deba reestructurar su deuda, un cambio que ni siquiera fue notificado públicamente». Sergio Abreu le apoya y Michelini le refuta. Alfie continúa remarcando que se está conformando «la peor traición a la historia uruguaya», en esta materia.

Concluye apuntando que «la actuación del gobierno ha sido vergonzosa» (…) si de 110 carillas que tiene e acuerdo se cambian cuatro palabras, cuatro palabras y una referencia para peor, parece que el acuerdo no era entonces tan perjudicial (…) los cambios son formales y adversos a los intereses del país»

Korzeniak responde que «todo esto estaba previsto, así que no vale la pena dedicarle mucho tiempo» y entra en puntualizaciones de las cuales, solo destaca que uno de los tres artículos en discusión, «está mal redactado».

Enrique Rubio realiza una exposición centrada en la «necesidad del país de inversión extranjera directa», así como «concertar los lazos con un país Estados Unidos, con el que tenemos más comercio que con el Mercosur» y refuta las críticas ideológicas que se han hecho en sala. «Vamos a votar, y las explicaciones se las daremos a los ciudadanos que nos han votado», concluye. Se plantea una diferencia Rubio-Alfie, sobre aspectos de nación más favorecida que concluyen con una sentencia del primero acerca de lo «extremadamente débil» de la crítica.

Luis Alberto Heber inicia su alocución cobrando cuentas: es el primero que refiere a los incidentes, «nos dio tristeza que militantes comunistas insulten a otros militantes, aquí senadores de la coalición». Hay fricciones con la presidencia por referencias personales, pero lo saltean. Con un discurso, calco de anteriores, focaliza en que la aprobación «se podía haber hecho en febrero (…) este gobierno solamente ha estado perdiendo el tiempo». Cuando le carga tintas a Eduardo Lorier, anticipando que el comunista votará en contra «cambiando sus ideas», Nin lo impide: «El reglamento prohíbe personalizar».

Enrique Rubio interrumpe fuertemente: «No hay el menor riesgo que alguno de nosotros vaya y cambie sus ideas por las suyas. No lo veo a su partido ni a usted entrando a los cuarteles en materia de derechos humanos, no lo veo a su Partido votando la ley de fueros sindicales, no lo veo defendiendo al Mercosur. No lo veo que encabece el bloqueo al ALCA en Mar del Plata …»

Heber retruca: «Tampoco nos vio en el Pacto del Club Naval…y al Mercosur lo hicimos nosotros».

Michelini asegura que «no estamos entregando el país, y no les estamos reclamando a los países hermanos». Heber prosigue su discurso más propio de un tablado en elecciones que de un debate técnico senaturial, apartado ya del Tratado que concluye con la emigración de los jóvenes («que se van a Estados Unidos y a Europa, no a China ni al Asia). Alberto Couriel se considera aludido y responde, focalizando los subsidios agrícolas, las relaciones de fuerzas transnacionales, apuntando a la generalización de acuerdos contra otros países. Se explaya a tal punto que obliga a Juan Justo Amaro, de momento en la presidencia a reclamarle el fin de su intervención.

 
La hora esperada

20:40. El comunista Eduardo Lorier inicia un discurso que, distribuido masivamente horas antes a todo nivel del Senado, carece de expectativas para los presentes. Aunque hay silencio por la relevancia de su decisión de voto negativo.

El discurso abre «resaltando nuestro apoyo al Presidente de la República» de quien destaca «se plantó en la cancha con fuerza y fue a discutir hasta con funcionarios de cuarta de Estados Unidos». Puntualiza que las modificaciones logradas no alteran «la esencia negativa del Tratado». Señala que a los comunistas, nadie les consultó y se enteraron de las modificaciones cuando «el canciller Gargano concurrió a la Mesa Política a informar». Manifestó su «dolor» por la decisión «que ha adoptado nuestro PCU por unanimidad». Reconoce avances en el artículo 17 pero «deja en pie lo más grave…EE.UU puede intervenir e interdictar a países que están en situación de conflicto con ese país, pero que en cambio negocian y tienen buenas relaciones con Uruguay».

Enfatizó que «aquí no está en juego la venta de nuestras carnes como se ha querido sugerir», ni tampoco «la necesidad de recibir inversiones extranjeras, que son necesarias y Uruguay debe acogerlas, pero no a cualquier precio». Entendió que por el Tratado, «perdemos la posibilidad de establecer políticas que impulsen modificaciones en el comportamiento de las empresas transnacionales».

Cuestionó también los «requisitos de desempeño» exigibles a los inversores, que para este caso carecen de «incorporación de tecnología al Estado receptor».

«Hace agua así la estrategia de especialización productiva a altos niveles de calidad que impulsa el ministro de Economía», pero consideró «más grave aún» que tampoco «podamos establecer soberanamente políticas sectoriales que sirvan para alentar la producción nacional(…) toda ventaja concedida a los inversores nacionales debe ser extendida a los inversores extranjeros», según el tratado. «Subrayamos la cuestión de la solución de las controversias en tanto los tribunales uruguayos no tendrán competencia: solo la tendrán los tribunales arbitrales internacionales».

Culminó su exposición reconociendo la labor del gobierno y «de los compañeros de bancada, pero también la necesidad de que en esta ocasión podamos expresarnos votando negativamente al Tratado».

21:15 Gustavo Penadés, ante una audiencia senaturial y periodística ahíta, se enfrasca en «la actuación rectilínea del Partido Nacional, desde que Villademoros fue el primer Canciller». Habla de agravios desde el Partido Comunista, e interpreta «que algunos estábamos en lo cierto y otros estaban equivocados. La estantería se cayó, o San Pedro abrió el portón…» parafraseando a Cadícamo en su tango «Al mundo le falta un tornillo» de 1932 (A propósito: no cita la parte del mismo tango que dice «el ladrón hoy decente, y a la fuerza se ha hecho gente, ya no tiene a quién robar…). Afirma que «ahora están quemando gomas en General Flores…», aludiendo posteriormente a sucesos en Argentina, Brasil, Venezuela, Estados Unidos («y nosotros con la ñata contra el vidrio», continúa su veta tanguera). Reconoce algo cierto «los señores senadores, hemos estado en esta sesión pasándonos viejas facturas» y tilda de «trasnochados» a los que «no se dan cuenta que el bipolarismo terminó», concluyendo en que «tenemos que traer progreso a Uruguay».

21:36 Eleuterio Fernández Huidobro interviene para «no sé si cometer un atrevimiento: leer la nota que mañana pensaba publicar en el diario La República». La lee; (ver contratapa de esta edición). Culmina refiriendo a la manifestación más temprana y afirma que «aquí ha habido agresiones organizadas» y asegura que representantes «del Partido Comunista han hecho un acto de tremenda importancia política, un acto contra el Frente Amplio». Interpreta capítulos de la historia del comunismo, internacional y nacional, y concluye que «lo que hoy se cometió aquí, fue un detritus fundamentalista de una Guerra Fría que se acabó hace rato». Enfatiza que el voto por el tratado «no es para mi una cuestión de principios, sino una preciosa herramienta estratégica».

Penadés solicita votación nominal. Se vota en general y particular. 30 votos en 31 en ambos órdenes.

 
Conclusión

A las 22:12 el senado aprueba por mayoría simple la designación de Armando Pablo Cuervo Gómez, para el cargo de Director del BPS.

También se vota favorablemente la designación del economista Alvaro Correa Alsina como miembro del directorio del Banco Central.

El senador Julio Lara debe informar sobre los mozos de cordel de Colonia y Montevideo, hay problemas en el repartido (que dice Maldonado y Montevideo) y alega además que recién se entera ahora que será informante.

Se las ingenia igualmente para impulsar «el camino de la regularización de esta actividad, con un registro de mozos de cordel en cada puerto», tarea que cubren unos 150 trabajadores. Exponen sobre el tema Susana Dalmás y Carlos Moreira.

22:45 El debate continúa, el cronista se disculpa y retira, para pensar en Navidad.

La protesta se extendió a las afueras del Parlamento

Un poco más de 150 personas alcanzaron para que en la puerta de acceso al Senado del Palacio Legislativo, una decena de policías se hicieran presentes para atenuar los ríspidos ánimos de militantes de sectores de la llamada «izquierda ultra» que protestaban por el apoyo del Frente Amplio al Tratado con los Estados Unidos.

Una vez que las barras de la Cámara alta fueron desalojadas, el grupo que esperaba afuera comenzó a tirar rollos de papel higiénico hacia las ventanas del Palacio a manera de mensaje subliminal hacia la bancada de la izquierda que en esos momentos argumentaba a favor de la necesidad de aprobar el proyecto de ley sobre el Tratado de Inversiones con los Estados Unidos.

No satisfechos con los rollos colgando de las rejas de las antiguas ventanas, los manifestantes comenzaron a atar papel higiénico de las columnas del alumbrado en todo el entorno del Palacio Legislativo, al tiempo que coreaban «patria sí, colonia no».

El grupo de protestantes estaba integrado por hombres y mujeres de las más variadas edades. Los adolescentes eran los menos, mientras que mayoritariamente era gente de promedio 50 años. Algunos portaban pasacalles con leyendas contrarias al Tratado, otros, viejas banderas del Movimiento Revolucionario Oriental, de la Corriente de Izquierda, del Partido Comunista y de grupos más contemporáneos como el FRAS, el Frente Revolucionario por una Alternativa Socialista, creado el 8 de octubre pasado.

En cierto momento corrió la idea de cortar el tránsito en la rotonda del Palacio Legislativo. La idea no prosperó. La mayoría de los manifestantes estaban sentados en las escalinatas, merendando y bebiendo refrescos para menguar el calor que a esa hora de la tarde se hacía sentir.

«Nosotros abrazamos los principios de la revolución rusa, de 1917, y entendemos que lo que estamos viviendo ahora es pasajero que vamos a cambiar por las buenas o las malas» dijo a este cronista un manifestante que portaba la bandera del FRAS.

Conforme pasaban las horas, el grupo de protestantes se iba desgranando, los senadores en sala se lanzaban acusaciones políticas y la gente en los ómnibus, cargando regalos navideños, miraban impávidos la particular decoración del Palacio con papel higiénico colgando de sus ventanas que, a los lejos, parecían serpentinas.